En el extremo más septentrional de Catalunya y en la comarca de la Val d’Aran (Valle de Arán en aranés) hay un pequeño municipio de apenas 64 habitantes llamado Bausen, haciendo frontera con Francia. Se encuentra en una zona muy montañosa en la cara norte de los Pirineos y donde abundan bosques de abetos y de hayas, así como multitud de arroyos y torrentes cuyas aguas van a parar al río Garona. La naturaleza en estos remotos lugares de difícil orografía inspira muchos cuentos y leyendas. La fuerte pendiente de las laderas obliga a los árboles a adoptar formas de lo más sugerentes. El Bosque Encantado de Carlac, en Bausen, es un lugar de visita imprescindible en Val d’Aran, pero si te sorprende la niebla en él puede que desees no haber ido.
Como he introducido, Bausen es un pueblo muy pequeño, pero que no por ser pequeño y alejado ha tenido un pasado poco movido. Conocido en la Edad Media como Baisen o Boison, en el año 1823 sufrió un terrible incendio que arrasó todo el pueblo. Sólo quedó en pie la iglesia de Sant Pèir. Los habitantes de Bausen, que por aquel entonces llegaban al medio millar, tuvieron que reconstruir todas sus casas. Dada su proximidad con Francia y tras la Guerra Civil Bausen fue punto de entrada y salida de los guerrilleros antifranquistas que intentaron la Invasión del Valle de Arán.
Hay otra historia poco conocida pero que en Bausen alcanza el grado de leyenda, y que además es verídica, la de los Amantes de Bausen. A finales del siglo XIX vivía en Bausen una pareja, Sisco y Teresa, que se amaban locamente. Querían casarse, pero al tener cierto grado de parentesco, el párroco de Bausen se negó a casarlos a menos que aportaran una importante cantidad de dinero para dispensarles una bula. Como los jóvenes eran de origen humilde no tenían apenas dinero, por lo que decidieron vivir juntos y sin casarse, decisión que causó un cierto revuelo entre los vecinos del pueblo. La pareja vivió muy feliz y tuvo dos hijos. En 1916 Teresa, con sólo 33 años, enfermó y murió. De nuevo el párroco se negó a enterrarla en el cementerio de Bausén por considerar que había vivido en pecado, y esta vez los vecinos se encargaron de construir otro cementerio para darle sepultura, sólo a ella. Se conoce como el Cementerio de Teresa. Al estallar la Guerra Civil Sisco y sus dos hijos se exiliaron en Francia. Él nunca se volvió a casar, y su voluntad era que llegado el momento lo enterraran junto a Teresa en su cementerio particular. Pero Sisco murió en Francia y la burocracia impidió cumplir su voluntad. Los hijos también murieron, y hoy en día son los nietos los que cuidan la tumba de Teresa, su abuela.
Y bien, dicho todo esto es momento de hablar de esta excursión, considerada por muchos como la más bonita del Valle de Arán, y puede que lo sea porque es en la que más fotos hice. Se trata de un recorrido circular de casi 7 km con origen y final en el pueblo de Bausen. Por longitud y desnivel acumulado podría considerarse de poca dificultad, pero hay un tramo donde tenemos que caminar con cuidado para no resbalar y caer, por lo que para mí es de dificultad moderada. Hay que equiparse con calzado de senderismo y bastones y algo de ropa de abrigo si no vamos en pleno verano, ya que el bosque está orientado al norte y es fresco. Yo lo hice en noviembre del 2018 en un día nublado y con ligera llovizna. También hay que llevar agua porque la única fuente que encontré en el camino, aparte de las de Bausen, estaba seca.
Un dato a tener en cuenta es que «oficialmente» el recorrido es a la inversa del que presento en este artículo. Pensaba que era mejor afrontar la mayor cuesta con más pendiente al principio y al final resultó que el descenso por el bosque era más complicado. Además la proporción de fotos hechas hacia atrás, o sea de espaldas a la marcha, es superior en este recorrido que en otros que he hecho, lo que indica que las cosas se ven más bonitas en el sentido «oficial». Yo si vuelvo lo haré al revés. Decide tú cómo hacerlo cuando hayas leído el post.
Aquí tienes una recreación 3D del circuito para que te hagas una mejor idea del recorrido y del terreno por el que discurre. Pulsa en la pausa si empieza a reproducirse antes de que acabe de cargarse el fondo. Durante la reproducción puedes cambiar el punto de vista moviendo el ratón con el botón izquierdo pulsado, y también acercar y alejar con la rueda del botón. Pulsa en en el + y en el – bajo la barra de reproducción para cambiar la velocidad.
Llegamos a Bausen por la carretera N-230 que va de Vielha a Francia. Pocos metros después de atravesar Les encontramos a la izquierda el desvío a Bausen. Tras una secuencia de curvas cerradas alternas y 280 metros de desnivel positivo llegamos a este pequeño y encantador pueblo de casas de piedra y tejados de pizarra, y aparcamos en la misma entrada del pueblo, junto a la carretera y a los pies de la iglesia de Sant Pèir ad Vincula.
El recorrido «oficial» empieza subiendo las escaleras hacia la iglesia, y el mío por la carretera, ya calle, hacia el centro del pueblo, siguiendo las marcas de pintura blanca, roja y amarilla del sendero.
Bausen está a 900 metros de altitud en una ladera de una montaña orientada al sur. Todo el casco urbano se encuentra entre los 875 y los 925 metros de altitud. Empezamos a subir.
Al final de esta cuesta llegamos a una placeta de la Calle Mayor donde hay una fuente.
Seguimos cuesta arriba por la Calle Mayor llegando a la salida del pueblo. A partir de aquí el camino es llano. Me llama la atención la inclinación de la fachada de una casa. Seguramente se trate de una de las casas reconstruidas después del gran incendio.
Pasamos junto a otra fuente.
La calle se convierte en camino y las casas se van desperdigando.
Sin perder de vista las marcas del sendero, el camino vuelve a ser cuesta arriba.
Mientras paramos unos segundos para descansar disfrutamos de los colores del otoño en este tramo del camino.
Una mirada hacia atrás de este camino empedrado.
A unos 600 metros de donde hemos dejado el coche llegamos a un cruce.
Seguimos cuesta arriba por la derecha. A partir de aquí seguiremos marcas blancas y rojas de GR.
En esta parte del camino nos topamos con dos vacas, que se apartan de nosotros nada más vernos y nos dejan pasar. Hacia abajo vemos los tejados de Bausen, que queda unos 100 metros por debajo nuestro (estamos ya a 1.000 metros).
El camino va serpenteando para superar la ladera de la montaña.
A medida que ganamos altura empezamos a ver las cumbres de las montañas más altas. Mirando hacia el sur, a la izquierda el Montlude (2.518 m), y al fondo las nubes nos ocultan las cimas más altas del Pirineo, como el Pico de Aneto (3.404 m) y el Pico de la Maladeta (3.308 m).
A unos 700 metros de la salida de Bausen pasamos junto a las Bòrdes deth Cap des Camps.
Y poco más adelante frente a las Bòrdes de Sacrotz.
Justo en estas bordas el camino tuerce bruscamente a la derecha. Empieza el Camin dera Ribèra, a unos 1.100 m de altitud.
En pocos pasos las bordas quedan más abajo que nosotros.
Por delante nuestro cuesta un poco seguir el sendero. Las marcas de pintura sobre las rocas están muy desgastadas.
Algunos tramos del sendero son más evidentes. Hacia el Este tenemos el Valle de Toran. Al fondo asoma el Pic du Crabere (2.630 m) entre España y Francia, y un poco a la derecha el Tuc d’Emèr (2.432 m).
Volvemos a mirar hacia el sur y las nubes siguen ocultando los picos más altos del Pirineo. Sin embargo podemos poner en contexto el pueblo de Bausen que ya queda 200 metros por debajo nuestro.
Vamos siguiendo las marcas blancas y rojas, cuando las vemos.
El camino va girando poco a poco hacia el norte a medida que se suaviza la cuesta. Una vez nos reencontramos con el sendero de amarillo que salía de Bausen y que no recuerdo cuándo lo perdimos de vista, el camino ya apunta al norte hacia el Coret de Pan.
Las montañas a nuestra derecha marcan la frontera con Francia, a escasos 3 o 4 km. En la siguiente foto, a la izquierda y más cerca el Cap des Agudes (1.678 m), en las Montanhes de Les e Bossòst. A la derecha y ya en la frontera con Francia el Tuc des Tres Corets (1.947 m), el Malh des Bessons (1.944 m) y el Cap deth Clòt d’Estanhs (2.083 m). Más a la derecha y aún en la frontera con Francia el Tuc deth Plan deth Òme o Pic de Bacanère (2.193 m).
Hacia adelante ya vemos el Coret de Pan, una pequeña elevación de 1.186 metros de altitud a la derecha del camino.
Sin darnos cuenta puede desaparecer cualquier referencia del camino. Hay que buscar las marcas de color sobre la roca del suelo, aunque apenas se vean.
A unos 600 metros de las Bòrdes de Sacrotz avistamos un viejo muro de piedra. Arriba a la derecha el Coret de Pan.
El camino se estrecha cuando pasa entre el muro y el Coret de Pan. Junto al muro hay como un abrevadero, y prueba de ello es el suelo enfangado y pisoteado junto a él.
Sobre la oscura tierra del suelo del camino me llama la atención el vivo color rojo de un escaramujo aplastado.
Y es pasar el Coret de Pan y es como abrir una puerta para entrar en un sitio totalmente diferente. Pasamos de la ladera sur a la norte.
Estamos en uno de los puntos más altos del recorrido, a unos 1.180 metros de altitud. Mayoritariamente el paisaje que vemos desde aquí es francés. La montaña que parece una pirámide es el Pic Plumieres (1.486 m), y el que asoma por detrás Le Puech (1.669 m). El pueblo de abajo es Melles.
Enseguida entramos en la parte alta del Bosc de Carlac.
Como puedes comprobar, el entorno ha cambiado radicalmente. Pasamos de un suelo pedregoso a una tupida y blanda alfombra de hojas, y de un terreno despejado a un frondoso bosque de árboles no muy altos con muchas ramas que salen a nivel del suelo.
A unos 300 metros del Coret de Pan llegamos a un pequeño claro en el bosque. De nuevo el camino vuelve a parecer el de antes.
Al final del claro una unos muros de piedra que no sé si son las ruinas de una cabaña o un viejo cercado para ganado. Desde allí llevo mi mirada hacia el Valle de Toran y distingo abajo el pequeño pueblo de Canejan.
Volvemos a entrar en el bosque, y ahora vamos a tener para rato. Me asombran las formas de las hayas, tan cortas, gruesas y retorcidas. No las he visto así en otros hayedos. Seguro que por eso llaman a este bosque «encantado». Y eso que aún no hemos visto nada.
A ratos las marcas del camino son blancas y rojas, y a ratos sólo amarillas, no sé por qué.
El suelo del bosque tiene bastante pendiente, aproximadamente del 70%, aunque el camino discurre prácticamente llano.
En esta pendiente tan acusada los árboles parecen sujetarse al suelo como pueden. Las hayas parecen ser fruto del rebrote de árboles más viejos que se quebraron y perdieron el tronco principal. Y no crecen verticales hacia arriba sino que trazan capricohas curvas y giros en torno a otros troncos o ramas.
A unos 700 metros de los muros de piedra llegamos al Arriu des Lauadors.
Cruzamos el río por una pasarela de madera. Así se ve llegar el agua del río.
Y así se aleja el agua montaña abajo.
Tras cruzar el río volvemos a salir del bosque. El sendero parece un viejo camino de pastoreo con muros de piedra a ambos lados.
La vista montaña abajo desde el claro, con el Valle de Toran al fondo. Son patentes los colores del otoño aunque en noviembre aquí ya está muy adelantado.
Sin embargo los árboles que flanquean el camino apenas tienen hojas ya.
El camino se vuelve a empinar decididamente, y volvemos a ver juntas las marcas blanca, roja y amarilla.
Afortunadamente esta cuesta es muy corta y pronto alcanzamos la cota máxima de todo el recorrido, unos 1.235 m, justo llegando a una cabaña de piedra.
Una vieja y retorcida haya se nos ofrece como asiento para descansar un poco.
Hemos vuelto a perder el amarillo de las marcas del sendero.
Por cierto, algún visitante grabó un indalo en la corteza de un árbol. En este caso el corte era poco profundo y no causó ningún daño al árbol, pero por favor, no hagáis grabados ni escribáis en árboles ni rocas. A nadie le importa saber cuándo estuviste en tal sitio o en otro, ni qué significa el símbolo que has dejado.
Bien, a partir de ahora todo es cuesta abajo. Seguimos por el camino y nos adentramos por última vez en el Bosque Encantado de Carlac, ahora ya en serio. Ante nosotros se presenta lo que parece una bifurcación, y nosotros tomamos el camino de abajo a la derecha marcado en blanco y rojo.
Ahora empieza la parte más dificil de este recorrido, o al menos más difícil en este sentido de la marcha, ya que la pendiente en el bosque es bastante pronunciado y la capa de hojas que cubre el sendero muy resbaladiza si no se apoya bien el pie en el descenso. O igual es que yo soy más torpe bajando que subiendo.
Afortunados los árboles que encuentran un apoyo sólido en esta empinada pendiente.
La capa de hojas del suelo es tan mullida que no se ve el sendero. Suerte de las marcas en los árboles.
A unos 200 metros de la cabaña de piedra y al pasar junto a un árbol con doble marca el sendero experimenta un giro brusco a la derecha. Ojo que ésta no es la «marca reglamentaria» para curva, que realmente es un trazo en ángulo hacia donde se realiza el giro. Apenas se ve el giro en el manto de hojas que cubre el suelo del bosque.
Ahora bajamos por el Camin de Carlac, en sentido contrario por la ladera de Carlac. Aquí otro árbol en el que parece que han borrado la marca de pintura amarilla que había debajo de la blanca y la roja. Aún no entiendo el criterio de señalización del sendero de Carlac.
A medida que bajamos la pendiente del bosque se va suavizando, pero no hay que baja la guardia porque bajo las hojas pueden esconderse piedras que nos pueden hacer tropezar.
Empezamos a sentirnos en un lugar misterioso, en un lugar encantado. Sólo nos faltaría un poco de niebla.
Sigue costando mucho ver por dónde discurre el sendero. Las hojas pisadas no dejan marca.
Alguna pequeña planta se abre paso entre las hojas.
Unos 200 metros más adelante el terreno se vuelve a inclinar mucho. De nuevo hay que descender con cuidado. Los bastones ayudan mucho.
Montaña arriba, a nuestra derecha, vemos cómo las hayas brotan en grupos desde el suelo. Lástima que el otoño esté tan avanzado. Seguro que un par de semanas antes esto seria un espectáculo de color. Y también me imagino el bosque en primavera o verano con ese verde tan característico que cubre el bosque.
También hay alguna vieja haya de grueso tronco y de ramas que nacen a poca altura desde el suelo.
A unos 500 metros del giro brusco pasamos a la altura de Es Bòrdes de Carlac y allí se acaba la pendiente, de momento.
Arriba a nuestra derecha hay más hayas de monstruosas formas. Yo diría que se mueven cuando no miras.
Unos 100 metros más adelante nos volvemos a topar con el Arriu des Lauadors, pero ahora unos 100 metros por debajo, pero de altitud, no de distancia.
Como en la vez anterior, hay una pasarela de madera para cruzar el río.
Ésta es la vista río abajo desde la pasarela.
Y ésta es la vista río arriba. La foto está tomada a pulso sobre la pasarela de madera y a una velocidad de 1/6″, al límite.
Un poco más abajo hay un tronco caído sobre el río, dándole un aire más salvaje. Yo no cruzaría el río por ahí.
Entramos en una zona con más densidad de hayas. Aquí vuelve a haber marca amarilla del sendero junto a las de GR. A partir de aquí volvemos a descender, esta vez ya hasta que salgamos del Bosque de Carlac.
También empezamos a encontrarnos restos de hayas caídas, como si se tratara de cadáveres de estos seres encantados que cobran vida por las noches y que luchan entre ellos hasta la muerte. A mí me resultan especialmente fotogénicas por sus formas y contrastes de color entre el rojo de las hojas, el gris de las cortezas, y el verde del musgo.
A ésta creo que la sorprendí caminando pero se detuvo al verme.
Tras avanzar unos metros me volví para fotografiarla de nuevo y creo que dio algún paso más.
Unos 500 metros después de cruzar el Arriu des Lauadors encontramos otra pasarela de madera que parece inútil. Pues recomiendo pasar sobre ella porque lo que allí se esconde bajo las hojas es fango.
Unos metros más adelante se nos abre un poco el bosque y nos permite ver el Valle de Toran y el pueblecito de Canejan.
Como hay más luz empezamos a ver más arbustos. En primavera y verano las hojas de las hayas cubren por completo los hayedos reduciendo mucho la cantidad de luz que añcanza el suelo, por lo que es normal que no haya más especies de árboles o de arbustos a menos que les llegue la luz. Lo que encontramos aquí por ejemplo son acebos (Ilex aquifolium) o grèvols en catalán.
Unos 300 metros más adelante de la pasarela nos encontramos con un viejo muro de piedra.
Pocos metros más adelante encontramos otro viejo muro de piedra.
En el muro encontramos de nuevo una marca amarilla, esta vez en solitario.
Se vuelve a aclarar el bosque y podemos ver más allá de troncos y ramas. Me llama la atención la gama cromática de las hojas de unos árboles, más rojas cuando más expuestan están al frío.
De nuevo tenemos una estupenda vista del Valle de Toran.
Y del pequeño pueblo de Canejan que vigila la entrada al valle.
El camino vuelve a ser empedrado. Tiene aspecto de ser un camino muy antiguo.
Unos 200 o 300 metros más adelante del muro con la marca amarilla pasamos junto a una fuente o abrevadero de piedra del que no sale agua.
Empezamos a salir del bosque y el Camin de Carlac aparece colgado de un risco.
Desde esta altura y sin árboles ni ramas que nos tapen tenemos una vista completa de la entrada del Valle de Toran. Se puede parecer a las que ya hemos visto antes, pero cada nueva vista del Valle de Toran me parece mejor que la anterior.
Hacia el norte vemos abajo el Pònt deth Rei, el antiguo puesto fronterizo entre Francia y España por el Valle de Arán por el que salieron muchos refugiados españoles durante la Guerra Civil, entraron muchos judíos a principios de la II Guerra Mundial, y después de esta guerra entraron y salieron los maquis durante la fallida Invasión del Valle de Arán. Más allá entre las montañas el pueblo francés de Melles.
Seguimos moviéndonos por las afueras del Bosque de Carlac.
Unos 400 metros pasada la fuente el camino se estrecha junto a una pared de roca.
Me llama la atención la textura de esta pared de roca.
En la pared volvemos a encontrar las marcas del GR y la amarilla juntas pero no revueltas. También me llama la atención un árbol cuyo tronco crece pegado literalmente a la pared de roca.
Pegado a la roca también hay un acebo lleno de bayas rojas, y que nos recuerda que no falta mucho para Navidad… cuando hice el recorrido. Ya sabes que está terminantemente prohibido y castigado recolectar acebo en los bosques. Si quieres acebo para decorar tu casa en Navidad tienes que comprarlo en un punto de venta autorizado.
Tras pasar junto a la pared de roca salimos definitivamente del Bosque Encantado de Carlac y nos situamos justo frente al Valle de Toran. De nuevo la vista es mucho mejor que las anteriores.
Ésta es la vista hacia el norte, concretamente de una zona de montaña que hay frente a Pònt deth Rei y que está orientada al sur. Me llama la atención lo peladas que están las laderas que dan al sur comparadas con las que dan al norte.
Sólo nos queda la parte final del recorrido. Al fondo seguimos sin poder ver los picos más altos de los Pirineos.
Enésima (y última) vista casi completa de la entrada al Valle de Toran, con Canejan arriba a la izquierda, la Presa de Sant Joan de Toran en medio, y Eth Bocard de Cledes abajo a la derecha.
Cerramos el plano concentrándonos en esas dos últimas construcciones. También vemos las primeras curvas de la carretera que nos lleva a explorar el Valle de Toran en un circuito que publiqué hace unos meses.
Y cerramos más aún en Eth Bocard de Cledes, llamado también Bocard dera Mina Margalida. Aquí se trataban los minerales de zinc y de plomo extraídos en las minas del Valle de Toran y que se transportaban mediante un teleférico. Estas minas estuvieron activas entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. La caída del precio de estos minerales provocó el cierre de las instalaciones.
Aunque estamos en la segunda mitad de noviembre, a las puertas del invierno, la bonanza del clima del Valle de Arán permite que algunas plantas florezcan aún fuera de temporada, como estos claveles silvestres (Dianthus sp.) en la orilla del camino que suelen florecer sólo entre primavera y verano.
Sin embargo los helechos están ya pasados y presentan un tono entre amarillo y anaranjado intenso.
Si vamos con niños en este tramo hay que extremar la precaución y que no se separen de nosotros. El precipicio es considerable. Aquí una vista del camino hacia atrás con Canejan en la falta del Cap dera Sèrra (1.269 m).
Por delante las nubes dejan ver las cimas del Montagut (2.149 m), la Trona (2.087 m) y el Tuc d’Aubars (2.072 m), los tres en la frontera con Francia. Sin embargo siguen cubriendo los picos de más de 3.000 m que hay a la izquierda. Por delante y a cuatro pasos el Malh de Taishoères (936 m), a donde nos dirigimos ahora.
Empezamos a ver más signos de civilización y eso nos indica que nos acercamos a Bausen.
A unos 500 metros del mirador natural sobre Canejan y el Valle de Toran llegamos a la parte de atrás de Sant Ròc de Bausen.
En el cruce nos desviamos a la izquierda. Pasamos junto a un gran árbol con un columpio. Es el emblemático Tilo de Coret.
Subimos una pequeña cuesta, y en la posterior bajada vemos el Cementerio de Teresa, donde está enterrada la protagonista de la triste historia del principio del artículo. Estamos en el Malh de Taishoères. La cima está a nuestra derecha junto a las antenas.
Desde luego los vecinos de Bausen no encontraron mejor lugar para que Teresa descansara en paz. Frente al cementerio hay un banco donde sentarse y disfrutar del silencio, sólo roto por el viento que se mueve por el valle.
La puerta está cerrada, y junto a ella hay un panel explicando la historia. Al fondo los Pirineros, una vista provilegiada desde este lugar.
Dentro del cementerio sólo una tumba, la de Teresa. Hay sitio más que suficiente para Siscu, pero su cuerpo se quedó en Francia sin que le dejaran regresar.
Regresamos hacia Sant Ròc, y tras bajar del Malh de Taishoères nos desviamos hacia un banco que hay a nuestra izquierda y que está orientado al fondo del Valle de Arán. Es el Mirador de Coret. Abajo vemos Les y poco más allá Bossòst.
A nuestra derecha el pueblo de Bausen, que ya lo tenemos a tiro de piedra.
Me quedaría horas aquí, pero empieza a chispear y tampoco es agradable acabar mojado. Nos dirigimos a Sant Ròc de Bausen. Añadir que el hombre que se ve en la foto por el Camin de Carlac llegando a Sant Roc tendría más de 60 años, iba corriendo y vestía sólo un pantalón corto. No hace falta decir que estábamos a mediados de noviembre en el Pirineo y chispeaba.
La capilla de Sant Ròc de Bausen es muy sencilla.
Seguimos por el camino hacia el centro del pueblo. De hecho el Camin de Carlac se convierte en la Calle Mayor de Bausen.
Una mirada hacia atrás desde la casa del fondo de la foto anterior.
Un típico cobertizo aranés detrás de la iglesia de Sant Pèir. Observa el detalle de las dos hojas de laurel cruzadas y clavadas en el dintel de la puerta, cosa muy típica aquí en el Valle de Arán. Se suponen que dan suerte. Pero lo que me llamó la atención no fue eso sino el contraste de color de la piedra oscura y húmeda con las mangueras rojas y las plantas amarillas, ambas en esquinas opuestas de la foto.
Al llegar a la altura de la iglesia bajamos por las escaleras. Rodeamos el campanario que no forma parte de la iglesia sino que está adosado a ella. Abajo tiene la puerta de entrada, que también presenta las dos hojas de laurel cruzadas en la puerta.
La iglesia de Sant Pèir ad Vincula data del siglo XVIII. Antes hubo una iglesia romànica poco más abajo dedicada a Santa Eulàlia, pero no queda nada de ella. Se cree que se aprovecharon elemento de aquella para construir ésta.
Junto a la puerta de entrada de la iglesia, que tambien tiene las 2 hojas de laurel cruzadas, se encuentra el cementerio religioso de Bausen, donde el párroco no quiso enterrar a Teresa. Se nota que han pasado pocos días después de Todos los Santos.
Y desde la iglesia bajamos una rampa y otro tramo de escaleras hasta llegar al lugar donde hemos aparcado el coche y empezado el recorrido. Ahora que ya has leído todo el post puedes valorar si es mejor seguir el itinerario en el sentido y orden en que están las fotos o en el contrario, que es el que sale en casi todas las guías. Yo te recomiendo que hagas caso a las guías, así ya puedes deslizar la página hacia abajo para ver las fotos en orden inverso. Como he dicho al principio, si repito la ruta la haré al revés.
Cómo llegar al Bosque Encantado de Carlac
Previsión meteorológica
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Santi: nos sigues deleitando con rutas auténticamente preciosas.
Muchas gracias por la labor !!!
¡Muchas gracias Fidel! Me alegra mucho que te guste. Un saludo.
Por supuesto que por mi parte realizaría la travesia empezando por donde habeis terminado, y al llegar al punto mas alto del bosque, retrocedería,volvería sobre mis pasos. La bajada, por la que Uds. subieron, la encontré muy pesada por la cantidad de piedras en el camino y carente de interés paisajístico, quizás también influyó el cansancio. En resumen, una excursión que aconsejo por su belleza y espectacularidad. Saludos
Sí, la bajada a Bausen desde el Coret de Pan es más aburrida y monótona. Quizás lo único que aporta es el paso por un par de bordas y la vista del valle y Bausen desde otro punto de vista. El cansancio también influye y hace estar más pendiente de cúanto falta para acabar que de los detalles que podemos encontrar por el camino. A mí me suele pasar lo mismo.
Gracias por comentar.