En la comarca navarra de Sakana (o La Barranca), entre las sierras de Aralar y de Urbasa, se encuentra el paraje de Danbulintxulo, en las afueras de un pequeño pueblo llamado Etxarri-Aranatz. En este paraje hay un robledal singular, un bosque de árboles «milenarios» con formas caprichosas y dimensiones colosales, algunos de hasta 16 metros de altura, 12 de perímetro y copa con 21 metros de diámetro. Varias generaciones de etxarriarras han recogido leña de este bosque, y han usado las hojas caídas en el suelo como camas para el ganado de sus cuadras. Este ganado también ha mantenido limpio el sotobosque pastando en este paraje. Hoy vamos a visitar el bosque de los Robles Milenarios de Danbulintxulo.
El bosque de los Robles Milenarios de Danbulintxulo se puede visitar en cualquier época del año, pero para mí las mejores son el otoño, por su espectacular colorido, y el invierno, que permite apreciar mejor las formas de estos árboles cuando están desprovistos de hojas. Desde cerca del camping de Etxarri-Aranatz parten varios itinerarios que recorren algunos de los rincones más bellos de este bosque. El que vamos a seguir es parcialmente circular, tiene una longitud de poco más de 4,5 km, y el desnivel es insignificante, por lo que es muy indicado para ir con niños. No hace falta ir muy equipado: con llevar un calzado deportivo cómodo y un poco de ropa de abrigo por si refresca es suficiente. Ah, y si llueve no está de más cargar con un paraguas.
Aquí tienes una recreación 3D del circuito para que te hagas una mejor idea del recorrido y del terreno por el que discurre. Pulsa en la pausa si empieza a reproducirse antes de que acabe de cargarse el fondo. Durante la reproducción puedes cambiar el punto de vista moviendo el ratón con el botón izquierdo pulsado, y también acercar y alejar con la rueda del botón. Pulsa en la tortuga o en la liebre para cambiar la velocidad de reproducción.
Cruzamos con el coche el centro de Etxarri-Aranatz en dirección a Beasain. A la salida del pueblo y tras cruzar la línea ferroviaria por encima de un puente llegamos a una rotonda. En esa rotonda tomamos la salida que va a la izquierda y seguimos todas las indicaciones hacia el camping. Poco antes de llegar al camping nos desviamos a la derecha y dejamos el coche en un aparcamiento que hay a pocos metros de dicho desvío. Tal cual salimos del coche, detrás nuestro ya podemos ver algunos viejos robles tramochos.
De allí salen dos caminos. No nos dejemos engañar por las señales, nuestro sendero no es el rojo.
Seguimos por el camino de la izquierda. El camino va rodeando el camping, y al poco empezamos a encontrar señales del sendero correcto, entre una exuberante vegetación que en noviembre muestra ya sus colores de otoño.
Es tan bello este lugar que hasta las fotos hechas con el móvil salen bien.
A unos 400 metros de donde hemos dejado el coche llegamos a un desvío con un gran número de señales. En este punto abandonamos el camino y seguimos por la derecha hacia el sendero de los Robles Milenarios, con señales de colores blanco y verde.
Los primeros metros del sendero de los Robles Milenarios son una alfombra roja de hojas de haya.
Como este sendero comparte trazado con el sendero de los Dólmenes, en blanco y amarillo, las señales que veremos en gran parte del recorrido son blancas, amarillas y verdes.
El día amaneció con lluvia y llegamos al bosque con el cielo encapotado, pero parece que se abren las nubes y se cuela algo de luz del sol hasta el camino. En algunas fotos de caminos me gusta que aparezcan caminantes para que no sean los que me acompañan los que salgan siempre en mis fotos. Suelo esperarme a que pasen por el lugar adecuado, y entonces disparo.
La luz directa del sol hace relucir de forma especial el musgo que cubre las ramas de los robles. En esta foto intento un plano muy cerrado de una larga rama de roble, con poca profundidad de campo para desenfocar lo que no me interesa.
A casi 400 metros del desvío anterior pasamos junto a un par de viejos robles. Uno de ellos tiene colgado de una rama una especie de cartel con forma de murciélago que explica algo, pero como está exclusivamente en euskera no entiendo exactamente qué es. Quiero suponer que hace referencia al hecho de que en este bosque habitan murciélagos que pasan el día escondidos en los muchos huecos que hay en los troncos de estos viejos árboles.
Seguimos por el sendero, que nos va descubriendo nuevos robles monumentales a medida que avanzamos, siempre rodeados de una amplia gama cromática otoñal.
A unos 150 metros de los robles de los murciélagos llegamos a un desvío, y nosotros seguimos por la derecha, ahora ya siguiendo sólo las señales blancas y verdes del sendero de los Robles Milenarios. Seguimos rodeados de otoño en pleno apogeo.
Desde el desvío del poste lleno de señales hemos ido subiendo muy suavemente, sin darnos cuenta por la belleza del bosque que nos rodea. Ahora a 800 metros de aquel desvío el camino va a ser llano durante un buen tramo. En este momento vuelve a lucir el sol.
Y de nuevo las nubes vuelven a cubrir el cielo y el bosque oscurece. El árbol del centro de la foto anterior, ahora se ve así cuando llegamos a su altura.
Con estas condiciones de iluminación tan cambiantes es muy difícil hacer fotos con la cámara en modo manual, por lo que es mejor usar un modo automático o semiautomático. Tramos de camino bajo vegetación tupida, tramos claros, ratos de sol, ratos de nubes… Haces una foto mirando hacia adelante y la luz es muy diferente a si la haces desde el mismo sitio mirando hacia atrás. Yo siempre uso el modo semiautomático de prioridad de apertura.
Como puedes ver, cada foto tiene una velocidad y una ISO diferentes.
Llegamos a una zona donde el bosque es más uniforme, todos los árboles de tronco delgado y recto.
En el grueso manto de hojas secas que cubre el camino (bueno, lo de secas en un decir, porque ha llovido bastante durante la mañana…) asoman dos tímidas setas. Me propongo hacer un primer plano de las setas, y de fondo el camino. El hecho de que la cámara tenga pantalla abatible y Live View permite que pueda hacer esta foto sin acabar empapado y lleno de hojas.
Cuando nos encontremos en una disyuntiva, busquemos siempre las marcas del camino para elegir la opción correcta. En este caso las marcas blanco y verde de un árbol nos dicen que el sendero sigue por la izquierda.
El motivo por el cual un fotosenderista avanza a menos de la mitad de velocidad que un senderista no es porque pierda tiempo haciendo fotos, sino porque contempla el entorno con más detalle, y eso es imposible de hacer a 4 o 5 km/h. De ir más rápido seguramente no habría visto las setas de antes, o esta flor de Crocus a punto de abrirse.
A unos 150 metros de la bifurcación anterior pasamos junto a una especie de cabaña muy bajita, sin paredes. Imagino que será para guardar leña o algo. No me acerqué mucho por si había pulgas, ya que podría ser usada como escondrijo o refugio por algunos animales del bosque.
Hemos de tener mucho cuidado de no pisar las minúsculas setas que puede haber bajo nuestros pies, como éstas que salen de una raíz de un árbol.
Poco más adelante llegamos a un espacio dentro del bosque donde destaca un enorme roble.
Rodeamos un poco este gran roble siguiendo el sendero de los Robles Milenarios. No dejamos de fijarnos en todo lo que hay en el suelo. Las bases de los árboles talados son fuentes de vida.
Entre las hojas secas de los robles que yacen en el suelo se camufla perfectamente la babosa roja (Airon rufus).
Seguimos caminando por este bello sendero.
Unos 200 metros más adelante del gran roble nos encontramos un obstáculo en el camino: un gran roble partido.
De nuevo la madera muerta de un árbol se nos muestra cubierta de vida de las formas más dispares.
Unas vetas negras en el tronco del árbol partido nos podrían estar diciendo que quizás murió porque le cayó un rayo.
Aunque haya restos del árbol ocupando el sendero, realmente no son obstáculo para nuestro camino. Nos seguimos fijando en los detalles de la madera muerta.
Una parte del tronco ha perdido ya la corteza y afloran los túneles que excavaron insectos mientras el árbol estaba vivo.
Seguimos por el sendero de los Robles Milenarios dejando atrás el árbol partido.
Y no dejamos de encontrar detalles que fotografiar.
Por el camino vamos viendo la variablidad de color del bosque. Pasamos de zonas de verde y amarillo, a zonas de anaranjados y rojos.
El sendero se ensancha y casi parece una pista.
Se pone a chispear y tenemos que abrir los paraguas.
A 300 metros del árbol partido llegamos a otro gran roble con una señal que nos indica que el sendero gira a la izquierda, pasando por debajo de una gran rama del mismo roble.
El sendero inicia un breve descenso hasta una encrucijada presidida por un colosal roble en el centro.
Aquí continuamos por el mismo sendero pero en dirección al camping, hacia la izquierda.
Aquí las señales vuelven a ser blancas, amarillas y verdes porque varios senderos comparten este tramo.
Cuando llevamos caminados unos 300 metros desde la encrucijada llegamos a un claro del bosque en cuyo centro hay un gran roble que nos saluda efusivamente.
Cerca, a un lado, hay el pie del tronco de otro gran roble que hace tiempo que debió hacer compañía a éste.
La parte central del tronco árbol de dos piernas aparece cubierta de musgo y helechos, como si se tratara de cabello o de una pieza de ropa de esta criatura a punto de moverse y echar a andar.
Cuando pasamos por al lado del árbol, parece otro muy diferente.
El camino que deberemos seguir es el que vemos detrás del árbol en la foto anterior, a la derecha, con las marcas en blanco, amarillo y verde. Mientras rodeamos el árbol comprobamos que su curiosa forma se debe a que realmente se trata de dos árboles que unen parcialmente su tronco a unos 3 metros de altura para volver a separarse más arriba. Frente al árbol hay un panel con información sobre esta parte del bosque.
Como he comentado más arriba, seguimos por el sendero tras rodear 3/4 partes del árbol por nuestra derecha (o sea, tal como hemos llegado a este lugar, a la izquierda). Los colores de las marcas de los senderos se confunden con los colores del bosque.
Seguimos avanzando por este agradable tramo del sendero. De vez en cuando pasamos junto algún claro en cuyo centro siempre hay un majestuoso ejemplar de roble.
A unos 200 metros del roble con piernas vemos que el color de nuestro entorno ha pasado del verde y amarillo al anaranjado. Hemos dejado atrás las hayas y ahora estamos en territorio de robles.
Pero nada, a la que salimos de este claro volvemos al bosque verde y amarillo, territorio de hayas y otras especies. El único anaranjado aquí es el de los helechos. De tanto en cuando nos vamos encontrando algún pequeño panel con información del bosque.
A uno 500 metros del roble con piernas nos llaman la atención a nuestra izquierda los restos aún en pie de lo que debió ser un árbol colosal, un tronco con un considerable perímetro.
Como es habitual en estos bosques atlánticos húmedos, la madera muerta sirve de base para muchas formas de vida. En este gran tronco, además de musgo podemos encontrar grupos de setas diminutas, empapadas por la lluvia de acaba de caer.
La textura llena de nudos de la madera de este tronco es más propia de una raíz que no de un tronco aéreo.
Dejamos atrás este tronco y seguimos por el sendero de los Robles Milenarios en dirección al camping, justo cuando empieza a llover de nuevo.
Una de las desventajas del fotosenderismo con lluvia es que tienes que proteger bien la cámara, sobre todo si es como la mía que no tiene el cuerpo ni los objetivos sellados. En estas ocasiones suelo usar una funda de lluvia especial para cámaras, aunque si no llueve mucho llevo la cámara colgando de mi correa tipo Black Rapid y resguardada bajo el chubasquero, y la saco en el momento de hacer la foto. Nunca hay que dejar de salir los días de lluvia, porque una de las ventajas son los colores que te regala la lluvia en los días de otoño.
A 200 metros del tronco hueco, a nuestra derecha vemos una pequeña área del bosque de vivo color anaranjado tirando a rojo. Nos acercamos y vemos que se trata de otra pequeña población de robles, la mayoría muy jóvenes. Al pie de uno de los robles hay otra especie de cabaña como la que vimos antes, ésta cubierta de plásticos.
Detrás nuestro todo sigue siendo verde y amarillo.
A unos 400 metros de este lugar nuestro camino se une al que tomamos casi 3 kilómetros atrás siguiendo el sendero de los Robles Milenarios, aquel con marcas blancas y verdes. Es el fin del tramo circular. Ahora volvemos al coche por el mismo camino por el que vinimos. A nuestros pies se juntan las hojas de gran parte de las especies que de árboles que pueblan ese bosque.
300 metros más adelante pasamos junto a un enorme roble que nos resultaría familiar de no ser que estos árboles se muestran muy diferentes según el ángulo desde donde se les mire, y ahora venimos de dirección contraria.
Finalmente llegamos al aparcamiento donde dejamos el coche después de pasar junto al camping de Etxarri. Bajo los enormes robles trasmochos junto al aparcamiento, los de la primera foto de este reportaje, nos observa una pequeña criatura, un diminuto pony.
Y hasta aquí este circuito que más que una ruta de senderismo es un paseo por un precioso bosque atlántico, de los pocos que aún quedan en el país. Si pasas por la comarca navarra de Sakana, es un lugar de imprescindible visita.
Cómo llegar al bosque de Robles Milenarios de Danbulintxulo
Previsión meteorológica
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Muchísimas gracias por las preciosas fotos
Compartiré alguna en un trabajo que estoy haciendo
Les pondré vuestra referencia y nombre