En la comarca gerundense de La Garrotxa y dentro del Parc Natural de la Zona Volcànica de la Garrotxa se encuentra el municipio de Sant Joan les Fonts, conocido como Begudà hasta el año 1949. Es el segundo municipio más poblado de la comarca después de Olot, y se encuentra estratégicamente ubicado en la confluencia de Girona con Olot, Figueres y Camprodon. Esto le ha hecho estar poblado desde épocas prehistóricas, dando testimonio de ello el poblado neolítico de La Prunera en el Collet de Sant Cosme, el poblado ibérico del Boscarró o la vía romana del Capsacosta (Via Annia). Además de todo esto hay que añadir al patrimonio histórico la iglesia visigótica de Santa Eulàlia de Begudà, el monasterio románico de Sant Joan les Fonts, la casa fortificada de Juvinyà, el puente medieval que cruza el río Fluvià, o las viejas fábricas papeleras que llevaron la industria a este lugar como la del Molí Fondo.
Y Sant Joan les Fonts no sólo dispone de un rico patrimonio histórico sino también de un valioso patrimonio natural, especialmente geológico, como es la presencia de tres coladas de lava volcánica, una de ellas con blísters (los únicos de la península ibérica), que confluyen en la zona del Molí Fondo y que el río Fluvià y la riera de Bianya han ayudado a conformar con el paso de los miles de años. Y a las tres coladas volcánicas tenemos que sumar las más de 250 fuentes de agua que dan nombre al municipio. Sin duda Sant Joan les Fonts tiene muchas cosas que ofrecer al fotohiker.
Para conocer la mayor parte de estos tesoros, que son muchos (la prueba son las numerosas fotos que acompañan este artículo) he combinado las tres rutas oficiales, la de las Tres Coladas, la del Boscarró y la de las Fuentes y Verlets, en una sola. Esta nueva ruta es circular, de casi 7,5 km y con pocos desniveles, lo que la hace apta para ir con niños. No hacer caso a los 44 minutos de duración que pone en Wikiloc, ya que no la vas a poder completar en menos de 2 horas y media a poco que te pares a contemplar las rocas o hacer fotos. El recorrido combina senderos, caminos rurales y trazado urbano, por lo que es conveniente llevar calzado de senderismo, y si puede ser impermeable mejor. Aunque pasemos por varias fuentes por el camino también es recomendable llevar agua, y algo de ropa de abrigo si tenemos frío cerca de la riera de Bianya. Es un itinerario adecuado para cualquier época del año (yo lo hice a finales de diciembre del 2018), aunque si ha llovido mucho recientemente puede que los ríos lleven demasiada agua.
Aquí tienes una recreación 3D del circuito para que te hagas una mejor idea del recorrido y del terreno por el que discurre. Pulsa en la pausa si empieza a reproducirse antes de que acabe de cargarse el fondo. Durante la reproducción puedes cambiar el punto de vista moviendo el ratón con el botón izquierdo pulsado, y también acercar y alejar con la rueda del botón. Pulsa en en el + y en el – bajo la barra de reproducción para cambiar la velocidad.
Empezamos nuestro recorrido en la Plaça Major de Sant Joan les Fonts, donde suele haber sitio para aparcar si llegamos temprano por la mañana. Tomamos el Carrer de Sant Antoni. En la esquina hay una floristería que da color a la calle aunque esté cerrada.
Vamos bajando por esta tranquila calle del casco antiguo de Sant Joan les Fonts. A unos 200 metros llegamos a un pequeño parque urbano desde donde podemos acercarnos al río y tener esta vista del puente medieval y la iglesia nueva. Llama la atención el color oscuro de la roca volcánica con la que está construido el puente.
Pasada una casa llegamos al puente medieval.
Cruzamos el río por el puente y llegamos a la Oficina de Turismo, a los pies de la iglesia nueva de Sant Joan. Desde allí podemos asomarnos un momento al Molí Fondo y ver la famosa cascada desde la parte superior. También tendremos una vista general de las tres coladas de lava que veremos después en el recorrido con más detalle. La ruta realmente continua por las escaleras que suben desde la Oficina de Turismo junto a la iglesia. Al pie de las escaleras también hay un plano informativo.
Desde lo alto de las escaleras el camino llanea como un pasillo al lado de la iglesia. Abajo a la derecha vemos la Resclosa de La Reformada.
A nuestra izquierda se levanta la iglesia de Sant Joan Baptista, construida entre finales del siglo XIX y finales del XX (el campanario y el rosetón fueron lo último). Para su construcción se emplearon rocas volcánicas, como se puede comprobar por el color oscuro de sus muros. La foto es del día anterior a la excursión y por esto sale el cielo azul.
Detrás de la iglesia hay un pequeño parque con una fuente y seguidamente el camino inicia el descenso.
Torcemos a la derecha tan como indica la señal y llegamos a unas escaleras que bajan al Molí Fondo.
Bajamos por ellas con cuidado. A nuestra derecha tenemos una pared de basalto. Algunos árboles han conseguido echar raíces por los resquicios más inverosímiles integrándose con las rocas.
Una vez abajo, frente a nosotros tenemos la famosa cascada del río Fluvià en la Resclosa de la Reformada, la típica postal de Sant Joan les Fonts. A su lado las instalaciones abandonadas del Molí Fondo. La presa está construída sobre una de las tres coladas de lava (o de basalto), concretamente la más antigua, de 700.000 años.
El agua del Fluvià sigue su curso tranquilamente entre bloques de basalto. A lo lejos y entre esos bloques de roca veo unos ánades reales (Anas platyrhynchos) se acicalan el plumaje a lo lejos.
Otra imagen de la cascada con parte del suelo que piso, que corresponde a la segunda colada de Sant Joan les Fonts, de 150.000 años de antigüedad.
Esta segunda colada conforma un suelo de bloques que recuerda la famosa Calzada del Gigante en Irlanda, pero la que estamos pisando es mucho más reciente relativamente, sólo 150.000 años frente a los 60 millones de la irlandesa.
Si miramos hacia la pared de roca comprobamos que estos bloques de basalto son más bien losas que aparecen apiladas en capas. Esto se debe a que esta lava se enfrió mientras iba fluyendo a bastante velocidad.
Poco más adelante vemos que este suelo de basalto se ondula formando pequeños túmulos, algunos de ellos rotos en sus puntos más altos.
A raíz de una limpieza realizada en el terreno en 2016 se ha descubierto que estos túmulos de basalto no son ni más ni menos que blísters, unas burbujas producidas en los túneles de basalto por la elevada presión de la lava líquida que fluía por debajo. Son los únicos de la península ibérica y sólo se han encontrado otros similares en las Canarias, Irlanda y Hawaii. Su interior fue ocupado por basalto y sedimentos del Fluvià.
Aquí un túnel de lava abierto por efecto de la erosión del río y cubierto de hierba como si fuera un camino.
Frente a nosotros y al fondo la tercera colada de lava, de 120.000 años de antigüedad y que se sabe que procede del volcán de la Garrinada en Olot. Conforma la base del Boscarró. Entre la tercera colada y la segunda hay un estrato de sedimentos procedentes del río, y que indica una época de mínima actividad volcánica.
En esta tercera colada se aprecian diferentes capas de rocas según la velocidad a la que fluía la lava mientras se enfriaba. La roca basáltica con forma de columna corresponde a una fase de enfriamiento con la lava en reposo.
En esta foto se aprecia una fractura vertical en la segunda colada y un espacio vacío entre la segunda y la tercera.
Vista y explorada toda esta zona de las coladas en el Molí Fondo regresamos al camino por las escaleras por las que bajamos aquí. Desde arriba tenemos esta vista de la antigua fábrica papelera, el Molí Fondo con su cascada sobre la primera colada, y la segunda colada con el túnel de lava abierto y cubierto de hierba.
Seguimos por el camino en dirección NE, y antes de recorrer 100 metros vemos unas escaleras a la derecha. Subimos por ellas.
A mitad del ascenso por las escaleras hay un pequeño apartado a la derecha que nos permite asomarnos al basalto de la tercera colada de lava.
Llegamos a la parte de arriba del Boscarró que se conforma como una amplia explanada sobre la tercera colada de lava de Sant Joan les Fonts. Esta explanada está cubierta de hierba y árboles, y montones de piedras cubiertos de líquenes, musgo y helechos. Es un lugar particularmente húmedo.
Hacia la derecha hay un mirador desde el que podemos contemplar el Molí Fondo y la iglesia parroquial.
Empezamos a rodear el Boscarró en sentido antihorario caminando junto a la cerca de madera.
Abundan las piedras amontonadas así como pequeños muros de piedra que no parecen tener un objetivo concreto. Sobre este muro parece desparramarse un árbol.
En los años 90 del pasado siglo un grupo de estudiantes encontró restos de cerámica de época ibérica diseminados en el Boscarró. Este hecho y el que no se encontrase una explicación para los muros de piedra motivó que dos vecinos del pueblo investigaran en torno a ellos en el 2013 y encontraron más restos de cerámica y otros objetos de origen ibérico. Este segundo hallazgo dio lugar a un estudio arquelógico preliminar en el Boscarró que concluyó que aquí hubo un importante asentamiento ibérico entre los siglos IV y II aC, el único tan adentro de la Garrotxa. Ahora se está a la espera de financiación para llevar a cabo una excavación más a conciencia. Aquí otro de esos extraños muros de piedra.
El suelo da fe que la mayoría de árboles del Boscarró son robles.
Seguimos circunvalando el Boscarró junto al cercado de madera. Al fondo se aprecia niebla.
La elevada humedad de este terreno favorece el desarrollo de la vegetación y de los hongos.
Tras caminar unos 300 metros desde el mirador llegamos a la punta norte del Boscarró. Una alambrada protege una excavación y nos impide llegar al final, aunque desde ella podemos ver igualmente el monasterio románico de Sant Joan de les Fonts.
Detrás una zona bastante despejada del Boscarró que nos permite ver la iglesia parroquial desde aquí.
Seguimos por el camino que rodea el Boscarró, que ahora sale de él por la derecha.
Este camino desciende hacia la Riera de Bianya por la umbría del Boscarrò y enseguida se nos descubre a nuestra izquierda la pared de basalto de la tercera colada.
Poco más adelante la pared de basalto se extiende a la izquierda del camino. Llegamos a la antigua cantera de piedra del Boscarró.
La disposición de los bloques de basalto en la pared nos indica las diferentes fases de enfriamiento y solidificación de la colada de lava.
De esta cantera han salido los adoquines que cubrían las calles de muchas poblaciones de Catalunya. La popularización del asfalto y otros materiales hizo que los adoquines cayeran en desuso y la cantera cerró hace muchos años.
La cantera del Boscarró se ha museizado con paneles que explican particularidades de la cantera y el entorno. Aún quedan apilados bloques de roca listos para extraer adoquines de ellos.
Cuando llevamos cerca de 200 metros por este camino llegamos a la altura de las escaleras por las que subimos al Boscarró, completando la vuelta. A nuestra derecha y al otro lado de unos verdes prados vemos la vieja masía La Planella.
Llegamos al cruce con las escaleras que bajaban de la iglesia. Nos desviamos por el camino de la derecha.
El camino es llano y el entorno sombrío, húmedo y fresco. Me llaman la atención unos arbustos con finas ramas peladas de las que cuelgan unas pequeñas cápsulas rosadas (en diciembre) que dan un poco de color. Se trata del bonetero (Euonymus europaeus), porque la forma de esas cápsulas o frutos recuerdan el bonete de los religiosos.
El camino se dirige a la masía La Planella.
A 200 metros del cruce anterior pasamos junto a La Planella y el camino acaba en otro asfaltado.
Seguimos recto por el camino asfaltado y tras unos 70 metros llegamos a un cruce señalizado.
La elevada humedad del aire condensa el vapor de agua en el frío metal de la señal.
Seguimos por el sendero de la derecha, que nos llevará a la Riera de Bianya.
Tras cruzar por una barrera para que no accedan vehículos, a los pocos metros avistamos un desvío a la derecha.
A nuestra izquierda tenemos de nuevo una pared de basalto.
Al llegar al desvío vemos que indica hacia la Font de Can Xervanda. Bajamos por el sendero de la derecha.
El entorno es exuberante y muy húmedo. El musgo lo invade todo.
Tras un giro a la derecha vemos la Riera de Bianya.
La humedad empapa los helechos y toda la vegetación que rodea el camino.
Otro giro a la izquierda nos deja la riera a nuestra derecha y nos permite ver al fondo unas mesas metálicas que forman parte del entorno de la Font de Can Xervanda.
Al llegar a la fuente le hago un plano corto porque el entorno se ve muy deteriorado, seguramente a causa de alguna riada reciente.
El agua no es potable y proviene de la que se filtra entre las fisuras del basalto y acaba saliendo al exterior por encima de algún estrato sedimentario. El paraje resulta idílico y antiguamente era una zona de ocio donde acudían los jóvenes de Sant Joan les Fonts a bañarse en la riera.
Seguimos caminando a la orilla de la riera de Bianya hasta que encontramos una pequeña cuesta que nos llevará de nuevo al camino a Fontfreda.
Ya de vuelta en el camino de Fontfreda cruzamos otra barrera para que no pasen vehículos.
Más o menos a 200 metros de la Font de Can Xervanda llegamos a los Prats de Can Xervanda (Can Xervanda es la masía que da nombre a todos estos lugares).
Al llegar al prado continuamos por la derecha. Entre la espesa vegetación vemos asomar unas ruinas.
Se trata de la Turbina de Colom, que por su ubicación a orillas de la riera podría ser un viejo molino, o por el nombre un generador de electricidad, no lo sé con certeza. Me acerco a ver si averiguo algo más, pero el entorno está tan deteriorado y de difícil acceso por la vegetación que sólo puede hacer esta foto.
Así de tranquilas se ven las aguas de la riera de Bianya frente a las ruinas de la Turbina de Colom.
Regresamos al camino. Unas minúsculas setas se abren paso entre las hojas caídas en el suelo.
A unos 200 metros de la Turbina de Colom pasamos junto a un desvío a la izquierda. Nosotros seguimos recto. El camino sobre hojas secas y junto a la riera sigue siendo agradable y sencillo.
Poco más adelante las acolchadas hojas secas dejan paso a las duras piedras y se hace un poco más complicado caminar. Sin duda el agua debe cubrir el camino cuando hay crecidas en la riera.
A medida que avanzamos las piedras del camino son más grandes y hay que caminar con cuidado de no torcerse el tobillo.
Hasta los árboles de la orilla de la riera se apoyan sobre ellas.
A los pies de estos árboles también podemos ver acumulaciones de ramas, troncos y rocas que ha arrastrado la corriente durante las últimas crecidas de la riera de Bianya.
A unos 200 metros del desvío anterior el camino se aparta bruscamente de la riera en un corto repecho y nos planta frente a los Cingles de Fontfreda.
La visión tan repentina de esta pared de columnas de basalto tan homogéneas y verticales nos causa sorpresa y asombro. Algunas de esas columnas se han ido desprendiendo de la pared por sí solas.
Esta pared de basalto es notablemente más alta que la de la cantera del Boscarró.
Me llama la atención cómo la hiedra ha ido trepando y ramificándose por la pared siguiendo las formas verticales de la roca.
Una vez recuperados de nuestro asombro proseguimos por el mismo camino junto a la pared de basalto.
El camino acaba unos 100 metros más adelante junto a la riera de Bianya.
En esta parte de la riera de Bianya hay una acumulación de piedras que forma una especie de presa que ensancha el cauce.
En condiciones normales las piedras están dispuestas de tal manera que se puede cruzar la riera y proseguir hacia el Molí Nou y Can Jep, que sería el camino que deberíamos seguir, pero en esta ocasión la última crecida del río ha movido muchas de las piedras y no es posible cruzar la riera por aquí. Además el tramo de cruce es bastante largo y puede que más adelante esté peor el paso, así que no me queda más remedio que dar la vuelta y buscar alguna alternativa para completar el recorrido. Volvemos a los Cingles de Fontfreda y al pedregoso camino junto a la riera.
Al llegar al desvío que encontramos entre la Turbina de Colom y los Cingles de Fontfreda, nos desviamos a la derecha para probar suerte. El camino tiene pinta de que hace mucho tiempo no pasa nadie por él.
Tras unos pocos metros de subida entre arbustos y maleza, el camino va a parar a otro que parece más usado. Ese camino asciende unos 200 metros en linea recta dejando abajo a la izquierda los Prats de Can Xervanda, hasta que da un giro a la derecha y muestra el final de la cuesta.
Ya arriba el todo el camino nos lleva a la masía de Can Xervanda, que actualmente parece más bien un conjunto de cobertizos para guardar trastos y maquinaria.
El color de las piedras de los muros denotan el origen volcánico de las mismas.
Seguimos por el camino rodeando Can Xervanda.
A unos 100 metros de Can Xervanda el camino se acaba en otro asfaltado frente al Mas Marunys.
Se trata del Camí Vell de Sant Joan les Fonts. Seguimos hacia la derecha. Unos metros más adelante otro camino conduce a la masía de Can Domènec. Lo ignoramos no sin antes admirar este paisaje rural de la Garrotxa profunda.
Hacia la derecha una bucólica imagen de la Vall de Bianya.
Unos metros más adelante llegamos a un cruce con varias indicaciones de la Ruta de les Font i Verlets. Nosotros seguimos recto.
Al lado del camino encuentro otro bonetero, éste con fotogénicas gotas de agua que dan frescor a la foto.
Seguimos por este agradable camino entre prados y pastos. El cielo empieza a aclarar.
Cuando llevamos algo más de 500 metros por el Camí Vell pasamos junto a la masía de la Fontfreda. El exterior de esta masía es un tanto caótico. Entre tanto caos me llaman la atención dos pavos reales (Pavo cristatus), que me parecen un poco desubicados.
Un poco más de caos en la parte trasera de la casa.
Unos 250 metros más adelante llegamos a un cruce. Si hubiéramos podido cruzar la riera de Bianya, tras pasar por el Molí Nou y Can Jep habríamos llegado a este mismo cruce por el camino de enfrente.
Nosotros nos desviamos a la izquierda, por el Camí de les Molleres. A nuestra derecha un campo recien labrado y al fondo la Serra de Sant Valentí.
A la izquierda unos establos con vacas. En un extremo del terreno veo un apartado con los cerdos más grandes que he visto en mi vida. No exagero nada si digo que debían pesar más de 200 kg cada uno.
Unos metros más adelante, a la izquierda el verde paisaje del Pla de Gibrella.
A menos de 300 metros del cruce pasamos junto a Can Rabert.
Dejamos atrás esta vieja casa y llegamos a la altura de Can Rabert Nou, que debe ser la nueva casa. A mí me gusta más la vieja, así que no puedo dejar de echarle una mirada atrás.
Detras de Can Rabert Nou hay un cruce señalizado.
Nos desviamos a la izquierda por el estrecho sendero entre arbustos.
A medida que avanzamos nos sentimos como si hubiéramos dado un salto en el tiempo.
Nos adentramos en el paisaje rural del Pla de Gibrella. A nuestra derecha vemos Can Picart y de fondo el Sant Cosme (617 m) en la Serra d’Aiguanegra.
A unos 200 metros del cruce de Can Rabert Nou cruzamos un paso cercado de alambre junto al arroyo Verlets.
Nos alejamos del Verlets, pero pronto nos lo volveremos a encontrar.
Una mirada atrás para contemplar este bello entorno desde otro punto de vista.
El camino se convierte en un agradable paseo rodeado de un paisaje verde a pesar de estar a finales de diciembre. Porque si hay algo que caracteriza La Garrotxa aparte de sus volcanes es el verde, y más aún en esta zona de los humedales del Verlets.
Nos volvemos a encontrar con el Verlets, como ya dije antes.
Aunque no lo parezca, la suave elevación que hay delante nuestro es un volcán, o más bien lo poco que queda de él, del Volcà de La Canya.
Nosotros seguimos por el sendero junto al Verlets.
A los pocos metros llegamos a un paso de piedras sobre el Verlets.
Embobados por la belleza de este bucólico rincón nos podemos pasar de largo la Font de Fontfreda, que está a la izquierda de esta hilera de piedras escondida entre las plantas.
Nos disponemos a cruzar el Verlets. A nuestra derecha el leve contraluz del sol que atraviesa la tenue nubosidad que nos cubre realza el arroyo al reflejarse en su superficie.
Unos pocos pasos y un leve cambio de ángulo, ya desde el centro del paso de piedras, y la visión es totalmente diferente. Dan ganas de plantar un caballete allí mismo y plasmar en un lienzo lo que estamos viendo.
Desde la otra orilla del Verlets tenemos esta vista de la Font de Fontfreda.
Proseguimos por el mismo camino junto al arroyo, que queda a la sombra de los árboles. ¡Qué afortunados son los vecinos de Sant Joan les Fonts y de La Canya de vivir en este pedazo de paraíso! Al fondo vemos ya Sant Joan les Fonts.
Una mirada hacia atrás de este precioso lugar. Tiene que ser bastante fresco en verano.
Y verdor y más verdor mirando hacia el Volcà de la Canya.
Cada vez nos acercamos más a Sant Joan les Fonts.
A unos 300 metros de la Font de Fontfreda nos cruzamos con un camino que va a Can Domènec y al Camí Vell de Sant Joan les Fonts. A partir de aquí el Verlets se convierte en acequia, el Rec de Verlets.
Nosotros seguimos recto junto a la acequia. A unos 150 metros llegamos al núcleo urbano de Sant Joan les Fonts. Tomamos la primera calle a la derecha y 50 metros más adelante vemos un pequeño puente de madera en medio de un solar. Nos dirigimos hacia él a través de un imperceptible sendero.
Después de cruzar el puente atravesamos un pequeño parque infantil y llegamos a la balsa de La Rompuda. Aquí van a parar las aguas del Verlets y también las de un antiguo lavadero abastecido por la Font de la Rompuda.
El lavadero es bastante grande.
Mientras contemplo la quietud del agua del lavadero de La Rompuda no dejo de ver una lavandera boyera (Motacilla flava) haciendo rápidos vuelos rasantes sobre el agua. Intento fotografiarla sin éxito. Al final sólo consigo esta foto en un instante que se paró a descansar. Está en el centro de la imagen si no eres capaz de verla.
En un extremo del lavadero está la pequeña fuente de La Rompuda, que la verdad no luce como el lavadero o la balsa. No me apeteció ni hacerle una sola foto. Seguimos caminando al Este por el Carrer de Sant Pere junto a unas ruinas. Al fondo ya vemos la iglesia nueva de Sant Joan les Fonts.
Por delante y al otro lado de la calle vemos una estructura de columnas de ladrillo con un tejado a dos aguas junto a una pequeña represa de una acequia. Al parecer se trata de un antiguo secadero de papel, pero me cuesta imaginarlo con la reconstrucción que han hecho de él.
Bajamos recto por el paseo que baja al río Fluvià, y en menos de 300 metros llegamos al puente medieval frente a la iglesia nueva.
Cruzamos el río por el puente, y al llegar al otro lado seguimos las indicaciones al castillo medieval Estada Junvinyà.
Seguimos a la derecha por el Carrer Major y a unos 150 metros nos desviamos a la derecha por un callejón, el Carrer de Juvinyà. Al fondo ya podermos ver esta edificación medieval.
La calle acaba en una pequeña plaza frente a la cual se haya la Estada de Juvinyà. Aunque hay espacio suficiente para que quepa en una fota con focal de 18mm decido montar el ultra gran angular para que la perspectiva realce las dimensiones de esta casa fortificada. Mal denominada castillo, la Casa Forta de Juvinyà es uno de los mejores ejemplos conservados de arquitectura civil de época medieval, una casa fuerte de un caballero o señor del siglo XII.
A su izquierda hay otra Oficina de Turismo, y entre ella y la casa medieval nos podemos asomar al río Fluvià. Por una corriente de agua que va por una especie de foso desde la entrada de la casa a la parte posterior me imagino que alguna vez esta casa debió tener también función de molino. Regresamos al Carrer Major por la calle que sube frente a la Oficina de Turismo e iniciamos el camino de regreso al coche hacia la izquierda. Poco antes de llegar a la altura del puente medieval me llaman la atención unas pequeñas plantas que nacen entre las juntas de las piedras volcánicas de un muro a mi derecha. Se trata de barretets u ombligos de Venus (Umbilicus rupestris).
Llegamos a la altura del puente medieval y aprovecho para fotografiarlo junto con la iglesia desde otra perspectiva.
Ahora que el azul ya domina el cielo, el puente y la iglesia se ven muy diferentes desde el pequeño parque donde les hice la foto al principio del recorrido.
Y ya sólo nos quedan 150 metros para completar este completo recorrido. Si has conseguido leer hasta aquí espero haberte dado motivos para ir tú mismo a Sant Joan les Fonts y ver y disfrutar en vivo de todas estas maravillas que te he mostrado.
Cómo llegar a Sant Joan les Fonts
Previsión meteorológica
- Artículo bajo licencia Creative Commons BY-NC-ND 4.0 International. Puedes compartirlo si citas al autor, si no obtienes ningún beneficio económico, y si lo mantienes íntegro, sin realizar ninguna modificación en el texto ni en las fotos. Y si además me lo comunicas, me harás muy feliz. 🙂