No hace mucho que soy fotosenderista y tampoco dispongo del tiempo que me gustaría para disfrutar más de esta actividad. Cuando salgo a caminar con mi cámara busco siempre los lugares más atractivos de las zonas por donde me muevo, o al menos los que más me llaman la atención en la investigación previa a la elección de los itinerarios, y el Nacedero del Urederra es uno de los que siempre he tenido en mi lista de objetivos ineludibles, influenciado por lo que me habían contado del lugar y las fotos que había visto por Internet. Y la verdad, no defrauda, es mucho mejor de lo que me habían explicado y de lo que había visto en las fotos.
El río Urederra, a pesar de tener sólo 19 km de longitud, es uno de los más famosos de Navarra, y quizás también de España. Nace en el Parque Natural de Urbasa-Andía, en la Sierra de Urbasa, y desemboca en el río Ega, un afluente del Ebro. En 1987 todo el entorno del nacedero fue declarado Reserva Natural para proteger la riqueza natural de este enclave.
La principal característica de este río es el color azul turquesa de sus aguas (Urederra en euskera significa «agua hermosa«). Debido a la naturaleza kárstica de la sierra de Urbasa, el agua de la lluvia disuelve el carbonato cálcico de las rocas mientras se filtra por ellas (ver el circuito del Bosque Encantado de Urbasa). Esta agua de lluvia acaba aflorando por el nacedero del Urederra, y en el curso del río el carbonato cálcico se va depositando en el lecho del río dándole al agua este color característico. Es lo mismo que ya vimos en la riera de Cogolls en el circuito del Molí dels Murris. Y si el color turquesa del Urederra no fuera suficiente, en otoño se complementa con los colores que la exuberante vegetación que cubre el recorrido, convirtiéndolo en uno de los lugares naturales más bonitos que he visitado.
Dado que es un lugar muy visitado y que se trata de una reserva natural, el acceso está limitado, por lo que es conveniente reservar visita en la web con antelación para no tener problemas de acceso, ya que el aforo es restringido. La entrada es gratuita, aunque en el aparcamiento hay que pagar 4,50€ por vehículo (en noviembre del 2020). Yo fui un lunes en noviembre del 2016 con reserva y no había nadie (ni en el aparcamiento), pero me han contado que el aparcamiento de Baquedano, que es grande, se suele llenar en verano y en los fines de semana de coches y de autocares.
El itinerario para visitar el Nacedero del Urederra es lineal, de poco más de 7,5 km entre la ida y la vuelta desde el aparcamiento de la Reserva Natural del Nacedero del Urederra, en Baquedano, cerca de Estella. El recorrido es fácil, con poco desnivel, a excepción del tramo final de subida hasta el mismo nacedero, que es un tramo que poca gente hace porque se quedan ya en las pozas del principio y no siguen. En cuanto al equipo a llevar, como siempre calzado cómodo, preferiblemente con buena sujección, ya que el tramo final, a parte de la pendiente es bastante resbaladizo. Respecto a este tramo final, por informaciones que tengo en noviembre del 2020 al parecer está cerrado por el mal estado en que se encuentra. Es una pena.
Aquí tienes una recreación 3D del circuito para que te hagas una mejor idea del recorrido y del terreno por el que discurre. Pulsa en la pausa si empieza a reproducirse antes de que acabe de cargarse el fondo. Durante la reproducción puedes cambiar el punto de vista moviendo el ratón con el botón izquierdo pulsado, y también acercar y alejar con la rueda del botón. Pulsa en la tortuga o en la liebre para cambiar la velocidad de reproducción.
Nada más llegar a Baquedano por la carretera NA-7817, el aparcamiento se encuentra a la izquierda (está señalizado). Allí también está la caseta del centro de acogida, que cuando yo fui estaba cerrada. Salimos del aparcamiento y podemos continuar por la carretera hacia el centro del pueblo o por la otra calle adyacente del aparcamiento que nos indica hacia el Nacedero del Urederra. Por cualquiera de los dos caminos pasamos junto a la iglesia de San Juan Bautista.
Seguidamente pasamos junto al lavadero público de Baquedano.
Tras el lavadero nos dirigimos al frontón, y a su derecha enfilamos ya el camino al Nacedero del Urederra. Estamos en las afueras de Baquedano. Tras pasar junto al Restaurante Urederra tenemos a nuestra izquierda estas vistas de Urbasa.
Salimos de Baquedano por un camino muy agradable. A unos 400 del restaurante pasamos junto a un área de picnic, y antes de recorrer 200 metros desde este punto llegamos a una bifurcación. A la izquierda el camino que lleva al Nacedero del Urederra (en realidad el otro también, pero no es tan bonito).
El camino va descendiendo poco a poco mostrándonos bellos rincones como los siguientes.
A nuestra izquierda, y cuando los árboles nos lo permiten, el paisaje otoñal de las Améscoas, con el pueblo de Zudaire al fondo a la izquierda.
El otoño nos ofrece todo tipo de frutos y bayas, algunas con una presentación tan bonita como este cornejo o sanguino (Cornus sanguinea), que mejor no llevarse a la boca.
Poco a poco vamos penetrando en la profundidad del valle del Urederra y los colores del otoño nos empiezan a rodear, sin imaginarnos aún lo que nos espera.
A poco más de 1 km desde la bifurcación pasamos junto a una caseta de información de la Reserva Natural y que me encuentro cerrada el día de mi visita.
Detrás de la caseta hay una alambrada que nos separa del área protegida de la Reserva Natural del Nacedero del Urederra. El otoño luce sus colores de gala.
Abajo vemos ya las aguas turquesas del río Urederra.
Seguimos avanzando por el camino que se adentra en el bosque. Pocos metros más adelante pasamos por un claro, ya el último. Al fondo y arriba la roca caliza de la sierra de Urbasa.
Por el camino se nos cruza sin prisa una enorme babosa común (Arion ater).
A unos 200 metros de la caseta, justo después del claro pasamos una puerta. Así la vemos una vez atravesada.
A nuestra izquierda la alambrada que nos va a acompañar en casi todo el camino, y a nuestra derecha la tierra rezumando agua.
Nos acercamos a la primera poza del Urederra.
Y llegamos a ella. El color del agua es espectacular, y más en combinación con el de la vegetación que nos rodea.
Los colores del otoño nos envuelven y nos dejan sin palabras. Es mejor de lo que me imaginaba… y aún no hemos llegado al Nacedero del Urederra.
Por entre dos rocas baja una resbaladiza escalinata hacia un mirador sobre la poza.
La vegetación es tan tupida que nos nos deja tomar buenas fotos desde los sitios en que en teoría deberían tomarse.
Seguimos camino arriba. Cuando las aguas del Urederra no se precipitan en una poza, en general fluyen bastante tranquilas. Aquí podemos verlas en un rincón poco profundo del río donde se aprecia el depósito de carbonato cálcico sobre las rocas del fondo.
Nos acercamos a otra poza. Las ramas de los árboles y arbustos no nos dejan tener una buena vista de ella.
Subimos un poco más para acercarnos a esta poza, y llegamos a un rincón idílico.
Más arriba las hojas de las hayas nos muestran toda la gama cromática que va del verde al amarillo.
En la siguiente foto intento reunir en una sola toma todos los colores de este paraíso.
Con tanta hoja de haya en el suelo es difícil ver por dónde sigue el camino. Suerte de estos pasamanos de madera que vemos arriba a la derecha, que nos marcan por dónde ir.
Subimos por ahí, desde donde tenemos esta vista de la poza anterior con su cascada.
Aún nos queda un poco de subida. La siguiente foto está hecha con el móvil.
Las formas retorcidas de los árboles más viejos invitan a tomar fotos con perspectivas inusuales, como este contrapicado del bosque tomado casi a ras de suelo bajo el tronco y parte de las raíces de un enorme árbol sobre una elevación de tierra.
Me acerco de nuevo a la poza y le hago una foto con el objetivo ultra gran angular.
Y aprovecho para hacer otra foto del bosque que nos cubre con el mismo objetivo.
Subimos al nivel superior del bosque. Aquí la gama cromática de las hojas de las hayas va del amarillo al marrón.
Este bosque parece de ensueño, tan llano y limpio de matorrales, y con estos colores que hacen que todo parezca cubierto de oro.
Es tal la belleza de este lugar que hasta la cámara del móvil puede captarla con absoluta fidelidad.
Caminamos cerca de la alambrada en dirección a lo que parece un mirador sobre la poza anterior. Nos asomamos pero la vegetación por debajo nuestro nos impide ver la poza. Sin embargo la luz del sol que atraviesa las hojas de las hayas capta nuestra atención.
Dejamos el mirador y seguimos caminando junto a la barandilla.
El río Urederra traza un giro cerca nuestro, saliendo de un sitio con mucho sol y entrando en otro con mucha sombra. Así lo capta la cámara.
La verdad es que ha sido una suerte no habernos encontrado prácticamente en este recorrido. Eso hace que el encanto de este bosque sea aún mayor.
Pasamos junto a otra poza poco profunda.
Detrás nuestro el sol asoma tímidamente entre el aún abundante follaje de los árboles.
Y llegamos a una gran y tranquila poza en un paraje conocido como El Arenal. No recuerdo haber visto arena, o quizás estaba debajo del grueso manto de hojas secas de haya. Aquí una vista del Urederra río abajo desde la orilla de la poza.
Y aquí una vista río arriba, donde las rocas del fondo se acercan a la superficie. Están tan tranquilas las aguas que parece un lago.
Tiene pinta de ser bastante profunda esta poza. En su superficie vemos el reflejo de las hojas que acabarán cayendo en el agua para reunirse con las que ya les están esperando.
Una trucha (Salmo trutta) se acerca a la superficie para observarnos.
Desde otro punto de la orilla de la poza tenemos esta bella vista del Urederra río abajo mientras la luz del sol cae con intensidad sobre él.
Seguimos camino arriba. Tras unos metros separados del río volvemos a acercarnos a él. Aquí los depósitos de carbonato cálcico han formado una especie de diques (gours) que hacen que el agua del río Urederra quede retenida en pequeñas piscinas.
Aquí las hojas de las hayas vuelven a ser más verdes, quizás porque el lugar está más resguardado de la luz del sol y de las corrientes de aire.
Y llegamos a otra poza más, tanto o más bella que las anteriores.
Aquí una foto desde otro ángulo donde se ve que la poza va acompañada de otra de la que la separa un gour.
Seguimos camino arriba hacia lo que parece un mirador sobre esta poza. Antes de llegar a él tenemos esta vista del río Urederra.
El mirador se apoya sobre una haya en el borde de un saliente sobre la poza.
De nuevo la vista del río es decepcionante desde el mirador por culpa de la espesa vegetanción. ¡Qué le vamos a hacer! Pues a seguir camino arriba en busca del Nacedero del Urederra.
Pocos metros más arriba llegamos a un tramo del río donde el agua adquiere otra tonalidad, quizás por efecto de la luz del sol y la poca profundidad del río.
La siguiente foto es fruto de la unión de dos fotos horizontales.
Y subimos a otro nivel de bosque. Aquí el bosque parece dispuesto en escalones.
Y seguimos caminando cerca del río, sólo separados de él por la barandilla de madera.
Pasamos junto a un tramo del río donde aparecen unas rocas en medio de la corriente. Con ese color del agua y de las rocas me recuerdan un pequeño archipiélago en las aguas del Índico.
Poco más adelante nos encontramos con un par de hayas cuyos troncos están unidos por una rama. No se trata de un efecto óptico, la rama que sale del árbol de la izquierda se funde con el tronco del de la derecha.
A partir de aquí salimos de lo que yo llamo la zona «bonita» y entramos en la zona «salvaje», que no por ello menos bonita.
La vegetación es más exuberante y desordenada. Cuesta ver el río por aaquí.
Muchos de los visitantes del Nacedero del Urederra se conforman con las primeras pozas y cascadas y no pasan de los bosques limpios de abajo. Por aquí sólo siguen los que saben que quedan cosas por ver. Aquí mirando hacia atrás en un tramo más o menos llano del camino, con el río más abajo.
Pasamos junto a una pared de la que mana agua. Se trata de la Fuente de la Pared del Capellán.
Después de la fuente, el camino se vuelve algo más difícil, tanto por la subida como por el terreno pedregoso. Así se ve el camino recien recorrido nada más empezar a subir por una cuesta pedregosa.
En la orilla del camino una haya que nació casi horizontal intenta buscar el cielo sin conseguirlo. En su corteza, las cicatrices causadas por algunos que no sé qué gracia le encuentran a grabar su nombre en árboles y rocas.
A algo más de 200 metros de la fuente de la Pared del Capellán el camino cruza un arroyo que baja por la derecha. Este arroyo se cruza por un puente, y así es como se ven las pequeñas pozas de ese arroyo antes de llegar a él.
Y así se ven desde arriba cruzando por el puente.
Al otro lado del puente y en un rincón de la roca se puede ver una zona erosionada y con una costra de carbonato cálcico como si en tiempo hubiera bajado agua por ella.
Por otra zona de la pared de roca es por donde baja el agua del arroyo. Aquí se puede ver junto con la barandilla y una persona, arriba a la izquierda, para hacerte una idea de las dimensiones.
Ya sólo quedan unos 300 metros hasta el Nacedero del Urederra. El camino ahora se vuelve muy irregular, entre rocas y raíces, y a menudo hay que apoyarse en la barandilla. Aquí podemos ver de lo que hablo, y abajo el puente que acabamos de pasar para cruzar el arroyo.
Y por si fuera poco, algo más arriba otro arroyo cruza el camino, esta vez por en medio y a lo largo de él, por lo que ahora hay que tener cuidado de no tropezar con las raíces, que no se tuerza el tobillo con las rocas, y no resbalar por el agua.
La verdad es que por esta zona circula agua por todas partes y uno no sabe si toda viene del mismo sitio o de diferentes que se unen aquí. A la derecha del camino encontramos esta corriente de agua que creo que es el arroyo que pasa bajo el puente.
Aquí el mismo arroyo de hace 2 fotos visto desde un poco más arriba.
Como he dicho antes, esta es la zona más salvaje del recorrido. Esta raíz nos indica dónde acaba la subida del sendero y llegamos ya a la última etapa del recorrido.
En esta zona el terreno debe ser muy rocoso porque las raíces de los árboles constituyen la base del camino.
Llegamos a un puente de madera que cruza el río Urederra justo por encima del salto llamado Cascada del Tubo o de Cola de Caballo, la segunda más importante del Nacedero del Urederra. Se puede ver desde el mirador de la foto anterior, pero cuando estuve no bajaba mucha agua y por lo tanto no era nada espectacular. Dicen que la mejor época para esta cascada es invierno o primavera, cuando el río se nutre del deshielo de la nieve de Urbasa. La siguiente foto es fruto de la unión de dos tomas horizontales hechas desde el puente que cruza el río.
Al otro lado el agua del Urederra fluye tranquilamente de gour en gour.
La siguiente foto es igual que ésta pero tomada con el móvil por dos motivos: porque la focal equivalente es más corta y junto con el formato 4:3 permite meter más cosas en el encuadre, y porque demuestra que las fotos no las hacen las cámaras.
Aquí una foto de la orilla del puente por la que hemos venido.
Otra foto más próxima del borde de la cascada y el río abajo. Por la izquierda se incorpora al salto el agua de los arroyos que hemos cruzado por el camino.
El lugar está rodeado de rocas cubiertas de musgo y enredaderas y de árboles que cubren el cielo. Hay un intenso rumor de agua cayendo que invade todo. Debemos estar cerca del Nacedero del Urederra. Ahora sólo falta saber dónde está, porque el lugar es algo caótico. Buscar barandillas de madera es una ayuda.
Subimos un poco por unas escaleras y desde aquí miramos atrás, al puente de madera que cruza el Urederra.
Poco más adelante tenemos esta otra vista del mismo lugar. Parece que no avanzamos.
Pasamos junto a una gran pared de roca en cuya base nace un árbol que prácticamente está unido a la roca.
El ruido del agua es ensordecedor. Estamos ya muy cerca, sólo tenemos que seguirlo. A nuestro alrededor los árboles extienden sus raíces por encima de las rocas, que negras y porosas parecen de origen volcánico.
Y tras subir por unas rocas por fin vemos arriba a la izquierda la Cascada del Elefante, el salto de agua que sale de la roca de Urbasa y da vida al río Urederra, el Nacedero del Urederra. La foto es la unión de 3 tomas horizontales.
Baja tan poca agua que apenas se intuye la forma de la cabeza del elefante en la cascada. He visto vídeos en que baja muchísima agua en una cascada o conjunto de cascadas espectacular. Podría haberme acercado un poco más a la cascada, pero había que saltar entre rocas muy grandes, yo soy muy patoso cuando llevo la cámara colgada, y había una pareja almorzando en el mejor sitio y no quería molestarlos para nada.
En frente los riscos de Urbasa.
La cima de la roca oscura no corresponde a la cima de los riscos, sino que es una roca que llega a mitad de altura y tapa la que realmente llega hasta arriba, en el llamado Balcón de Pilatos o Mirador de Ubaba. La roca que sobresale arriba a la izquierda forma parte de él.
Bien, ya hemos finalizado todo el recorrido de ida al Nacedero del Urederra. Ahora toca regresar por donde hemos venido, esperando ver cosas que se nos hayan pasado por alto o desde otro punto de vista. Cuando llegamos a la zona complicada del camino hemos de tener más cuidado que al subir, o al menos en mi caso, que soy más propenso a caerme en los descensos que en las subidas. En la foto siguiente, el arroyo que cruza el camino, justo antes de hacerlo.
Unos 200 metros más abajo de la Fuente de la Pared del Capellán me fijo en la textura de la roca, muy porosa y heterogénea. Lo cierto es que el macizo de Urbasa es el resultado de la acumulación de esqueletos calcáreos de moluscos y corales en el fondo del mar que cubría esta zona hace 65 millones de años.
Llegamos a uno de los bosques dorados de la subida y seguimos recto, sin entretenernos en el río que esta parte ya la conocemos y no es muy interesante.
En este bosque vemos un árbol (¿o son varios?) que no vimos a la subida. Parece una gran mano emergiendo de la tierra.
Es un placer estar cubierto por este manto de colores.
La verdad es que el camino de vuelta se está haciendo corto. Los itinerarios lineales de ida y vuelta suelen ser asimétricos, tardándose mucho más de la mitad del tiempo total a la ida y mucho menos de la mitad a la vuelta.
Llegamos al primer bosque dorado justo en una bifurcación. Nosotros vinimos por la derecha, por el bosque, pero podemos regresar a Baquedano por la pista de la izquierda, yendo a parar a la primera bifurcación que pasamos a la ida. Yo eligo volver por el bosque.
Saliendo del bosque y llegando a una de las primeras pozas que vimos, aquella tan idílica, pasamos junto a una pequeña cueva, que bien podría ser la madriguera de algún animal.
Bajamos ayudados por el pasamanos de madera. Cuando el manto de hojas secas que cubre el suelo es tan grueso como éste, uno no sabe si pisa en falso.
Aunque a la ida nos hemos ido fijando en todo lo que nos hemos encontrado, es verdad que nos perdemos cosas como el árbol de los 4 troncos, o este otro con unas raíces enormes en el borde del camino.
Pasada la puerta del camino del nacedero, por fin llegamos a un claro y vemos el cielo.
El sol ha ido cambiando la orientación de las sombras, y por ese motivo el camino de vuelta se percibe diferente del de ida a pesar de ser el mismo.
Por otro lado la alternancia de nubes y claros en el cielo tiene su efecto sobre el paisaje que vemos a nuestra derecha.
Cuando nos acercamos a la primera bifurcación del camino veo en la alambrada una estructura de madera que sirve para cruzarla y que recuerdo haberla fotografiado a la ida, pero ahora es más visible.
Pasada la bifurcación, cuando ya sólo nos queda 1 km para llegar al aparcamiento, me llama la atención un rebaño de ovejas que campa por unos pastos a la izquierda del camino. Y lo que me llama la atención es que en lugar de haber una oveja negra, hay una oveja marrón.
Pasamos junto al área de picnic. A nuestra derecha la luz del sol resalta los colores del otoño en los árboles y las parcelas del fondo del valle del Urederra.
Y si miramos más adelante, hacia Zudaire, el contraluz del sol intensifica aún más esos colores.
Entramos ya en Baquedano. A nuestra derecha, tras un montón de leña, un pequeño campo con el macizo de Urbasa de fondo.
Son pasadas las 3 y media de la tarde y el pueblo de Baquedano aparece desierto, no hay nadie por las calles. Aquí una calle desierta, y de nuevo el macizo de Urbasa de fondo.
Los únicos que transitamos por estas calles somos nosotros.
Hay rincones en los que apenas da la luz del sol en todo el día, y esto se nota.
Llegamos al aparcamiento, donde sólo está nuestro coche y otro más que debe pertenecer a un pequeño grupo con el que nos hemos cruzado regresando del Nacedero del Urederra. Reina el silencio. Frente al aparcamiento, una enredadera exhibe los tonos rojizos de sus hojas recordándonos que estamos en otoño.
Y hasta aquí este recorrido a uno de los lugares más bellos de Navarra. Ha valido la pena la espera, y venir en otoño y cuando no hay nadie. La lástima es que no bajar más agua, pero ello no le resta belleza al lugar. El río Urederra hace honor a su nombre, «agua hermosa«.
Cómo llegar al Nacedero del Urederra
Previsión meteorológica
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