Al sur de la provincia de Girona se encuentra la comarca de La Selva, que debe su nombre a que la mayor parte de su superficie, el 65%, está cubierta de bosque. Esta comarca se extiende desde la parte más meridional de la Costa Brava (Blanes, Lloret y Tossa de Mar) hasta las abruptas montañas de las Guilleries pasando por la parte oriental del macizo del Montseny y un extenso llano interior (Sils, Caldes de Malavella y Santa Coloma de Farners). La alta humedad de su clima favorece la extensión de sus bosques, que constituyen una de las principales fuentes de riqueza de la comarca. De hecho La Selva es una de las comarcas catalanas donde más población vive de los trabajos del bosque. Y entre estos trabajos destaca el de la recolección de corcho, ya que abundan los alcornocales como el del Bosc de les Agudes en Breda.
En este circuito vamos a atravesar el Bosc de les Agudes y vamos a bajar hasta la Riera de Breda en dos puntos, por el camino a Ca n’Iscle y en la Font de la Pintoresca. El itinerario es circular, de algo menos de 8km y con no mucho desnivel, apto para cualquier persona que pueda caminar. Se puede hacer con calzado deportivo pero es aconsejable llevar calzado de senderismo porque hay un tramo de trialera. En cuanto al agua, en el camino hay dos fuentes, una al principio y final del camino y La Pintoresca, aunque en verano conviene llevar agua en la mochila. Casi todo el recorrido es en bosque y bastante fresco, pero en el tramo de subida sobre la Serra de Can Pelló puede dar el sol en verano y hacer bastante calor. También conviene llevar un GPS para seguir el track, ya que por la zona hay muchos caminos y senderos sin señalizar y es fácil equivocarse de camino. Por último las fotos de este reportaje son de enero del 2018, y con una luz bastante mala porque el sol no quería acabar de salir.
Aquí tienes una recreación 3D del circuito para que te hagas una mejor idea del recorrido y del terreno por el que discurre. Pulsa en la pausa si empieza a reproducirse antes de que acabe de cargarse el fondo. Durante la reproducción puedes cambiar el punto de vista moviendo el ratón con el botón izquierdo pulsado, y también acercar y alejar con la rueda del botón. Pulsa en la tortuga o en la liebre para cambiar la velocidad de reproducción.
El itinerario empieza en la ermita de Sant Llop de Viabrea, al lado de Breda. Se llega por la carretera C-35, y al llegar a Riells i Viabrea tomamos el desvío hacia Breda. Una vez pasado el núcleo de Riells i Viabrea encontramos a mano izquierda un desvío a St. Llop, el cementerio y Ca n’Hosta. Si venimos desde Breda el desvío está a la derecha poco después de pasar la estación de tren de Riells i Viabrea y Breda. En el primer cruce seguimos a la derecha por la Carretera de Sant Llop, y por ella continuamos atravesando urbanizaciones hasta llegar a la ermita, junto a la cual está también el cementerio. Podemos dejar allí el coche si hay sitio, y si no poco antes de la ermita nos desviamos a la derecha y aparcamos detrás de la ermita, en un área de recreo. Yo aparqué frente al cementerio. A la derecha sube una cuesta hasta la entrada a la ermita. La verja estaba cerrada, por lo que sólo pude hacer esta foto de la entrada de la ermita.
Sant Llop de Viabrea es una iglesia románica del siglo XIII, aunque la parroquia ya está documentada desde el año 941. Tenía un importante retablo del siglo XVII dedicado a Sant Llop, Sant Esteve y Sant Sebastià, pero fue destruido en 1936. La última restauración es de 1982. Rodeamos la ermita hacia la parte de atrás.
Ya detrás de la ermita, en el área de recreo, seguimos por el camino que se dirige hacia el bosque. Desde allí tenemos esta otra vista de Sant Llop.
A la izquierda del camino hay una fuente. Empezamos a caminar y vemos que la tierra está bastante seca y removida. De hecho un cartel nos advertía de que se estaban llevando a cabo trabajos forestales.
El otoño del 2017 y el invierno siguiente fueron muy secos en general en el Montseny. De hecho de esos mismos días es este recorrido por la Font de Passavets y el pantano de Santa Fe del Montseny, que estaba casi vacío. Luego la primavera siguiente ha sido más agradecida con la lluvia (quizás con exceso), así que ahora todo debe presentar un aspecto muy diferente.
Por este primer tramo el bosque no es muy denso, más bien al contrario, una combinación de maquia y garriga. A unos 400 metros llegamos a un cruce. Al fondo y en lo alto de un cerro vemos el Castillo de Montsoriu, que si te interesa puedes visitar con este circuito.
Seguimos por la izquierda. Otros 400 metros más adelante nos cruzamos con otro camino. Seguimos otra vez por la izquierda. A la vuelta vendremos por el otro. Ahora empieza el tramo de subida.
Se nota que han limpiado bastante el sotobosque a ambos lados del camino, donde crecen mayoritariamente pinos jóvenes en lugar de alcornoques o encinas. La aliaga o tojo (Ulex parviflorus) está bien florida en esta época del año (enero).
Unos 400 metros después del cruce anterior me llama la atención una superficie redonda a la izquierda del camino. Más allá ya se ven los alcornoques característicos de esta zona del Montseny, y al fondo el Turó de Morou (1.311 m), tras el cual se encuentra el pantano de Santa Fe de Montseny.
Desde allí también tenemos una buena vista de Breda si miramos hacia atrás a nuestra derecha.
Otro arbusto muy típico de esta zona es el madroño (Arbutus unedo), como vimos en la visita al Castillo de Montsoriu. Y es curioso que con tan pocos días de diferencia y kilómetros de distancia, en Montsoriu los madroños estaban repletos de bayas (aunque un poco pasadas) y en cambio aquí están en flor.
Y seguimos subiendo. Los pinos a ambos lados del camino han dado paso a los alcornoques, como tiene que ser.
Unos 350 metros más adelante de la superficie redonda llegamos a otro cruce. Seguimos de nuevo hacia la izquierda, por el camino que llanea entre los alcornoques. Tras el giro, a nuestra izquierda queda Breda a lo lejos, y parte del camino por el que hemos subido.
Ya estamos en el corazón del Bosc de les Agudes. Descansamos de la subida a lo largo de unos 200 metros de camino llano para luego volver a la cuesta arriba, aunque ya no tanto como antes. Llegamos a una zona del bosque que han limpiado hace poco y de la que han hecho algo de leña de pino.
Desde este punto seguimos cuesta arriba hacia la derecha. Los alcornoques (Quercus suber) se descorchan en intervalos de entre 9 y 14 años. A estos no les falta mucho para el próximo descorche, ya que la corteza nueva (abajo) casi llega a la altura de la original (arriba).
Me llaman la atención las formas y la coloración de los troncos de estos alcornoques, en contraste con los que vi en Montsoriu, que estaban recién descorchados.
Todo el entorno en sí parece muy descuidado, pero es justo todo lo contrario, es bueno para el bosque ir saneándolo de tanto en cuando. A unos 150 metros del giro a la derecha pasamos junto a lo que parece ser un pozo abandonado. Debe ser peligroso porque está precintado por la policía local.
Al otro lado del camino hay otras ruinas.
Unos 250 metros más adelante llegamos al punto más alto del recorrido, 354 m., en la Serra de Can Pelló. El lugar está señalado con una piedra pintada de colores azul y rojo.
Pero lo que más me llama la atención en un alcornoque que crece pegado a una gran roca y que parece querer abrazarla.
Y también me llama la atención cómo parecen deshacerse estas rocas convirtiéndose en esa tierra amarillenta que cubre el camino.
Cruzamos un tendido eléctrico que nos señala el Turó de Montsoriu (612 m.).
El camino empieza a descender suavemente. A los 200 metros nos cruzamos con el sendero GR-83, también llamado Camino del Norte o del Canigó, un camino que ya crearon los griegos y que va desde Mataró hasta Prada de Confrent pasando por el Canigó. El sendero se nos incorpora por la izquierda y sigue recto por nuestro camino, pero nosotros nos vamos a desviar por otro camino que baja hacia nuestra derecha adentrándose en lo profundo del bosque.
El trazado del camino corresponde con el límite del Parque Natural del Montseny, siempre a nuestra izquierda, y baja por la cara norte de la Serra de Can Pelló, más sombría y húmeda, tal como se aprecia en la corteza de los alcornoques y en el sotobosque.
A los 250 metros o poco más nos cruzamos con otro camino. Ahora vamos a seguir por la izquierda. Oimos ruido de agua.
Tras un giro cerrado a la derecha el camino empieza a bajar con más pendiente. Pasamos una puerta que suele estar abierta.
Y llegamos a la Riera de Breda al final de la bajada.
La riera cruza el camino por debajo a través de tres tubos. No debe ser una riera muy caudalosa, porque esos tres tubos me parecen insuficientes si baja mucha agua.
Entre la espesa vegetación de este rincón me llaman la atención las flores masculinas de los avellanos (Corylus avellana).
El camino cruza la riera y continúa hacia Ca n’Iscle, las instalaciones deportivas de Les Agudes y la Casa Nova, pero no se puede seguir porque ya es propiedad privada (una cadena cierra el paso del camino).
Volvemos hacia arriba y nos acercamos un poco más a la riera para verla más de cerca. A pesar de la falta de lluvias de este otoño e invierno aún baja algo de agua por la riera de Breda, más que por la de Passavets una semana antes.
Seguimos camino arriba hacia el cruce anterior. Son curiosas algunas formas del crecimiento de la corteza de los alcornoques. Me recuerda a cómo crece la espuma de poliuretano proyectado, o lo blanco de las palomitas de maíz.
Entre los árboles y a nuestra izquierda podemos ver la Casa Nova, al otro lado de la Riera de Breda.
En el verde oscuro de este bosque destaca el blanco de las florecillas de durillo (Viburnum tinus) o marfull en catalán.
Al llegar al cruce por donde vinimos seguimos recto. Este camino empieza llaneando por el bosque húmedo de la Serra de Can Pelló.
Después de cruzar el mismo tendido eléctrico que cruzamos desde arriba de la sierra el camino desciende con más pendiente, a la vez que el suelo se muestra más irregular y con bastantes marcas de neumático de moto de trial.
A unos 650 metros del cruce llegamos a una bifurcación. Seguimos hacia la izquierda.
Por el aspecto que tiene el camino, tiene que bajar bastante agua por él cuando llueve mucho.
En cruces con otros senderos empezamos a encontrar unas marcas pintadas en rojo y con forma de «X» un poco redondeada, o forma de «8» abierto por arriba y por abajo. No sé qué indicarán pero de momento las seguimos.
Poco a poco vamos saliendo del bosque a medida que llegamos a la parte más baja del recorrido.
A uno 1.150 metros de la bifurcación anterior llegamos a un cruce. Ahora vamos a tomar el camino de la izquierda.
El camino se estrecha en sendero y pasa junto al Molí d’en Bosc, aparentemente abandonado.
Pasado el molino nos volvemos a encontrar con la Riera de Breda.
Nada más cruzar por el pequeño puente de madera nos desviamos a la izquierda y seguimos por el pequeño camino al lado de la riera.
No hay mucho caudal de agua pero los pequeños saltos de agua dan la banda sonora a este rincón de Breda.
A los pocos metros una gran roca a nuestra derecha nos anuncia la Font de la Pintoresca. Una fecha grabada en la roca nos da idea de su inauguración, el 12 de febrero de 1912.
El entorno está bastante descuidado. Supongo que hace 100 años y con el molino en funcionamiento era un lugar muy frecuentado por los vecinos de Breda, y por lo tanto más «pintoresca». Es más bonita la vista de la riera desde allí.
A pesar de la sequía, de la fuente aún sale un chorrillo de agua. No veo ningún rótulo o aviso que informe de su potabilidad.
Me llama la atención una roca entre la fuente y la riera. Presenta una profunda grieta recta que parece partirla en dos.
El agua cristalina de la riera fluye corriente abajo.
Dejamos ya la fuente y regresamos hacia el puente de meadera. Así es el entorno de la Font de la Pintoresca.
Nos disponemos a cruzar la Riera de Breda hacia el Molí d’en Bosc.
Desde encima del puente hago una foto en cuclillas de la riera, no sin cierta dificultad porque el puente se mueve bastante.
Seguimos por el sendero que pasa junto al Molí d’en Bosc y cuando llegamos al cruce desde el que nos desviamos hacia la Font de la Pintoresca continuamos recto. Por esta zona hay muchos caminos y se realizan muchas actividades deportivas, ya sea a pie o de motor, por lo que en los cruces nos podemos encontrar señales contradictorias que se pusieron para alguna de las actividades deportivas pero luego no se retiraron, como éste a unos 100 metros del cruce anterior y que tenemos que seguir recto a pesar de la señal del suelo.
Otros 100 metros más adelante encontramos un cruce similar, y seguimos hacia nuestra derecha. La siguiente foto está tomada ya desde el camino de la derecha mirando hacia donde hemos venido, que es el que sale del bosque a la izquierda. Las señales invitan a tomar el camino equivocado.
Una vista nítida del castillo de Montsoriu desde el camino.
El camino tiene pinta de enfangarse cuando llueve, y por eso en algunos tramos hay ramas tiradas por el camino para que los vehículos no pierdan adherencia.
Si no tenemos suficiente con no perdernos por las señales en algunos cruces, la maquinaria de los trabajadores forestales parece haber abierto nuevos caminos (o quizás son circuitos de alguna prueba) y podemos perdernos por ello. Cuesta distinguir qué camino es el bueno.
En algunos lugares parece que hayan arrasado con la vegetación, incluidos algunos pinos jóvenes.
Si no nos hemos perdido, 1,4 km después de la Font de la Pintoresca llegamos al cruce que nos llevará a Sant Llop de Viabrea por el camino por donde empezamos el circuito, por lo que seguimos recto. Unos 700 metros más adelante avistamos la ermita románica, la fuente y la parte trasera del cementerio.
En lugar de rodear la ermita por detrás pasamos por entre ésta y el cementerio. Hacia la parte delantera de la ermita hay una pequeña escalinata hacia una verja, también cerrada con llave.
Hay una enorme pita (Agave americana) que ocupa gran parte de la escalinata e impide encontrar un buen sitio para hacer una foto de la fachada de Sant Llop de Viabrea, por lo que me decanto por este encuadre desde fuera.
Y aquí acaba el recorrido. No es una de las excursiones más bonitas que se pueden hacer por esta zona del Montseny, pero no es complicada y ayuda a comprender mejor la actividad humana en el entorno natural, sobre todo por el aprovechamiento sostenible de los recursos forestales. Con las lluvias de esta primavera es muy probable que presente mejor aspecto que cuando fui, así que te invito a ir a comprobarlo. Y luego me lo cuentas, claro.
Cómo llegar al Bosc de Les Agudes de Breda
Previsión meteorológica
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