En plena zona vinícola del Penedès y a mitad de camino entre Barcelona y Tarragona se encuentra el municipio de Santa Margarida i els Monjos. Es un fértil territorio llano, regado por el río Foix y diversos afluentes y atravesado por la romana Via Augusta, por lo que ha tenido una gran importancia a lo largo de la historia, tanto en época de los romanos como durante en la Reconquista en la Edad Media. Precisamente durante la Reconquista, una vez expulsados los sarracenos de este territorio los cristianos iniciaron la colonización promoviendo la creación núcleos de población en torno a torres defensivas que servían para proteger a los colonos. Una de esas torres es la parte más visible hoy en día del Castell de Penyafort.
Asimimo el territorio también se fue salpicando de pequeñas ermitas que servían para dar protección espiritual a los temerosos colonos. Al suroeste del municipio y cerca del núcleo del núcleo de La Ràpita, junto al Castell de Penyafort, se encuentra el lugar de La Senabre, escrito en algunos sitios como Sanabra o Senabra. Poco se sabe de este lugar pero ya estaba documentado a finales del siglo X. Hoy sólo queda una masía con edificios anexos y la ermita románica de Santa Maria de la Senabre. En dirección a Olèrdola y las montañas del Parc de Foix quedan apenas unas pocas piedras de la ermita de Sant Llorenç de la Senabre.
En el circuito que propongo en este post vamos a explorar algunos de estos lugares tan poco conocidos, algunos de los cuales se encuentran en gran peligro de desaparecer por su deterioro a pesar de los esfuerzos que hacen las administraciones para conservarlos. Se trata de un recorrido circular de poco menos de 6 km. En sí no es difícil pero hay un tramo más técnico, el de subida a Sant Llorenç de la Senabre, donde hay que extremar la precaución y por eso lo he calificado de dificultad moderada. Casi todo el recorrido es en pista o sendero, por lo que es suficiente llevar calzado deportivo cómodo, aunque recomiendo el de senderismo por el tramo más difícil. Aunque pasamos por algunas fuentes por el camino recomiendo llevar agua en la mochila, y ropa ligera en verano por el calor. Yo hice el recorrido en agosto del 2018, por la mañana temprano, y aunque el Fondo de la Senabre es un lugar fresco, bajando de Sant Llorenç al Castell de Penyafort el sol calienta con fuerza en verano.
Aquí tienes una recreación 3D del circuito para que te hagas una mejor idea del recorrido y del terreno por el que discurre. Pulsa en la pausa si empieza a reproducirse antes de que acabe de cargarse el fondo. Durante la reproducción puedes cambiar el punto de vista moviendo el ratón con el botón izquierdo pulsado, y también acercar y alejar con la rueda del botón. Pulsa en en el + y en el – bajo la barra de reproducción para cambiar la velocidad.
El punto de inicio y final de recorrido está en el Castell de Penyafort, a las afueras de La Ràpita. Junto a la entrada al castillo hay un pequeño espacio para aparcar, pero si está lleno hay un aparcamiento poco antes de llegar al castillo, a la derecha. Realmente no es un castillo, sino que en un principio fue torre defensiva con casal fortificado (siglo XI) a la que se añadió un convento y una iglesia. Aquí nació el santo Raimon de Penyafort entre 1175 y 1180. Hoy es una de las puertas de entrada al Parc Natural de Foix.
Empezamos el recorrido siguiendo el camino que rodea el Castell de Penyafort por la izquierda. Es el punto de origen de todos los caminos.
Tras pasar por detrás del castillo, el camino se enfila entre viñedos en dirección a Castellet.
Justo pasado el castillo, en un camino que sale a la derecha rodeando el castillo veo asomar una cabeza por encima de una mata.
Se trata de un simpático conejo (Oryctolagus cuniculus). A pesar de que por mi edad la presbicia me está fastidiando la vista de cerca, reconozco que de lejos sigo teniendo muy buena vista. El conejo debía estar a unos 40 o 45 metros de mí. La foto está hecha con focal de 250mm y aún así el conejo se ve pequeño. No sé si él me vió, pero si lo hizo no pareció importarle mucho, no como el que corrió a esconderse delante mío en el circuito de las Fonts d’Olèrdola. No me escondí y seguí observándolo a través del teleobjetivo. El conejo avanzó unos metros hacia una zona soleada y se irguió delante de una viña.
De repente apareció otro conejo y ambos se pusieron a corretear por entre las viñas, como si le hubiera avisado de que no había peligro.
Para que te hagas una idea de lo lejos que estaba de los conejos, en la siguiente foto estaban al final del camino de cemento, a la izquierda. Al fondo el núcleo de La Ràpita al otro lado del río Foix.
Al final del muro también llama la atención lo que parece ser una antigua torre que no tiene que ver con el castillo (aunque está dentro del perímetro) pero que contrasta con el entorno industrial y residencia de La Ràpita. Según el Mapa de Patrimoni de la Diputació de Barcelona, se trata de un molino de viento.
Seguimos recto por el camino a Castellet, rodeados de viñas. Detante nuestro la finca de Cal Magí.
No entiendo mucho de viñas, pero yo diría que las de Cal Magí, a la derecha del camino, son de la variedad Merlot.
Las viñas de la izquierda del camino son de uva blanca. Como el sol de la mañana viene por la izquierda, su luz atraviesa hojas y fruto. Yo diría que la variedad de uva es Chardonnay.
Pasado Cal Magí y cuando llevamos alrededor de medio kilómetro de recorrido, a nuestra derecha tenemos una vista de los viñedos hasta La Ràpita. No son tan extensos como los podemos encontrar en otras zonas de España como La Rioja. En el Penedès los campos son más pequeños y las hileras de viñas se orientan en todos los sentidos. En las montañas del fondo y hacia la derecha se puede distinguir (con prismáticos) el Castellot o Castellvell de la Marca, un viejo castillo del siglo X en ruinas en Castellví de la Marca. Por detrás de esas montañas está el misterioso puedo abandonado de Marmellar que ya visité en dos ocasiones. Al fondo a la izquierda asoma la Talaia del Montmell (861 m), la cima más alta de la sierra del Montmell-Marmellar.
Pocos metros más adelante llegamos a un cruce. A la derecha tenemos Cal Noi, donde una cabra nos observa atentamente.
A la izquierda el camino que vamos a seguir, aunque después de hacer esta ruta he descubierto que se puede seguir recto, pasar por la Font de Sal-i-pebre y unos 300 metros después de este cruce torcer a la izquierda para pasar por La Senabre, con la iglesia románica de Santa Maria e ir a parar al Fondo de la Senabre, al mismo lugar que por este camino a la izquierda. Pero como yo no lo sabía, tiré para la izquierda.
Más allá de los viñedos a la derecha asoma La Senabre por encima de los árboles. Al fondo el Parc del Foix.
El intenso sol del verano ayuda en la recta final de maduración de la uva de estas viñas.
Y no sólo la uva, sino que también maduran las moras (Rubus ulmifolius) de los matorrales que separan el camino de los viñedos.
Por detrás nuestro el llano del Penedès con Santa Margarida i Els Monjos más allá de los viñedos.
A la izquierda del camino la uva ya empieza a pasarse. La vendimia es inminente.
A unos 600 metros del desvío llegamos casi a la altura de La Senabre.
A la uva de aquí aún le falta unos días para estar en el punto óptimo.
A un lado del camino acerco la cámara a un ejemplar de lagartija colilarga oriental (Psammodromus jeanneae) que me observa atentamente.
De todos es conocida la capacidad de autotomía de las lagartijas, que son capaces de perder la cola para escapar de los depredadores. Esto les salva la vida, al menos en ese momento, porque la cola se regenera, sí, pero no hasta su longitud y aspecto originales, lo que supone una desventaja a la hora de encontrar pareja para reproducirse. Este ejemplar parece haber pasado por ese trance.
A unos 800 metros del devío ya dejamos de estar rodeados de viñedos porque llegamos al Barranc de la Senabre. Nos rodea la vegetación de ribera.
Y pocos metros más adelante llegamos al Fondo de la Senabre, ya en el Parc del Foix. A la izquierda sale un sendero que conduce al Torrent del Llop (pasaremos por allí más adelante) y por la derecha se nos incorpora el camino que viene de La Senabre. Aunque los avisos y la cadena nos pueden dar a entender lo contrario, seguiremos el camino recto.
Al pasar junto a la cadena, abajo a la derecha veo un par de setas que alguien ha señalado disponiendo unas piedras alrededor para que nadie las pise. No he conseguido identificarlas, ya que por textura y color parecen de las típicas que salen en los troncos de los árboles podridos, pero éstas salen del suelo y tienen pie.
No me extraña que crezcan setas en este lugar en el mes de agosto. El Fondo de la Senabre es un lugar fresco, húmedo y sombrío.
Estamos en un parque natural. Cualquier ayuda es poca para preservar la flora y la fauna del lugar, como los murciélagos.
Pasamos por algunos lugares donde la vegetación es realmente exuberante.
A unos 500 metros del cruce de la cadena llegamos a la Font de Sant Llorenç.
La fuente se encuentra a la derecha.
Arriba a la izquierda hay una inscripción con un poema que cuesta leer por su estado de deterioro.
Más o menos he podido leer:
Lloc d’esbarjo del qui matina,
font humil de Sant Llorenç,
dolç repòs del qui camina,
d’aigua fresca i cristallina,
que bevent-ne el cor em prens.
Tens per marc un bell paisatge,
tens perfums, tens cants d’ocell,
tens els besos de l’oratge
i del Cel reps homenatge,
perquè et dona el seu mantell.
Que en castellano viene a ser:
Lugar de recreo de quien madruga,
fuente humilde de San Lorenzo,
dulce reposo de quien camina,
de agua fresca y cristalina,
que bebiéndola el corazón me tomas.
Tienes por marco un bello paisaje,
tienes perfumes, tienes cantos de pájaro,
tienes los besos del tiempo
y del Cielo recibes homenaje,
porque él te da su manto.
Bellas palabras que describen bien el lugar y las sensaciones. No pude comprobar si el agua era fresca y cristalina, ni siquiera si salía agua del grifo de la fuente. Frente a la fuente hay varias mesas y bancos de madera para disfrutar del lugar con más comodidad.
Proseguimos nuestro recorrido camino arriba aunque con muy poca pendiente. Por la zona, muy cerca de la Font de Sant Llorenç, hay un par de fuentes más, la Font de Sant Joan y la Font del Pouet del Cagalló, pero no encontré indicaciones ni senderos que llevaran a ellas, quizás porque no aparté la mirada del agradable camino del Fondo de la Senabre. Se nota que por él baja agua cuando llueve mucho.
Unos 250 metros más arriba de la Font de Sant Llorenç vemos a la izquierda del camino unos árboles con marcas de pintura amarilla. Tomamos nota de ellos porque volveremos. De momento seguimos camino arriba.
Unos 300 metros más adelante llegamos a un espacio bastante limpio y arreglado.
A la derecha se encuentra el Forn de Calç (horno de cal) de la Senabre.
No he encontrado información sobre este antiguo horno de cal, que se encuentra en estado ruinoso aunque el Consorci del Parc del Foix ya ha realizado algunas tareas de restauración en él y en su entorno. Podemos subir a la parte superior por una pequeña cuesta que hay a la izquierda.
Frente al Forn de Calç hay un tronco con una placa conmemorativa de la sección de excursionismo de la agrupación de Ball de Diables de La Ràpita. La placa representa el Nacimiento de Jesús y está datada en la Navidad del 2013, pero desconozco realmente el objetivo de la misma.
El camino sigue unos metros más adelante y luego continúa por un empinado sendero hasta un camino cerca de la cantera de Uniland en Olèrdola (la vimos a lo lejos en el itinerario de las Fonts d’Olèrdola). Nosotros vamos a regresar a los árboles pintados de amarillo.
Ahora empieza la parte más difícil o técnica del circuito. Son poco más de 100 metros de estrecho sendero que suben desde los 240 a los 280 metros de altitud. El de la siguiente foto es uno de los tramos más fáciles.
En otros tramos el piso es muy pedregoso y hay que caminar con cuidado y pisar con seguridad. Cualquier piedra que ruede bajo nuestros pies nos hará caer por el barranco. He leído en algún blog que algún excursionista ha resultado herido. Hacia el final la subida se va suavizando y el terreno se vuelve más fácil.
Damos un suspiro de alivio cuando avistamos Sant Llorenç de la Senabre entre los árboles. Ya se ha acabado lo peor.
Coronamos la colina y nos acercamos a lo que queda de esta pequeña capilla de estilo románico construida a finales del siglo XI.
Sí se sabe que sobre el siglo XVI, en plena expansión vitivinícola del Penedès, se estableció una masía en lo alto de la colina aprovechando la estrcutura de la capilla. Prueba de ello es el horno que fue añadido al ábside.
Sant Llorenç de la Senabre ha sufrido un importante deterioro en los últimos 100 años, sobre todo a partir de 1980 y del año 2000. En un boletín del Centre Excursionista de Catalunya de 1912 una fotografía atestigua el buen estado de conservación de Sant Llorenç en aquella época, aunque el texto ya avisa de que si no se intervenía pronto se vendría abajo en poco tiempo. Y así ha sido.
Ahora apenas quedan en pie una parte del ábside y un par de muros.
Desde la parte superior de las ruina hay estas formidables vistas del llano del Penedès con La Ràpita abajo y la Serra del Montmell-Marmellar al fondo.
Y así se conserva el interior del ábside.
En las inmediaciones hay restos de los muros de otras edificaciones anexas a la masía del siglo XVI.
Visto Santo Llorenç de la Senabre y su entorno inmediato nos dirigimos hacia un camino que sale a la derecha en dirección al bosque. Desde él echamos el último vistazo a Sant Llorenç.
El camino, totalmente llano, es fácil de seguir. Parece que lo han estado acondicionando y limpiando el bosque no hace mucho.
El primer tramo parece poco transitado y es fácil salirse de él. Poco más adelante empieza a descender y ya parece más transitado.
A unos 300 metros de las ruinas de Sant Llorenç el camino desemboca en el que subía hacia la izquierda desde el cruce del Fondo de la Senabre, donde la cadena y las setas.
Seguimos recto por ese camino. Salimos del bosque y pasamos junto a unos viñedos a nuestra izquierda. Al fondo la Talaia del Montmell.
Cuando llevamos unos 200 metros por este camino llegamos a un cruce doble. En el primero se nos incorpora por la derecha el camino por el que vendríamos de haber seguido adelante desde el Forn de Calç. Por delante una cadena cierra el paso a los vehículos no autorizados.
Pasamos junto a la cadena y vamos al segundo cruce. Desde allí vemos abajo las ruinas de una gran casa.
En este cruce seguimos por el camino de la derecha.
El camino se acerca a un viñedo que exhibe el producto de la próxima vendimia. En el Penedès todo suelo que no es bosque o polígono industrial se usa para plantar viñas.
El camino sigue en suave descenso. Al fondo asoma Montserrat por la derecha.
Estos viñedos parecen de la variedad Garnacha tinta.
Dejamos atrás los viñedos y volvemos al bosque. Las ruinas de aquella casa grande que vimos hace un rato están ahora más cerca.
A unos 400 metros de la cadena llegamos al Torrent del Llop, en una curva pronunciada del camino a la izquierda. Como todas las corrientes de agua aquí, el Torrent del Llop está completamente seco, pero la espesa vegetación detala que por aquí suele bajar agua cuando llueve. Dejamos el camino y nos adentramos por la derecha en este encinar en busca de la Font del Llop.
El camino no está señalizado ni tampoco está muy definido. Yo mismo tuve que recular varias veces en busca del camino correcto. Si vemos alguna pila de piedras, por pequeña que sea, el camino pasa por ahí.
Más o menos tras unos 100 metros desde el camino principal y en línea recta (si hemos ido en la dirección correcta) llegamos a la Font del Llop, que ésta sí está señalizada.
La fuente está dentro de una pequeña cueva. Como me imaginaba, la fuente estaba seca, por lo que habrá que esperar a que llueva.
Fuera de la cueva y hacia la izquierda de la fuente hay como un pasillo entre las rocas.
En una de las paredes al fondo del pasillo hay una pequeña representación del Nacimiento de Jesús.
Regresamos al camino principal. El trayecto de vuelta es más sencillo, siempre hacia abajo, como el torrente.
Por el camino veo un montón de manojos de ramas secas en el suelo. Los han abandonado los recolectores furtivos de lentisco (Pistacia lentiscus).
De nuevo en el camino, seguimos por él hacia abajo.
A unos 100 metros del Torrent del Llop salimos del bosque y nos plantamos casi delante de las ruinas que vimos hace rato. Abajo a la izquierda hay un viñedo desde el cual puede quedar bien una foto de la casa en ruinas.
Volvemos al camino y seguimos hacia las ruinas de la casa, conocida aquí como La Torreta. Junto al cruce con el camino a la casa encuentro una Cyrtophora citricola cuidando su nido entre varias hojas de agave.
Tomamos el camino de La Torreta.
El acceso a la casa desde el camino es casi imposible debido a la maleza y vegetación que rodea las ruinas por aquí.
Rodeamos la casa por la derecha en busca de algún acceso más fácil. Detrás hay un extenso viñedo. Al fondo el Castellot y la Serra del Montmell-Marmellar.
Por detrás no hay tanta maleza junto a la casa, aunque ésta apenas deja ver lo que en su día fue un enorme horno de leña.
Me sitúo a la sombra de la casa para tomar esta foto de los viñedos de La Torreta.
Esta parte se ve bastante cuidada. Supongo que los propietarios de La Torreta se mudaron a vivir a otro sitio mejor pero siguen cuidando sus tierras.
Me acerco a la que parece ser la puerta principal de La Torreta. No veo las ruinas suficientemente seguras como para entrar en la casa sin peligro, y el interior tampoco parece muy transitable.
Creo que ya he visto lo suficiente, así que decido regresar al camino. Un último vistazo a la fachada trasera de La Torreta, o quizás la delantera, no sé cómo debía estar dispuesta.
Al otro lado de La Torreta, junto al camino de acceos, hay otro extenso viñedo.
Una chumbera (Opuntia ficus-indica) junto a las ruinas muestra sus higos con diferentes grados de maduración.
Me fijo en la pared de la casa detrás de la chumbera y en una piedra que sobresale de ella. Me pregunto cuál sería su función.
De regreso al camino principal, seguimos hacia abajo, al Fondo de la Torreta en dirección al Castell de Penyafort. Queda poco más de un kilómetro para completar el recorrido.
Hace tanto sol y es tan claro el piso del camino que es fácil ver las hormigas caminando por él, y sin necesidad de agacharse. Aquí una hormiga cargando un grano de cereal.
Con el calor del verano los saltamontes también están muy activos y los vemos aterrizar y saltar delante nuestro mientras caminamos.
El sol ya pica bastante y hace rato que no pasamos por ninguna sombra. Afortunadamente todo es bajada y el camino es descansado. A 300 metros de la Torreta vemos por fin que el camino entra en zona boscosa.
A lo lejos veo una mariposa podalirio (Iphiclides podalirius) revoloteando alrededor de un arbusto. Espero que se pose y me acerco con cuidado. Con el calor los insectos son muy activos y es más fácil que huyan a la que detecten el mínimo movimiento. Consigo acercarme lo suficiente para hacerle algunas fotos de primer plano. Es la podalirio más entera que he visto en mucho tiempo.
El camino, tan recto y liso y en suave descenso, se hace un poco aburrido. Es como ir en autopista a 80 km/h. No hay mucho que fotografiar en este tramo del recorrido.
Tal es así que encuentro más interesesante un duelo desigual que llevan a cabo dos hormigas justo delante de mis pies.
Por fin algo novedoso. A 650 metros de La Torreta llegamos a una bifurcación. Nosotros seguimos por la izquierda, aunque por la derecha también podríamos llegar al mismo sitio.
Si levantamos la cabeza a nuestra izquierda, al otro lado del Fondo de la Torreta y en todo lo alto asoma el Mas Petit. No hay nada más interesante por aquí.
A unos 200 metros de la bifurcación el camino llega ya al Fondo de la Torreta. Apurando el terreno cultivable disponible allí, vemos un estrecho viñedo de apenas dos o tres filas de viñas.
Unos metros más adelante vemos al fondo la torre del Castell de Penyafort. Ya estamos llegando al final.
Las rojas bayas del lentisco brillan bajo la intensa luz del sol.
A unos 200 o 250 metros del viñedo del Fondo de la Torreta llegamos a la carretera del Castell de Penyafort. A nuestra derecha podemos comprobar la naturaleza calcárea del terreno (por eso el camino se veía tan blanco al sol).
Ya en la carretera seguimos hacia la izquierda cruzando el Fondo de la Torreta por el puente.
Pasamos junto al aparcamiento de visitas del castillo y afrontamos la última rampa.
Antes de dar por finalizado el recorrido podemos entretenernos un poco con el castillo-convento. El castillo es visitable los fines de semana, pero en todos los sitios donde he consultado no me queda claro si todos, sólo los segundos domingos de cada mes, o las visitas son concertadas. En cualquier caso si estás interesado contacta con el Ayuntamiento de Santa Margarida i els Monjos. Como yo fui en día entre semana el castillo estaba cerrado. Al lado de la puerta monté el ultra gran angular para captar lo máximo en una sola toma.
Desde el aparcamiento de delante del castillo, donde hemos empezado el recorrido, me fijo en esta especie de balcón con barandilla pero sin suelo.
De casa fortificada a convento, y de convento a prisión del bando republicano para los aviadores franquistas apresados durante la Guerra Civil, el Castell de Penyafort ha tenido muchos usos, o muchas vidas. Imagino que esta ventana con barrotes en uno de los muros del castillo bien podría ser de una celda de aquella prisión.
Y hasta aquí este interesante recorrido por la historia y por lugares poco conocidos del Penedès. Es una lástima que el tramo final sea tan aburrido, pero tampoco se puede evitar. Y también es una lástima no haber sabido antes lo de pasar por La Senabre. Quizás en otra ocasión.
Cómo llegar a Sant Llorenç de la Senabre
Previsión meteorológica
- Artículo bajo licencia Creative Commons BY-NC-ND 4.0 International. Puedes compartirlo si citas al autor, si no obtienes ningún beneficio económico, y si lo mantienes íntegro, sin realizar ninguna modificación en el texto ni en las fotos. Y si además me lo comunicas, me harás muy feliz. 🙂