Corrían los últimos años del primer tercio del siglo X cuando Sunyer I de Barcelona, hijo de Guifré el Pelós, ocupó Olèrdola, antiguo asentamiento íbero y posteriormente ciudad romana. Su situación estatégica le permitía vigilar a los musulmanes que tenían bajo su control casi toda la Península Ibérica. Sunyer I mandó reconstruir la muralla y pronto Olèrdola se convirtió en la capital del Penedès y del condado. Para favorecer la repoblación del territorio creó asentamientos y concedió franquicias a los colonos. Uno de esos asentamientos, Viladellops, ha perdurado hasta nuestros días.
Durante varias generaciones se fue modelando el paisaje de Viladellops a medida que evolucionaban los cultivos, desde la encina al principio hasta el olivo después. Ya en la época de las desamortizaciones Viladellops pasó a manos privadas, y se reconvirtió al cultivo de la viña. En 1877 se construye la actual bodega aprovechando el tirón exportador por la plaga de la filoxera en Francia.
En la actualidad Viladellops cuenta con un censo de 45 habitantes repartidos en 18 masías. Ocupa un total de 500 hectáreas de terreno en medio del Macizo del Garraf, con bosque mediterráneo, campos de cereal y 60 hectáreas de viñas de la DO Penedès de las variedades autóctonas xarel·lo y garnatxa e inscritas en el Consell Català de la Producció Agrària Ecològica (CCPAE), por lo que los vinos que se obtienen de ellas tienen la certificación oficial de vino ecológico. La verdad es que en el lugar parece que se haya detenido el tiempo.
Este circuito con inicio y final en el núcleo de Viladellops nos permite conocer el entorno y el paisaje de este tranquilísimo rincón del Penedès. El itinerario es circular y de poco más de 8 km, con algunos desniveles pero no muy largos ni pronunciados. Es bastante sencillo y se puede hacer en cualquier época del año, aunque la mejor es en verano antes de la vendimia. En este caso tener en cuenta que es una zona calurosa y seca, por lo que es recomendable empezar temprano por la mañana o al atardecer, y llevar abundante agua. Casi todo es por pista de tierra, por lo que es suficiente llevar un calzado deportivo cómodo, así como una gorra y crema solar ya que una parte importante del recorrido está expuesta al sol. Yo lo hice en pleno mes de agosto del 2018 y si se empieza temprano es perfectamente soportable.
Aquí tienes una recreación 3D del circuito para que te hagas una mejor idea del recorrido y del terreno por el que discurre. Pulsa en la pausa si empieza a reproducirse antes de que acabe de cargarse el fondo. Durante la reproducción puedes cambiar el punto de vista moviendo el ratón con el botón izquierdo pulsado, y también acercar y alejar con la rueda del botón. Pulsa en en el + y en el – bajo la barra de reproducción para cambiar la velocidad.
Accedemos a la Finca Viladellops desde la autovía C-15 que une Vilanova i la Geltrú con Vilafranca del Penedès. Si venimos desde el sur tomamos la salida a Canyelles, y en la rotonda de la misma salida tomamos el segundo desvío, que indica a Viladellops. Justo al entrar en la comarca del Alt Penedés llegamos a un cruce con una parada de bus el camino de la Finca Viladellops, que es el que tomamos.
Si venimos del norte podemos salir también por Canyelles, pero en este caso tomaremos el cuarto desvío de la rotonda. También podemos salir antes, en dirección al Castell d’Olèrdola, seguimos por el lateral hasta la rotonda, desde allí cruzamos por encima de la autovía hasta la siguiente rotonda y allí tomamos la primera salida hacia Canyelles, Viladellops y el Castell d’Olèrdola. En la siguiente rotonda tomamos la segunda salida a Viladellops.
Vayamos por donde vayamos, a los pocos metros de entrar en la Finca Viladellops vamos a tener la sensación de que damos un salto a otro tiempo, pronto te darás cuenta. Ya en Viladellops aparcamos frente a las bodegas de la Finca Viladellops, en una especie de placeta al lado de la casa-museo de los Desvalls.
Empezamos el recorrido hacia el sur, hacia la fachada de la casa de los Desvalls que se ve en la anterior foto. Frente a la casa hay otra especie de plaza con un pozo. Desde allí tenemos las primeras vistas del lugar por el que discurre el circuito.
Seguimos por la estrecha calle que continúa después de la plaza, y desde ella avistamos la Torre de Viladellops.
La Torre de Viladellops, del siglo X, es la primera edificación de este núcleo de población. Se trata de una torre románica de vigía de la red de vigilancia castillo de Olèrdola y gracias a sus gruesos muros de piedra también protegía a los vecinos de los ataques de los sarracenos. El edificio de al lado fue capilla y luego prisión.
Está documentado que una vez los vecinos de Viladellops no estaban de acuerdo con las tasas que reclamaba el recaudador de impuestos y acabaron metiéndolo en la cárcel.
Frente a la torre hay una casa con un reloj de sol que no empieza a «funcionar» hasta bien entrada la mañana.
Seguimos por la misma calle saliendo de Viladellops. La calle se convierte en un agradable camino asfaltado flanqueado por árboles. Hay algunos bancos de piedra para sentarse y disfrutar de la vista de los viñedos de la propiedad.
A algo menos de 100 metros de la torre llegamos al cruce con el camino que lleva al Barri La Font. Justo allí se encuentra la capilla románica de Sant Joan de Viladellops, del siglo XIII pero restaurada en 1950.
El lugar invita a cambiar el objetivo y montar el ultra gran angular en la cámara.
Frente a Sant Joan de Viladellops ya sólo hay viñedos. Arriba al fondo destaca la iglesia románica de Sant Miquel d’Olèrdola. Sin duda entre Viladellops y el Castillo de Olèrdola se podía disponer de una estupenda comunicación visual.
Creo que la uva que se cultiva en estos viñedos es de la variedad garnacha gris, autóctona de esta zona. Ésta ya está casi a punto de vendimia.
Seguimos hacia el Barri La Font. Tras un giro cerrado a la izquierda el camino desciende protegido por unos árboles.
A la que superamos los árboles vemos a nuestra derecha el barrio de La Font, también conocido como L’Altrabanda (el otro lado). Al fondo una granjas abandonadas.
Abajo el Pla de les Argiles con unos viñedos muy jóvenes.
Estas viñas tan jóvenes reciben el constante mimo de los viticultores.
La bajada acaba en un rincón sombrío del fondo de un barranco por debajo de Viladellops. Las frondosas copas de los árboles no dejan pasar ni un rayo de luz.
A los pocos metros empezamos a salir a campo abierto. Llevamos casi 1 km del recorrido.
Y cuando pasamos el kilómetro llegamos a una bifurcación.
Continuamos por el camino que va a la derecha, a Cal Mingo. Cruzamos el Pla de les Argiles y empezamos a subir al Bosc de Cal Mingo. Hacia atrás tenemos una vista de por dónde hemos venido. Arriba a la izquierda la Torre de Viladellops casi en línea con la iglesia de Sant Miquel d’Olèrdola.
Al lado del camino me llama la atención una mariposa saltacercas (Lasiommata megera).
Enseguida ganamos un poco de altura, casi la misma a la que está Viladellops, y salimos del bosque. Ahora podemos ver alineadas Sant Joan de Viladellops, las ruinas de Santa Maria dels Albats (apenas visibles a esta distancia) y Sant Miquel d’Olèrdola. Si quieres saber más del entorno de Olèrdola puedes consultar mi itinerario de la Ruta de les Fonts d’Olèrdola.
Desconozco el origen del topónimo de Viladellops, que en castellano significaría villa de lobos. Quizás en este territorio abundaban los lobos en la Edad Media, no lo sé. Por lo pronto un pariente suyo se cruzó por el camino justo después de pavimentarlo con cemento.
Me imagino lo tranquilas que deben ser unas vacaciones en Viladellops.
A unos 500 metros de la bifurcación a Cal Mingo llegamos al barrio La Font.
Desde allí vemos más cerca las granjas abandonadas de La Plana, que hoy son una localización para rodajes. Detrás de ellas y por lo tanto fuera de la vista se encuentra la pirotécnica que se incendió aquel verano de fuego del 94.
La zona es bastante agreste y poblada por la vegetación típica del Garraf, como esta chumbera (Opuntia ficus-indica) que intenta dar algo de color.
El barrio La Font son 5 casas mal contadas (6 si contamos una en ruinas). Bajamos por el camino que pasa por todas estas casas. Si Viladellops es tranquilo, este barrio es la calma absoluta. Aquí una de las casas de La Font de Viladellops.
Tras pasar junto a la quinta casa (donde vive un perro que casi se me come, suerte que estaba atado), el camino se aleja ya de zonas habitadas.
A los pocos metros pasamos junto a un claro que tiene pinta de haber sido algo hace tiempo, como un espacio de ocio o de juego, pero que ahora está en el más absoluto abandono.
El mapa del Institut Cartogràfic de la Generalitat de Calatunya sitúa aquí la Font de Sant Joan, pero yo no vi nada que pareciera una fuente, ni señal ni sendero que indicara su presencia o proximidad. Intuyo que ésa es la fuente que da el nombre al conjunto de casas que acabamos de pasar. Sin embargo pocos metros más adelante veo una especie de cueva a la izquierda del camino en la que parece que gotea agua del techo. Estamos en uno de los puntos más bajos del recorrido.
La escasa información que encuentro en Internet habla de este lugar como la Font de la Cova, pero estas mismas fuentes ni siquiera mencionan la Font de Sant Joan ni su proximidad. ¿Será la misma fuente con dos nombres? Quizás. Pocos metros más adelante y aún en un lugar muy sombrío y fresco del camino por la exuberante vegetación que le rodea veo un par de paredes de piedra cubiertas de hiedra. Son unas ruinas pero no puedo asegurar y ni siquiera imaginar de qué.
El camino va avanzando casi en línea recta y con suave subida. Me llama la atención un camino de hormigas muy marcado casi enmedio en el camino, que se ve sin necesidad de agacharse.
Unos metros más adelante se desvía hacia un lado del camino.
Ya desde más cerca compruebo que el camino tiene muy poco tránsito de hormigas y que éstas tampoco son muy grandes. El hecho de que el camino esté tan marcado es que por aquí no pasa casi nadie, y también debe hacer tiempo que no llueve.
A unos 250 metros de la Font de la Cova llegamos a un claro donde hay un viñedo. Es el Pla de la Fonteta.
Estas viñas también están a punto de vendimia.
Llegamos hasta un lugar donde parece que el viñedo está dividido en dos. En realidad es un camino, y nos desviamos por él para atravesar la Fonteta.
A mitad de camino hacia la otra orilla del viñedo me detengo para hacer esta foto con un poco de contraluz. Pretendía captar el contraste del verde de las hojas de las viñas atravesadas por la luz del sol y el verde oscuro del bosque del fondo, y creo que lo conseguí.
Al llegar al otro lado del viñedo el camino se adentra en el bosque, y sigue subiendo.
Unos 100 metros más adelante llegamos a un cruce. Seguimos subiendo a través del bosque hacia la izquierda.
A unos 200 metros del cruce anterior pasamos junto a una cabaña de piedra seca o barraca de vinya llamada La Mulassa. La cabaña apenas se ve entre la maleza, a la izquierda del camino.
Poco más arriba de La Mulassa el camino empieza a llanear, y unos 100 metros más adelante y fuera ya del bosque llegamos a un cruce. Tomamos el camino que sube a la derecha.
El camino asciende suavemente hacia el Turó de la Roqueta entre arbustos que no llegan al metro y medio. Unos 100 metros más adelante llegamos al punto más alto del recorrido a la vez que entramos en una zona más boscosa. Ignoramos un primer cruce y en el siguiente, unos 50 metros más adelante, nos desviamos por un estrecho sendero a la izquierda. Hemos salido de la comarca del Alt Penedès y del municipio de Olèrdola y estamos en el municipio de Olivella en la comarca del Garraf.
El sendero desciende fuertemente, unos 25 metros de altitud en poco más de 100 de camino, y en algún tramo es tan estrecho que pasamos rozándonos con los arbustos.
Alguno de los arbustos que nos puede pinchar o arañar con sus afiladas hojas es el enebro rojo (Juniperus oxycedrus) o càdec en catalán.
Al final del descenso llegamos a lo que parece un viñedo abandonado.
Alguna viña aún intenta emparrarse por encima de los arbustos.
Más adelante de este viñedo abandonado pasamos junto a otro que sí es productivo.
Su fruto también está casi a punto de vendimia.
Alrededor del viñedo y a un palmo sobre el suelo hay un cable electrificado para protegerlo de los jabalíes.
A pesar de lo seco del terreno, todo el entorno es muy verde. Lo que no es viñedo es bosque.
El camino va llaneando entre los viñedos y el bosque.
A lo lejos se puede ver el Montau (658 m), una de las 100 cimas de la FEEC y la más alta del macizo del Garraf entre Olesa de Bonesvalls y Begues. La polvareda de delante es de alguna de las varias canteras que hay por los alrededores.
Gran parte del bosque parece joven. Seguramente ha sido repoblado con pinos después de algún incendio. No sé si es lo más adecuado. En la siguiente foto la cima más alta de la zona, el Puig d’en Portes (267 m) a la izquierda, y a la derecha otra de la que no he encontrado nombre pero que mide 241 m.
Un saltamontes aterriza a pocos metros de mis pies. Se camufla casi perfectamente con el color de la tierra, y sólo lo ves cuando salta y extiende sus alas de colores azul y negro.
Más o menos a unos 300 metros del viñedo abandonado llegamos a un cruce.
Recto se accede a la casa de la finca de La Roqueta. Nosotros continuamos por la izquierda. A los pocos metros tenemos que pasar con cuidado por encima de uno de los cables electrificados para atravesar un viñedo.
Justo pasar el cable vemos un pequeño camino que pasa entre dos viñedos. Nos metemos en él y nos dirigimos al bosque del otro lado.
Una vez al otro lado seguimos bajando hasta otro viñedo.
Allí seguimos a la derecha por un camino que va entre el viñedo y el bosque.
En algún momento puede parecer que se acaba el camino, pero en realidad lo oculta la maleza.
A unos 500 metros del camino a La Roqueta llegamos a un cruce. Para acceder a él pasaremos por encima de un cable electrificado y luego por una cadena.
Una vez en el cruce seguimos por el camino de la izquierda. Este camino más acondicionado, más bien una pista, pasa entre dos viñedos.
A los lados del camino destacan las flores azules del cardo yesquero (Echinops ritro).
Llegamos a un cruce señalizado en el otro punto más bajo del recorrido, el Fondo d’en Geló. Estamos cerca de varias urbanizaciones de Olivella como Mas Mestre, y eso se nota porque por aquí nos vamos a encontrar gente caminando, corriendo o en bicicleta.
Nosotros seguimos recto. Pasado el cruce a nuestra derecha sólo quedan viñedos abandonados. Las ramas de las viejas viñas se encaraman desordenadas por encima de la vegetación que empieza a colonizar estos campos.
Estas viñas se han asilvestrado totalmente y la uva que producen no es aprovechable. Aquí una viña silvestre de alguna variedad de uva blanca.
Una araña espera pacientemente el almuezo.
Aquí un racimo de uva negra silvestre.
Estas viñas dan para intentar hacer fotos bonitas jugando con el bokeh.
Es impresionante el vigor de estas viñas salvajes. Aquí una emparrándose en un pino.
A unos 500 metros del cruce del Fondo d’en Geló llegamos al cruce de la Rasa de Cal Veguera.
La Rasa de Cal Veguera está muy seca. Me da la impresión de que por ella sólo baja agua cuando llueve, y se seca tan pronto deja de hacerlo.
Seguimos por el camino, ahora por una zona más agreste y sombría de nuevo en el municipio de Olèrdola, en el Alt Penedès. A unos 300 metros de la Rasa de Cal Veguera avistamos La Caseta.
Parece una vieja casa abandonada porque no hay cercado ni ningún cartel que indique que es una propiedad privada, pero se encuentra en bastante buen estado y tiene hasta antena de TV.
Unos 70 metros más adelante llegamos a un nuevo cruce de caminos.
La profusión de flechas pintadas en los árboles deja claro hacia dónde ir.
Aunque la señal de tráfico del cruce nos da a entender que hay una verja en el camino, y que vemos claramente al final, al llega a ella vemos que el camino sigue hacia la izquierda.
El camino va subiendo suavemente por el Fondo de la Caseta.
Pasamos junto al único campo cultivado que no es de viñas. La tierra aquí es bastante fértil. Aquí un detalle de su textura en un corte al lado del camino.
Una pequeña abeja se posa sobre un capítulo de cardo heredero (Atractylis humilis).
Estas flores también atraen a las mariposas.
Tenemos que estar atentos porque a unos 400 metros de la verja tendremos que desviarnos por un sendero no señalizado a la derecha.
Este estrecho sendero sube fuertemente entre matorrales, arbustos y pinos jóvenes.
Al principio la subida no es muy fuerte, pero luego se hace más empinada. En unos 200 metros ganamos unos 20 metros de altitud.
En una breve parada recupero el aliento fotografiando una Cyrtophora citricola cuidando de su nido.
En otra parada aprovecho para contemplar las vista a medida que ganamos altura. Desde aquí se divisa el radar aeronáutico del macizo del Garraf sobre el Turó de l’Alzina Freda (591 m), próximo a La Morella (594 m).
La cuesta se acaba justo en un cruce de caminos en un paraje llamado Les Carreteres y segundo punto más alto de todo el recorrido. Continuamos por el camino de la izquierda.
A partir de aquí el camino es de bajada alternando zonas de arbustos y matorrales con algún viñedo aislado.
El primer viñedo que me encuentro no parece muy cuidado. Es más, creo que ha sido abandonado no hace mucho. En una hoja de una de las viñas veo esconderse una pequeña polilla que no consigo identificar.
Los racimos de uva no están muy bien formados, casi como las viñas silvestres.
Hacia el final del viñedo veo algún racimo con granos de uva de diferentes colores.
Imagino que el motivo por el que los propietarios abandonan estos campos es porque no les compensa su explotación. A pesar de que no están mal situados y se puede acceder fácilmente a ellos con tractor y remolque o incluso en camioneta, el mercado manda. Tras el primer viñedo llegamos a una bifurcación en forma de U, que más bien parece una curva.
Hay un cartel en un árbol que prohibe el paso, pero no sé exactamente hacia dónde, si se refiere al camino o al terreno al lado del mismo. Seguimos por el camino de la derecha. Pasamos junto a otro viñedo, éste casi recien plantado.
Una avispa cartonera (Polistes dominula) se posa sobre una inflorescencia de zanahoria silvestre (Daucus carota) de al lado del camino. No me acerco mucho porque esta especie de avispa es muy agresiva.
Cerca de allí también están madurando los escaramujos.
Y casi a mis pies los cardos yesqueros (Echinops ritro) dan un toque azul al camino.
A unos 700 metros de Les Carreteres llegamos al Pla de les Argiles y ante nosotros se nos ofrece una estupenda vista de los viñedos, Vilalellops y los dominios de Olèrdola, la foto que lo resume todo.
Unos 300 metros más adelante llegamos a la bifurcación que llevaba a Cal Mingo y el Barri La Font. Nosotros ahora llegamos por el otro camino de esa bifurcación.
Seguimos recto en dirección a Viladellops. Al llegar al fondo del barranco antes de que empiece la subida hacia Viladellops me llama la atención la textura de la roca a la derecha del camino. No sabría decir si estas formaciones son de origen orgánico o bien depósitos de cal de la filtración del agua de lluvia en la roca.
Empezamos a subir por el camino pavimentado que lleva a Sant Joan de Viladellops. A mitad de la cuesta nos desviamos a la derecha por un camino que sube directamente al pueblo.
Más de dos horas después de haber pasado por aquí, los viticultores siguen dando mimos a las viñas de Les Argiles bajo el justiciero sol de agosto. Es un trabajo duro.
El camino va a parar a una placeta donde está el exclusivo alojamiento de alquiler de la Finca Viladellops. De ahí sale una calle que sube hacia la Torre de Viladellops.
Llegamos a la altura de la torre y la prisión. El reloj de sol de la casa de enfrente por fin marca las horas.
Sólo nos queda dar una vuelta por el pueblo de Viladellops antes de dar por terminada la excursió. Desde ahí nos dirigimos al punto de inicio del recorrido. Pasamos por la plaza de delante de la casa de los Desvalls y su pozo. Dentro de esta casa se conserva y exhibe toda la documentación que se tiene sobre Viladellops.
Seguidamente pasamos junto a la bodega de Finca Viladellops. Se puede reservar una visita en la propia web de la Finca Viladellops. Hay varias opciones con cata y comida en el restaurante.
Frente a la bodega se encuentra la cantina.
Más allá de la bodega se encuentra el mirador. Desde allí hay una estupenda vista de los viñedos y los dominios de Olèrdola.
En el mirador hay unos cuantos olivos, otro icono de la agricultura mediterránea junto con la viña.
Podemos seguir por la calle principal de Viladellops en dirección norte. Frente a las últimas casas hay un viñedo desde el cual se tiene una buena vista del núcleo de Viladellops.
Y hasta aquí esta relajante excursión veraniega entre viñas y bosques. Como acabé antes de las 12 del mediodía aún no apretaba la calor. De vuelta al coche, que lo tenía aparcado frente a la cantina, me fijé que había muchas golondrinas (Hirundo rustica) revoloteando por los árboles y las cornisas de las edificaciones. así que estuve un rato quieto al lado del coche y armado con la cámara para fotografiar sus evoluciones de un sitio a otro. En la siguiente foto, tres golondrinas parecen estar esperando algo de la caja de conexiones de una pared de la casa de los Desvalls.
En esta otra, no paraban de llegar golondrinas a posarse en la barra de una cortina del primer piso de la casa de los Desvalls. Se quedaban de cara a la pared sin apenas sitio para moverse.
Espero que te haya gustado este itinerario. Este verano quiero probar alguna variación ya que hay un sinfín de caminos. Además es un lugar tan tranquilo que vale la pena. Lástima que la cantina no tenga servicio de bar, que sería el complemento perfecto para terminar la visita. De todos modos y no muy lejos de Viladellops hay un restaurante catalano-argentino donde se come bien de cantidad, de calidad y de precio, y donde suelo ir al menos un par de veces al año. Se llama Parrilla del Pou Nou y está en Canyelles, cerca de la rotonda de acceso a la autovía. Te lo recomiendo.
Cómo llegar a Viladellops
Previsión meteorológica
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