La comarca de La Garrotxa, en el prepirineo de Girona, es un territorio singular. Su orografía la divide en dos subcomarcas, la Alta Garrotxa, más montañosa por su proximidad a los Pirineos, y la llamada «comarca de Olot», al sur y más llana. Como su nombre indica, en esta subcomarca se encuentra su capital Olot, y además encontramos otras poblaciones conocidas como Santa Pau, Castellfollit de la Roca y Besalú. Ésta es quizás la parte más conocida y singular de la Garrotxa porque en ella encontramos el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, y es que allí se esconden 40 volcanes bajo el verde manto de los campos y los bosques que cubren la comarca. Son conocidos los volcanes Montsacopa en el mismo Olot y el Santa Margarida y el Croscat en Santa Pau. Y sobre una colada de lava del Croscat arraiga la Fageda d’en Jordà (ver circuito en Fotohiking). Al sur de Olot se encuentra la Serra del Corb. Desde una de su cimas más altas, el Puig Rodó (907 m) y del mirador de Xenacs (838 m) tenemos una estupenda panorámica de todo este parque natural. Y no sólo eso, sino que los bosques de esta sierra también esconden las ermitas románicas del Corb, Sant Martí y Sant Miquel, y un pequeño volcán con un crater de 140 metros de diámetros, el volcán del Racó.
El itinerario que propongo aquí para explorar estos rincones de la Serra del Corb es un recorrido circular de 6,13 km, con no mucho desnivel que lo hace apto para cualquier persona con una mínima condición física para caminar 2 o 3 horas. Conviene llevar calzado deportivo cómodo o de senderismo y algo de ropa de abrigo excepto en verano porque el bosque es fresco y húmedo. También hay que llevar agua porque las fuentes que encontraremos por el camino no ofrecen garantías. Es un recorrido recomendable para cualquier época del año. Yo fui a primeros de noviembre del 2018.
Aquí tienes una recreación 3D del circuito para que te hagas una mejor idea del recorrido y del terreno por el que discurre. Pulsa en la pausa si empieza a reproducirse antes de que acabe de cargarse el fondo. Durante la reproducción puedes cambiar el punto de vista moviendo el ratón con el botón izquierdo pulsado, y también acercar y alejar con la rueda del botón. Pulsa en la tortuga o en la liebre para cambiar la velocidad de reproducción.
Accedemos a la Serra del Corb por la Carretera del Corb, que sale del polígono industrial Pladavall de Les Preses, en el km 46 de la carretera C-152. En el tiempo en que hice esta excursión (año 2018) se podía aparcar en algunos puntos de esta carretera. Yo concretamente aparqué a unos 2 km más adelante, en el desvío hacia las masías de La Quintana y Masnou y que corresponde al punto de inicio y final del track en Wikiloc y de la descripción de toda la ruta más abajo. Ahora está prohibido aparcar en cualquier punto de la carretera y hay que hacerlo en el polígono, lo que implica alargar el recorrido al menos unos 1,4 km, pero tampoco demasiados porque parte del mismo es por esta misma carretera. Tú sigue leyendo y ya te indicaré el punto exacto en el que podrás dar por finalizado el itinerario y volver al polígono.
Como te he explicado en el párrafo anterior, yo aparqué en el desvío hacia las masías de La Quintana y Masnou, a unos 2 km del polígono industrial Pladevall, e inicié allí el itinerario. Desde allí seguimos caminando por la misma carretera, dejando atrás La Quintana. Al fondo los Pirineos bajo un manto de nieve temprana.
Por delante y a nuestra derecha según caminamos tenemos la Serra del Corb y una neblina matutina a media altura.
A unos 200 metros pasamos un desvío de la carretera que indica a Sant Miquel del Corb. Nosotros seguimos recto. A lo lejos la masía de l’Antiga y el bosque tomando los colores del otoño.
Un poco más a la izquierda lo que parece ser una masía abandonada.
A unos 500 metros de donde dejamos el coche (2,5 km desde el polígono) nos cruzamos con el GR-2 que viene recto desde la Fageda d’en Jordà y sigue a la derecha hacia la Serra del Corb. Este GR cruza media Catalunya de Norte a Sur, desde La Jonquera hasta Sant Adrià de Besòs. Nosotros seguimos a partir de ahora por el GR-2, a la derecha.
Empezamos a subir muy suavemente hacia la Serra del Corb.
A la derecha tenemos un campo de girasoles marchitos. Al fondo vemos La Quintana.
A la izquierda unos caballos pastan plácidamente tras una alambrada electrificada.
A unos 300 metros del cruce pasamos junto a la masía abandonada de El Camps.
Al fondo podemos ver el Puig Rodó, la cima más alta de la Serra del Corb.
La finca no debe estar del todo abandonada cuando vemos balas de paja envueltas recientemente.
Continuamos por el camino. Por la parte de atrás de El Camps parece estar lo que era la entrada principal a la casa.
El GR-2 empieza a ascender ahora con más pendiente a la vez que entramos en el bosque. Atrás quedan El Camps y este paisaje.
Por delante nuestro el bosque se muestra aún verde a pesar de estar en noviembre y que ha bajado bastante la temperatura.
Puede que por el camino nos encontremos algún coche que prefiere ahorrarse unos metros caminando. A unos 300 metros después de la masía abandonada surge ante nuestra mirada Sant Martí del Corb.
Al tratarse de un lugar de fácil acceso es bastante frecuentado, por lo que o bien madrugas o bien te armas de paciencia si quieres hacer fotos. Cuando llegamos había una pareja de fotógrafos, y mientras esperábamos a que acabaran llegaron un par de ciclistas y luego más gente en coche. Tuve que buscar los momentos propicios para que no se me cruzara nadie en los encuadres, y más aún al utilizar el objetivo ultra gran angular, indispensable si quieres captar toda la grandiosidad del lugar. Mientras la pareja de fotógrafos están tomando unas fotos frontales de Sant Martí del Corb, yo me acerco a la fuente que hay a la izquierda para tomar una de las fotos típicas de la iglesia.
Otra foto típica es capturar el reflejo del porche de la entrada en la pila de la fuente. Cuando fui bajaba bastante agua de la fuente y la superficie estaba demasiado ondulada como para tener un reflejo nítido, por lo que preferí captar el color de las hojas secas que se acumulaban en la salida de agua de la pila. No vi la chica fotografiando a la derecha, pero tampoco queda del todo mal en la foto.
Aquí un encuadre más arriesgado intentando darle grandiosidad a la pequeña iglesia.
Pasamos al otro lado para encuadrar la iglesia con la fuente. Mientras tanto los ciclistas justo fuera del encuadre haciéndose los pertinentes selfies.
Pruebo un encuadre vertical con la intención de captar la considerable altura de los árboles, aunque no caben ni con focal de 11mm.
Podría haber probado desde más lejos, pero entonces la iglesia se vería más pequeña y perdería interés. Y tampoco queda tan diferente del formato horizontal. Aquí se capta más amplitud.
Nos acercamos a la entrada de la iglesia. Lo siento si aparezco en fotos de los demás, pero si no no voy a poder subir nunca. Se puede ver el interior de la iglesia desde las ventanas a los lados de la puerta, pero no resulta interesante porque todo está lleno de sillas plegables. Al parecer aquí se celebran ceremonias multitudinarias como bodas. Me pongo de espaldas a la puerta para ver el bosque que rodea la iglesa, aprovechando un momento en que no hay nadie delante.
Hacia la izquierda la continuación de nuestro camino.
En un rincón a la izquierda de la iglesia el manantial que llena de agua la pila de la fuente, ahora ya con el objetivo todoterreno.
Vista esta ermita seguimos las marcas blancas y rojas del GR-2, que adicionalmente tiene marcas amarillas de alguna ruta que comparte sendero.
Este tramo del camino es llano. A unos 300 metros de Sant Martí del Corb llegamos a un gran cobertizo.
Por detrás vemos una casa y me llama la atención un gran árbol con frutos anaranjados que pienso que se trata de un enorme naranjo, pero al ver la foto después compruebo que es un caqui (Diospyros kaki).
El camino frente al cobertizo se ensancha para permitir las maniobras de la maquinaria agrícola, no para aparcar coches de excursionistas.
Un poco más abajo del cobertizo está l’Antiga, una masía que como dice su nombre, debe ser muy antigua.
Aquí nosotros nos desviamos hacia la izquierda. Una señal apenas visible nos dice que por allí se va a Sant Miquel del Corb. También he leído que allí mismo hay una fuente, pero yo no la vi.
Volvemos a entrar en el fresco y húmedo bosque.
Empezamos a ver pequeñas setas en los márgenes del camino.
A unos 250 metros de l’Antigua pasamos junto a un claro del bosque donde suele pastar el ganado. En un rincón las ruinas de El Curós.
Me llama la atención lo bien recortada que está la vegetación siguiendo el relieve del terreno. Seguro que son los animales que pastan aquí.
A unos 250 metros de El Curós vemos el campanario y el tejado de Sant Miquel del Corb asomar tras los árboles.
Tras una curva cerrada a la izquierda llegamos a la parte trasera de Sant Miquel del Corb.
En lugar de seguir por el camino rodeamos la ermita por la izquierda para verla y fotografiarla mejor.
Aunque Sant Miquel del Corb se remota al siglo X, ha sufrido varias remodelaciones a lo largo de su historia. Nos acercamos a la entrada.
Desde ahí vemos el sendero que sube a Puig Rodó.
Nosotros seguimos por el camino de la derecha, por el que veníamos, con las marcas blancas y rojas del GR-2. Curiosamente el árbol que llevaba las marcas estaba caído cuando fuimos y tuvimos que pasar por encima de él.
Iniciamos el segundo y último tramo de subida del recorrido, primero rodeados de robles.
Las bellotas y hojas secas crujen bajo nuestras botas.
A medida que avanzamos va cambiando la vegetación que nos rodea.
A unos 200 metros de Sant Miquel del Corb entramos en el hayedo del Clot de les Grípies y nos encontramos una bifurcación. Hacia la izquierda se sube al Mirador de Xenacs. Aquí también acaba el tramo de subida. Nosotros seguimos por el GR-2 a la derecha.
Esta parte de la Serra del Corb es fresca y húmeda, y también oscura. Y si no fíjate en los valores de obturación e ISO de la foto anterior y de las que siguen.
En esta cara norte de la Serra del Corb abundan las setas, tanto en el suelo a los lados del camino como en los troncos de los árboles, como estas gírgolas o champiñones ostra (Pleurotus ostreatus), por encima incluso de nuestras cabezas.
La verdad es que este bosque se muestra muy exuberante y aún muy verde a primeros de noviembre.
A unos 400 metros del desvío al Mirador de Xenacs pasamos por la falda norte del Puig Rodó.
Entramos ahora en uno de los rincones más salvajes de este bosque, hacia el Barranc de les Grípies. Algunos rayos de luz del sol llegan al suelo tras superar la extensa capa de ramas y hojas que nos cubre.
A 700 metros del desvío al Mirador de Xenacs pasamos por el Barranc de les Grípies, que viene desde lo alto de la Serra del Corb y la Serra de Xenacs. Las rocas están cubiertas de musgo y helechos por la elevada humedad, pero no se ve bajar agua a pesar de que ha llovido abundantemente hace apenas un par de días. Pocos metros más adelante pasamos junto a la Font del Racó, completamente seca.
A su lado hay una haya altísima con un discreto cartel.
El sendero se estrecha tanto que es difícil caminar sin salirse de él.
Hay que tener cuidado de no pisar las setas, como esta estrella de tierra (Geastrum rufescens).
Hay otros hongos que llaman más la atención por su vivo colorido aunque su textura cause repulsión, como esta tremela mesentérica (Tremella mesenterica).
A unos 500 metros del Barranc de les Grípies vemos una verja al final del camino.
Al llegar a ella vemos que las marcas del sendero dicen que el camino se desvía a la derecha aunque el track que estoy siguiendo insiste en pasar la verja. Como veo que la pintura de las marcas está muy nueva y a la derecha de ve el terreno muy removido y muchas ramas cortadas, entiendo que han hecho un desvío para no pasar por la finca del Racó. Además hay cintas entre los árboles que acotan mejor el camino, porque no se ve muy claro.
En un tronco caído veo esta fotogénica colonia de Trametes ochracea (o T. versicolor, no sé).
Gracias a las señales y las cintas pasamos este tramo de encinar un tanto caótico.
Ahora el color del suelo pasa del rojizo al negro. Estamos ya en terreno volcánico y lo que estamos pisando es lapilli.
En el talud izquierdo del camino también podemos observar lapilli dispuesto en capas de piedras de diferentes grosores, seguramente a causa de las diferentes expulsiones de material.
Por el suelo también encontramos algunas castañas, señal que caminamos bajo castaños.
A unos 50 metros de la verja salimos del bosque.
Y 50 metros más adelante llegamos al cráter del Volcà del Racó. A nuestra derecha el volcán Croscat con el cráter abierto hacia nosotros. A sus pies la Fageda d’en Jordà cambiando a los colores de otoño. Desde aquí no cuesta mucho ver cómo la colada de lava que constituye el suelo del hayedo viene del cráter del Croscat.
Delante nuestro el cráter de 140 metros de diámetro del volcán del Racó. Al fondo los Pirineos cubiertos de nieve.
Ampliando en el centro vemos lo que parece ser el Puig de Fontlletera (2.581 m) a la izquierda y Les Borregues (2.693 m) en el centro cubierto de nubes.
En el cruce de caminos al borde del cráter del volcán del Racó seguimos por el GR-2 a la izquierda. Al pasar junto a una leñera del Racó me llama la atención el orden de los troncos.
Volvemos a mirar al cráter, la mitad del cual es un maizal. La Garrotxa es la principal productora de maíz de secano de Catalunya.
A mis pies una mata de clemátide (Clematis vitalba) con sus frutos plumosos a punto de emprender el vuelo.
Y no muy lejos me saluda una flor de Campanula cubierta de rocío.
Seguimos por el GR-2. Por nuestra izquierda se incorporan unas escaleras que forman parte del viejo tramo que cruzaba la finca del Racó.
A la sombra de los árboles y en el suelo resalta este grupo de seta fasciculada o bolet del pi (Hypholoma fasciculare).
Me agacho para tener una foto a ras del suelo.
A 200 metros del cruce anterior llegamos a otro cruce profusamente señalizado.
Hacia la izquierda se sube a Xenacs. Unas señales más rústicas indican hacia donde venimos.
Nosotros seguimos a la derecha, por las marcas blancas y rojas. Empieza el descenso.
Por este encinar encontramos otros tipos de hongos, como el cuesco de lobo (Lycoperdon perlatum).
Y a pocos centímetros de allí este otro grupo de setas que no he podido identificar y que se camuflaban bien entre las bellotas y la hojarasca del suelo.
A nuestra derecha el maizal del volcán del Racó, y al fondo el Comanegra (1.558 m), en la frontera de la Garrotxa, el Ripollès y Francia, y asomando a la derecha el Bassegoda (1.374 m), donde un par de semanas antes se despeñó un excursionista que acabó falleciendo.
Y llegamos a otro cruce muy señalizado. Aquí abandonamos el GR-2 y seguimos recto por el sendero de marcas amarillas.
Entramos en el cráter del volcán al borde del maizal para fotografiarlo más de cerca.
Desde allí vemos también la finca del Racó en la parte alta del cráter.
El camino se adentra en un hayedo soleado.
Al poco de entrar en el bosque llegamos a una bifurcación. Las señales amarillas nos indican seguir a la izquierda, pero ese camino desciende al polígono industrial Pladavall y nosotros no tenemos que ir para allí, por lo que seguimos por la derecha. A medida que nos adentramos en el bosque el ambiente se va oscureciendo. En el suelo destacan el negro de los hayucos y del lapilli empapados de humedad, el rojo oscuro de las hojas secas de haya y el verde del musgo.
Así se ve el camino que dejamos atrás. Fíjate de nuevo en los valores de obturación e ISO de estas fotos.
A medida que vamos descendiendo por el Bosc de l’Avellana, que así se llama, va cambiando la vegetación que nos rodea, cosa que queda reflejada en el suelo.
Cuando llevamos recorridos 400 metros desde que dejamos atrás el cráter del volcán del Racó, éste es el aspecto del camino.
Poco más adelante nos cruzamos con un camino en una curva.
Seguimos camino abajo. Me llama la atención en el árbol que preside la curva la coexistencia de dos especies de hongos entremezcladas en la corteza del tronco.
Recto hacia abajo hay unos pastos con un rebaño de ovejas.
Aquí tenemos que estar muy atentos a una puerta del cercado que va a estos pastos, ya que tenemos que seguir por allí y no por el camino que gira a la derecha. Yo me distraje fotografiando un corderito que pastaba con su madre entre los helechos muy cerca de la alambrada.
Este despiste propició que siguiera bajando por el camino. Aquí una vista de Olot a lo lejos entre los árboles y la ermita de Sant Francesc en lo alto del volcán Montsacopa.
Aquí una vista de las ovejas pastando entre el camino equivocado, a la derecha, y la carretera del Corb, a la izquierda.
Otro corderito pidiendo leche a su madre.
Cuando me di cuenta de que me había salido de la ruta regresé a la puerta del cercado, que se abre levantado un alambre. Entramos en el terreno de pastos. Las ovejas ya se había ido.
Como podemos buscamos un sendero o una vereda que hay hacia la izquierda en el margen.
Hacia la derecha veo las ovejas que se van alejando.
Abajo del todo encontramos la otra puerta del cercado que nos lleva a la carretera del Corb.
El mecanismo de apertura y cierre de la puerta es igual que la anterior. Pasamos y salimos a la carretera del Corb. Éste es el lugar en el que iniciamos y finalizamos el recorrido si hemos aparcado en el polígono. Si ya lo hemos acabado seguimos por la izquierda hacia el coche, y si no seguimos por la carretera.
Entre el mediodía y primera hora de la tarde la luz del sol crea un intenso constraste entre la hierba y la umbría de la Serra de Xenacs. Al fondo la masía del Soler medio envuelta por el humo que sale de la chimenea y no acaba de subir.
Pasamos junto a la masía Mitjans. Un caballo nos observa con la boca llena de paja.
Cuando llevamos 600 metros caminados por la carretera tenemos esta vista de los campos de la izquierda de la carretera, con alguna zona anegada de agua. Al fondo la masía de la Canova.
Poco antes de llegar a La Canova, a la derecha hay un comedero para ganado. Hay un grupo de ovejas que advierte nuestra presencia y deja de comer para alejarse hacia el bosque. La luz en ese lugar es la ideal.
Esa misma luz realza un detalle del muro de la masía junto a la entrada.
Encima del muro no llega el sol y el frío aún conserva la humedad de la microvegetación.
A 300 metros de La Canova está el cruce a La Quintana donde he empezado a describir este recorrido. Ahora que da el sol, saco una última foto del bosque de la Serra del Corb adquiriendo los colores del otoño. Hoy, dos semanas después, seguro que está en su punto dulce.
Y hasta aquí este sencillo y didáctico itinerario por La Garrotxa. Espero que haberte animado a recorrerlo. Ahora es el momento, no pierdas la oportunidad.
Cómo llegar a las ermitas románicas del Corb
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Desde mediados de mayo 2021, el acceso al valle del Corb está restringido a vecinos y vehículos autorizados.El aparcamiento está en la zona de la gasolinera/Caprabo.La multa es de 300 eu
Gracias por avisar. Buena caminata desde la gasolinera. Es cierto que en la carretera no hay muchos sitios donde dejar el vehículo.