Les Planes d’Hostoles es un pequeño pueblo al sur de la comarca gerundense de La Garrotxa, casi tocando la comarca de La Selva. La Garrotxa es conocida por su geología volcánica, afortunadamente sin actividad desde hace miles de años. Además la zona es bastante lluviosa, y esta abundancia de agua junto con un subsuelo rocoso de origen volcánico favorece que haya corrientes de agua y que todo esté siempre verde. En Les Planes d’Hostoles confluyen dos de estas corrientes de agua, la riera de Cogolls y el río Brugent, y ambas a lo largo de su recorrido presentan numerosos saltos y pozas de agua, muchos poco conocidos y difíciles de acceder, y otros como el Molí dels Murris que deslumbran por su belleza natural.
En este recorrido que completé en mayo del 2017 (hace sólo unas semanas) vamos a recorrer los alrededores de Les Planes d’Hostoles pasando por algunos de estos rincones del río Brugent y de la riera de Cogolls. La verdad es que estos rincones no son tan secretos como reza el título de este reportaje, pero sí son poco conocidos para los forasteros. Se trata de un itinerario circular de casi 8,5km, fácil y apto para niños que estén acostumbrados a caminar. Es bastante llano en casi todo el recorrido e ideal para ir en primavera y sobre todo en verano, ya que nos podemos dar un baño en sus frías aguas. Eso sí, mejor ir en día laborable o en sábado, ya que los domingos suele haber bastante gente. En cuanto al equipo de excursión, recomiendo llevar calzado deportivo cómodo, toalla si nos vamos a bañar, agua y algo para comer. Y respecto al equipo fotográfico, además del objetivo todoterreno yo llevaría un gran angular, y trípode y filtro de densidad neutra (ND) para fotografiar las cascadas. Ah, y tarjetas de memoria y baterías para hacer muchas fotos. De largo ésta ha sido la excursión que más fotos he hecho, y todas ellas diferentes. Lo notarás por la extensión de este reportaje.
Aquí tienes una recreación 3D del circuito para que te hagas una mejor idea del recorrido y del terreno por el que discurre. Pulsa en la pausa si empieza a reproducirse antes de que acabe de cargarse el fondo. Durante la reproducción puedes cambiar el punto de vista moviendo el ratón con el botón izquierdo pulsado, y también acercar y alejar con la rueda del botón. Pulsa en la tortuga o en la liebre para cambiar la velocidad de reproducción.
El circuito empieza y acaba junto a la Oficina de Información Turística que hay al lado de la antigua estación del Carrilet Olot-Girona, una antigua línea ferroviaria que ahora se ha reacondicionado en Vía Verde, para recorrerla en bici o a pie. Las coordenadas GPS son 42.055605, 2.545234. Junto a esta oficina hay algo de sitio para aparcar. Si está lleno, hay un aparcamiento público cerca, al lado de la carretera, que es donde empieza mi track.
Nada más salir del coche, lo primero que me llama la atención es una gran casa llena de colorido que asoma por encima de la vegetación que la rodea. Se trata de una gran casa modernista del año 1906 llamada Can Garay y que hoy es un hotel.
Subimos por el Passeig de l’Estació en dirección a la Oficina de Turismo y la Vía Verde (si has aparcado junto a la Oficina de Turismo sólo pasas por aquí a la vuelta). Ahora lo que me llama la atención es una vieja casa muy deteriorada que en un lado tiene una puerta donde pone TALLER, no sé de qué.
Pasamos por la antigua estación del carrilet y luego por la Oficina de Turismo, y nos desviamos de la calle por la Via Verde. Por lo que ahora es un camino plano y con grava fina hace poco más de 100 años pasaba una vía de tren. No cuesta mucho imaginarlo mientras caminamos.
En nada cruzamos el río Brugent por un puente bastante alto. Abajo los árboles nos dejan ver una gran poza, el Gorg de Can Poeti. Desde lo alto del puente nos llega el escandaloso croar de las ranas.
Justo cruzando el puente, a nuestra izquierda encontramos el camino que baja a Can Poeti.
Desde abajo tenemos esta vista del puente de la Vía Verde envueltos de exuberante vegetación.
Algo que no veíamos desde arriba, el Molí de Can Poeti.
Uno de los elementos característicos de esta poza, la gran pared basáltica provinente del volcán Traiter. Durante años se extrajeron adoquines de esta pared.
La roca del lecho del río también es de origen volcánico.
No me puedo ir de aquí sin intentar fotografiar una rana. Por el ruido que hacen tiene que haber docenas de ellas. Y sí, sobre una roca a lo lejos me parece ver una.
Regresamos a la Vía Verde por el mismo camino por el que hemos bajado, aunque tras el primer tramo de escaleras de subida podemos acortar un poco siguiendo recto. Este tramo de la Vía Verde está habilitado como zona de paseo para los vecinos de Les Planes d’Hostoles. Es habitual encontrar bancos para sentarse como en un parque. En esta foto, tras el banco a la izquierda el Monticalvari y detrás suyo el Turó del Castell, donde se encuentran las ruinas del castillo de Hostoles.
Es un resplandeciente día de primavera, y a los lados del camino no paran de revolotear mariposas que, nerviosas, no se dejan fotografiar con facilidad. Tuve suerte de poder pillar así de bien este ejemplar de Polyommatus.
A unos 700 metros de Can Poeti llegamos a un cruce que nos invita a abandonar la Vía Verde hacia la derecha para ir al Gorg del Molí dels Murris.
A la que ganamos un poco de altura tenemos una buena vista de Les Planes d’Hostoles con el risco de El Far en lo alto (1.123m) al fondo a la izquierda, en la punta del Collsacabra. El Far ya lo hemos visto desde el Mirador de les Bassis de Rupit en el circuito «Por los alrededores de Rupit, un pueblo de postal navideña«.
Al final de la subida llegamos a otro cruce de caminos. Tenemos que seguir por el camino de la izquierda. Recto o hacia la derecha se puede ir al Gorg del Molí de Vilamala, en la riera de Cogolls. El problema es que esa poza y su salto de agua están dentro de un cámping y es posible que no dejen pasar si no eres cliente.
A los lados de este tramo del camino hay huertos y alguna casa como Can Tupí, a nuestra derecha. Frente a esta propiedad, a nuestra izquierda, hay un pequeño corral donde un hombre está dando de comer a las gallinas. Entre ellas destaca un enorme pavo con las plumas bastante deterioradas. Tiene pinta de que se va a salvar de acabar en la cazuela.
Y entre las gallinas, una que no pasa desapercibida, un macho de la raza Sedosa del Japón.
El camino va ganando altura paulatinamente pero no es cansado. A la derecha, a lo lejos, vemos la ermita de Sant Salvador de Puig-alder, en lo alto de una colina donde antiguamente estuvo el castillo de Puig-alder. Las nubes son más compactas hacia ese lado.
Y hacia el lado opuesto El Far, bajo nubes de las más diversas formas y un cielo bien azul.
Llegando a Vistalegre pasamos al lado de un grupo de cabras que descansan a la sombra de un gran árbol. Un par de ellas, tímidas, juegan al escondite con mi cámara.
A pocos metros el cabrón (macho cabrío), echado sobre una roca, se exhibe ante mi objetivo.
Un macho más joven se le acerca y empieza a rozarle los cuernos. Puede parecer una escena de lucha, pero son más bien carantoñas.
Llegamos finalmente a la carretera de Cogolls, a la altura de Vistalegre, en uno de los puntos más altos de nuestro itinerario. Nosotros tenemos que seguir por la carretera hacia la derecha, señal amarilla.
La carretera es estrecha y no muy transitada, aunque hay que tener precaución de no caminar por el centro y permanecer bien visibles. Unos 400 metros antes de llegar al aparcamiento del Molí dels Murris (sí, se puede ir hasta bastante cerca en coche) vemos los lados de la carretera pintados de amarillo y con señales de prohibición de estacionar. Esto da idea de cómo se puede poner este lugar en verano.
A 700 metros de Vistalegre llegamos al pequeño aparcamiento del Molí dels Murris, y seguidamente al camino que lleva al lugar, a la derecha.
El primer tramo del camino desciende hasta la riera de Cogolls. A nuestro alrededor vuelan cientos de semillas de chopo, que se depositan a los lados del camino cubriéndolo de un manto de blanco algodón. No sé si se puede percibir en la foto, sobre todo sobre el fondo oscuro del final del camino.
Cruzamos la riera de Cogolls por el Pas de la Clota, un pequeño puente. Las aguas bajan tranquilas, tanto que las semillas de chopo flotan inmóviles en ellas dándole un aspecto de agua estancada.
Tras cruzar el puente el camino se bifurca. Nosotros seguimos a la izquierda, tal como nos indican las señales. El camino empieza a subir. En el margen izquierdo se pueden ver algunas zonas como más pisadas, señal de que la gente se acerca a la riera para asomarse y verla.
Nos llama la atención el color azulado del agua debido a que hay mucho carbonato cálcico en suspensión y precipita en este tramo de la riera, no más abajo por donde la hemos cruzado. De hecho esa estructura rocosa de en medio es un gour (espeleotema), una especie de dique formado por la precipitación de carbonato de calcio y que es más habitual encontrarlos en ríos subterráneos. A unos 100 metros del Pas de la Clota empezamos a oir vocerío de gente y encontramos un sendero señalizado que baja a nuestra izquierda y conduce al Gorg del Molí dels Murris. La primera visión es realmente arrebatadora.
Abajo una pasarela de madera nos lleva hasta el salto de agua.
Una vista de la poza una vez cruzada la pasarela. El agua no es del todo transparente debido al carbonato cálcico en suspensión.
Debido a que hay gente cerca de la cascada e incluso bañándose en el agua me encuentro un poco limitado a la hora de encontrar encuadres naturales y los momentos óptimos para tomar fotos. Me acerco a la cascada y le hago una foto con mi habitual técnica de disparo múltiple.
Cambio el objetivo de la cámara y le monto el ultra gran angular con el filtro polarizador para intentar obtener una foto lateral de la cascada y la poza desde aquí, ya que hay menos gente. Aún así no puedo evitar que me aparezca una cabeza de un niño en la esquina inferior izquierda de la foto. Con el polarizador intento reducir al mínimo los brillos del agua.
Al pie de la cascada el carbonato cálcico se deposita sobre la vegetación que crece allí petrificándola y creando con ello un tipo de roca llamado travertino.
Se puede subir a la parte superior de la cascada por unos deteriorados escalones que hay a la derecha de la misma, pasando por delante de la ventana del antiguo molino, oculta entre la espesa vegetación. Pero yo desaconsejo subir por aquí existiendo otro camino para hacerlo. Frente a la poza y la cascada y tras una verja alta hay una casa ya más moderna y que se puede alquilar. Tiene que ser todo un lujo poder pasar unos días en este paraíso, aunque mejor cuando no haya tanta gente. La intimidad de los que habitan esta casa está bastante garantizada por la verja que la separa de los visitantes y los árboles que cubren la casa. Aún así pude comprobar que había gente dentro.
Ahora vamos a subir a la parte superior de la cascada para conocer lo que se esconde más arriba, que vale la pena de ver. Para ello tenemos que volver al camino principal. Mientras empiezo a alejarme de la cascada aprovecho para hacerle otra foto desde un poco más lejos ahora que no hay nadie bañándose y antes de que llegue el tropel que está pasando por la pasarela de madera.
Y ahora la poza con un poquito de cielo.
Una vez hemos llegado al camino continuamos subiendo hacia la izquierda. Pasamos por delante de la puerta de la casa rural, y poco más arriba y a la derecha nos asomamos a un campo.
Desde allí también vemos más de cerca el Turó del Castell con las ruinas del Castell d’Hostoles en la cima.
El camino se acaba ante una verja de propiedad privada, pero nosotros seguimos por un prado que hay a la izquierda.
Al final de este tramo llano, el sendero inicia el descenso hacia la riera de Cogolls. Desde aquí ya vemos la parte alta del Salt del Molí dels Murris y el final del tramo de escaleras que sube al lado de la cascada.
Pero lo bonito no es esto sino lo que hay riera arriba siguiendo el sendero, los gours de la riera de Cogolls. Además los visita muy poca gente, por lo que el estar aquí en soledad absoluta y sólo acompañado por el murmullo del agua y el canto de los pájaros es todo un lujo.
En los comentarios de un blog donde me informé de este lugar, la gente decía que el color turquesa del agua en las fotos era manipulado. Pues yo he de decir que no, que el color que vi en ese blog es el mismo que puedes ver en estas fotos y que encontrarás tú cuando vayas, siempre y cuando haga sol que penetre en estas aguas tan cargadas de carbonato cálcico. Sólo he visto unas aguas con una tonalidad similar en el nacedero del Urederra, en Navarra. Nos acercamos al primer gour. Incluso cuando una nube cubre el sol el agua sigue viéndose color turquesa.
Te puedes hacer una idea de lo oscuro que es este lugar al ver que estas fotos están disparadas a ISO 1600 y con una velocidad no muy alta. A la que los rayos del sol llegan al agua ya podemos bajar un poco el ISO.
Seguimos caminando riera arriba hasta el siguiente gour, donde la luz del sol también penetra en el agua hasta tocar el fondo del lecho de la riera.
Es una pena, el lugar es idílico, pero hay que continuar con el circuito, que sólo llevamos 3,3 de los casi 8,5km del total del recorrido, o sea, ni la mitad. Volvemos por el sendero de al lado de la riera sin quitar ojo del color del agua.
Tenemos que volver hasta el cruce de Vistalegre por el mismo camino por el que hemos venido desde allí. En los primeros metros bajando por el camino del Molí dels Murris me encuentro gente que me pregunta si vale la pena seguir más arriba, y yo les respondo que sí, que lo que se ve y se siente en esa parte de la riera de Cogolls no se paga con dinero, pero sobre gustos no hay nada escrito.
Llegamos a la carretera de Cogolls. A partir de aquí hay quien continua pasando por el Castell d’Hostoles, bien tomando un sendero que sube a la colina justo desde este punto, o bien por un sendero que sale a la izquierda si seguimos un poco la carretera hacia Cogolls. Luego se vuelve a esta carretera pasado ya el cruce de Vistalegre. Nosotros seguimos por donde hemos venido, que aún nos queda mucho por andar y no conviene cansarse innecesariamente. La verdad es que este tramo que ya conocemos es muy aburrido, y sólo nos entretenemos con alguna mariposa que revolotea a nuestro alrededor o con este enorme opilión que descansa sobre una hoja.
Una vez llegamos al cruce de Vistalegre, seguimos carretera abajo en dirección a Les Planes d’Hostoles. Aquí una vista del camino que tenemos por delante desde este punto, con el Collsacabra de fondo.
Se nota que en esta zona de Girona son abundantes las lluvias, no sólo por la abundancia de agua en ríos y rieras sino por lo verde que está todo.
A medida que vamos bajando por la carretera de Cogolls empezamos a ver la Vía Verde. Aquí una vista de la Vía Verde, la casa de Vistalegre Nou arriba, y un rebaño de vacas entre ambas.
A unos 350 metros de Vistalegre la carretera cruza la Vía Verde por encima. Justo pasado el puente, un camino a la derecha nos lleva a la Vïa Verde, y nosotros vamos a seguir por ahí. Llevamos caminados casi 5km.
A ambos lados del camino revolotean las inquietas mariposas del cardo (Vanessa cardui). Estas delicadas mariposas llegan a volar hasta 1.600km a lo largo de su corta vida.
Para ser sábado no hay mucha gente por la Vía Verde. Algunos caminantes y ciclistas aislados. En domingo suele haber más tráfico y hay que tener especial cuidado con los grupos de ciclistas, ya que aunque la velocidad está limitada a 10km/h, muchos de ellos pasan como si se tratara de una competición. Es agradable caminar por aquí, y más alternando el sol y la sombra.
Y es una pena, pero cuando llevamos sólo 300 metros en la Vía Verde la volvemos a dejar. Una señal nos dice que el Gorg de la Plana está a la izquierda, y ése es nuestro próximo objetivo.
Este camino va a parar a la carretera C-63 pasando por detrás del cementerio de Les Planes d’Hostoles.
Una vez llegamos a la carretera, la cruzamos y continuamos por una especie de paseo arbolado que hay detrás de una verja que impide el paso de vehículos, no de personas. Al final de este paseo llegamos a Can Paulí, un antiguo molino papelero abandonado.
Seguimos por el camino pasando entre las dos casas. Pasado Can Paulí, a la izquierda podemos bajas hasta el río Brugent. El rincón está cubierto de vegetación y apenas llega la luz del sol al río. Fíjate que el ISO de la cámara ha subido a 400.
Volvemos al camino y seguimos por detrás de un depósito de agua para pasar entre unos huertos. A la derecha del camino hay un canal de riego por el que baja agua bien limpia. Una pareja de Coenagrion puella (caballito del diablo azules) parecen dispuestos a poner sus huevos aquí. El macho, de color azul, sujeta por el cuello a la hembra, de color verde, mientras ésta deposita sus huevos dentro del agua. Fue una foto muy difícil porque no paraban de moverse y el enfoque automático no atinaba. Tuve que enfocar en manual.
Éste es el camino, y a la izquierda los huertos, alguno de ellos protegido con alambrada eléctrica (hay carteles).
Al final de los huertos se acaba también el camino, convirtiéndose en un sendero que penetra en una espesa vegetación de ribera. Entre tanta oscuridad una mariposa aparece ante mí posada en una hoja bajo un rayo de luz del sol. Mira que suelo ser rápido disparando, pero esta vez la mariposa lo fue más y en la foto quedó sólo la hoja. Aún así me gusta el resultado.
Cuando nuestros ojos se han acostumbrado a esta oscuridad repentina vemos que el sendero desciende hacia la izquierda por unas escaleras. A nuestra derecha una pequeña cascada del torrente de la Plana. El ISO de la cámara ha subido a 1600 por lo oscuro que está.
El agua de este torrente va a parar a una gran poza sobre la que cae también un pequeño salto de agua. Hemos llegado al Gorg de la Plana, en el río Brugent.
En el lugar se respira una paz absoluta. En la salida de la poza, un macho de ánade real (Anas platyrhynchos) parece estar haciendo taichí.
Cuando una nube cubre un poco el sol parecen cambiar los colores en este lugar.
A pocos centímetros sobre la superficie del agua, hacia el centro de la poza, hay miles de pequeños insectos, probablemente mosquitos, que no paran de moverse y que resaltan más cuando les da la luz del sol directa.
Mucha gente suele acabar la excursión aquí, y la verdad es que el Gorg de la Plana parece ser el sitio ideal donde parar a descansar, valorar lo que hemos visto hasta ahora y emprender después el camino de vuelta al coche, pero aún no hemos visto lo mejor. Justo al lado de la escalera y sobre el torrente de la Plana hay una pequeña pasarela de madera como la del Gorg del Molí dels Murris.
Cruzamos el torrente y seguimos por el sendero en dirección a la parte superior del Salt de la Plana.
A medida que vamos remontando el curso del río Brugent en este paraje nos quedamos asombrados de la abundante vegetación que lo cubre todo, y de la fuerza de la naturaleza por sobrevivir. Incluso un árbol arrancado de raíz aún sobrevive recostado sobre el lecho del río.
Hacia adelante un rincón que parece sacado de la selva amazónica.
Nos acercamos un poco más y por detrás del puente se intuye lo que parece un gran salto de agua. Sólo se oye el agua y el canto de los pájaros.
Cruzamos el puente, que parece muy antiguo y con la típica arquitectura de volta catalana.
Miramos el Brugent corriente abajo, con el árbol acostado al fondo mientras el canto de los pájaros nos va embrujando más y más.
Sobre el puente hay una mata de geranio silvestre (Geranium roberantium) buscando la luz del sol.
El agua del río es cristalina.
Y unos metros más adelante llegamos a un lugar de esos que te dejan con la boca abierta.
Estamos en el término municipal de Sant Feliu de Pallerols. Los vecinos de este pueblo llaman a este lugar la Pedrera d’en Biel, pero se accede desde Les Planes d’Hostoles, y los vecinos de Les Planas lo llaman el Gorg d’en Duran. Como realmente está en Sant Feliu de Pallerols, yo lo voy a llamar con su topónimo «oficial», Gorg de la Pedrera d’en Biel.
Sin duda es un lugar tranquilo, idílico. La pareja de la foto anterior se fue enseguida y nos quedamos totalmente solos, por lo que aprovechamos para comer tranquilamente, escuchando sólo el ruido lejano de la cascada y el trinar de los pájaros a nuestro alrededor. Aproveché también para cambiar el objetivo de la cámara y montar el ultra gran angular con el filtro polarizador. El polarizador lo giro para matar el máximo de brillo del agua.
De espaldas al Gorg de la Pedrera d’en Biel.
A un lado de la poza hay unas ramas de un árbol semisumergidas y me sugiere otro encuadre. Ahora con el polarizador intento sacar el máximo detalle del fondo del agua.
Un detalle de la cascada, ahora con el objetivo todoterreno y sin filtro polarizador.
Esas ramas semisumergidas aún son habitables para otras especies vegetales.
Una foto más de la poza y la cascada, del frente y sin filtros.
Avanzamos un poco más por el sendero hasta que nos situamos a un lado de la poza. De nuevo monto el ultra gran angular con el filtro polarizador y hago una foto desde aquí.
El sendero se estrecha detrás de un grupo de helechos, y tras cruzar una zona llena de ortigas asciende a la parte superior del salto de agua.
Nosotros no seguimos, pero por lo que he leído se llega a otras pozas aunque el camino es más difícil, sobre todo para personas con aprensión a la altura, ya que parte de él pasa por un canal de riego elevado.
Ahora sí que es el momento de realizar la última fase del recorrido, 2km hasta el coche, y para eso tenemos que desandar todo lo andado hasta llegar a la carretera frente al cementerio. De momento volvemos hacia el Gorg de la Plana. Por el camino nos encontramos con esta mariposa de los muros (Pararge aegeria), igualita que la que voló de mi foto de la hoja al sol, pero que ahora sí que posó para mí. Puede que hasta fuera la misma, arrepentida, porque era en la misma zona.
Emergemos de la oscuridad al camino de los huertos.
Se aprovecha todo aquí.
El efecto de la luz por las nubes tapando el sol es curioso y bastante puñetero a la hora de hacer una foto en condiciones, ya que mides la luz de la foto que vas a hacer y en menos de un segundo una nube lo cubre todo, justo cuando disparas, como en este caso que la foto salió subexpuesta y he tenido que levantar las sombras.
A pasar por Can Paulí decido rodear la casa por detrás, a ver si se ve alguna cosa más interesante aparte de lo que vimos al pasar a la ida hacia el Gorg de la Plana. Y sólo vi unas letrinas destartaladas, y un ciruelo lleno de frutas madurando.
Continuamos en dirección a la carretera. Podemos ir por el paseo arbolado por el que vinimos, o también por unos huertos que hay pasando por entre los bancos que están a la sombra de los árboles. Si cogemos la primera opción, al llegar a la carretera nos desviamos por un camino que sale a la derecha. Si escogemos la segunda, el camino de los huertos va a parar al mismo sitio.
Este camino empieza pasando entre algunos huertos de las afueras del pueblo, y luego por la parte de atrás de algunas casas. Por detrás de Can Sidro nos encontramos una fuente junto a la cual han dispuesto una vieja carretilla sobre la que han plantado fresas.
A poco más de 400 metros de Can Paulí cruzamos el río Brugent por un puente. Tomo esta foto de río con la cámara casi en el suelo.
Y nada más cruzar el río veo una señal del Camino de Santiago en el suelo. No sabía que pasara por aquí.
En nada entramos ya en el casco urbano de Les Planes d’Hostoles. Pasamos junto a los antiguos lavaderos y frente a la Font de la Vedruna y entramos en el Carrer de la Font, todo siempre relacionado con el agua.
El pueblo está bastante desierto a estas horas (las 15:45 de un sábado). Tampoco hay mucho atractivo en el pueblo. Podemos seguir recto y acabar en la carretera cerca del Passeig de l’Estació, donde hemos dejado el coche. Si estamos aún con ánimos y fuerzas podemos seguir hasta enlazar con la Vía Verde en dirección a Girona y visitar otra de las pozas más famosas de Les Planes d’Hostoles, el Gorg de Santa Margarida, pero es añadir 4km más a este circuito y hay un tramo un poco complicado. Mejor dejamos esta visita para otro día y regresamos al coche. Yo me dirigí a la Rambla desde el Carrer de la Font y luego por el Carrer de Girona, que va paralelo a la carretera. En el jardín de una casa cerrada había un enorme cerezo con las ramas cargadas de cerezas rojas y brillantes.
Podemos acabar el itinerario como lo hice yo, tomando una cerveza bien fresquita (y merecida) en el Bar Restaurant La Caseta, junto al semáforo, sentados en la acera y mirando las nubes negras cargadas de agua que cubrían el Alt Empordà y la Alta Garrotxa.
Ésta ha sido una de las rutas que más me ha cundido fotográficamente hablando y en la que he visto lugares que más veces me han hecho abrir la boca de admiración. Si la haces espero que experimentes las mismas sensaciones que yo. Ya me contarás.
Cómo llegar al Molí dels Murris y otras pozas de la Garrotxa
Previsión meteorológica
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Quina patejada !!! bona excursió, pero sols de llegir ja estic molttt cansat 🙂
Doncs aquesta no és de les més llargues. Això sí, va ser la més productiva fotogràficament parlant.