La Cascada de Xorroxin, el lugar mágico donde nace el Baztán
A los pies del monte Autza se conjuran las fuerzas de la naturaleza para hacer nacer el río que da nombre al Valle de Baztán. Estoy hablando de la Cascada de Xorroxin.
A los pies del monte Autza se conjuran las fuerzas de la naturaleza para hacer nacer el río que da nombre al Valle de Baztán. Estoy hablando de la Cascada de Xorroxin.
El río Brugent, en las Montañas de Prades, suele «rugir» en época de lluvias, y cuando no ruge da vida a rincones tan bellos como el Toll de l’Olla. Si quieres conocerlo aquí te enseño cómo llegar y qué te puedes encontrar.
Hay un lugar en la Garrotxa con cascadas y pozas de ensueño que recuerdan rincones de la selva amazónica. Se trata de Les Planes d’Hostoles, y el rincón más emblemático es el Molí dels Murris.
Las Montañas de Prades son cuna de ríos cortos pero intensos. Suelen ir secos casi todo el año, pero en temporada de lluvias se cargan de agua y bajan con fuerza descomunal, esculpiendo valles como el Valle del río Glorieta.
Entre el puerto y el aeropuerto de Barcelona hay un oasis natural y un ejemplo de recuperación del medio natural que conviene visitar y fotografiar, la laguna de Cal Tet.
La primavera despierta con fuerza en los campos de frutales, sobre todo en los melocotoneros. Es el momento de salir a fotografiar este estallido de color, y un buen lugar es el Camino Natural del Ebro a la altura de Móra d’Ebre.
El crecimiento del puerto de Barcelona a finales del siglo XIX hizo que el faro resultara insuficiente para regular el tráfico marítimo. Para solucionar el problema, en el Delta del Llobregat se construyó una casa de señales, el Semàfor del Prat.
La nieve y el hielo suelen ser un aliciente para salir al monte a hacer fotos, pero en ocasiones el frío puede impedir que consigas tu meta, como esta vez en que me quedé a pocos metros de ver el Salt de Sallent de Sant Privat d’en Bas y me tuve que conformar con ver la Riera de Sallent helada.
La Sierra de la Albera es un macizo montañoso de los Pirineos que hace de frontera entre España y Francia en la parte que toca al Mediterráneo. En muchos de sus rincones fluyen fuentes de agua que dan vida a las rieras ampurdanesas.
En un rincón del Alt Empordà casi tocando Francia hay un pueblecito de apenas 30 habitantes rodeado de alcornoques. No es una maravilla fotográfica, pero vale la pena explorar su entorno.