El Lluçanès es una subcomarca de la Catalunya central, en la parte más septentrional casi tocando los Pirineos. Comprende territorios del Bages, Osona y el Berguedà, y linda con el Ripollès. Para situarnos, se encuentra entre Manresa, Vic, Ripoll y Berga. Por su posición geográfica, por ella pasa el Cami Central un camino ganadero o vía pecuaria que data de la baja Edad Media y por el que han transitado hasta no hace mucho los rebaños transhumantes desde Poblet, en Tarragona, hasta la los pastos de alta montaña de la Cerdanya francesa. Este camino es paralelo al Camí Ral (Camino Real) que iba de Barcelona a Francia también desde la Edad Media. En aquellos tiempos era normal que personas y mercancías y ganado fueran por caminos separados dado que la transhumancia movía decenas de miles de cabezas de ganado y encontrarse con ellas podía suponer un importante retraso para los viajes. A lo largo del camino era habitual encontrar majadas para poder hacer noche tanto pastores como ganado. Hoy vamos a movernos por los alrededores de Alpens por los caminos ganaderos del Lluçanès.
Es una grata experiencia recorrer ahora estos caminos ganaderos del Lluçanès intentando imaginar cómo eran antes aquellos viajes, y la primavera es la mejor época para hacerlo. Nosotros lo vamos a hacer a la altura de Alpens, un municipio la comarca de Osona entre Ripoll y Berga. Vamos a recorrer casi 9km en un itinerario circular por bosques, campos y pastos, pasando por algunos de estos establos ya abandonados. Hay un poco de pendiente a mitad del recorrido, pero no es difícil. Se puede hacer con niños que estén acostumbrados a caminar, y es conveniente llevar calzado cómodo de deporte o senderismo y agua para el camino. Las fotos de este reportaje son de mayo del 2016.
Aquí tienes una recreación 3D del circuito para que te hagas una mejor idea del recorrido y del terreno por el que discurre. Pulsa en la pausa si empieza a reproducirse antes de que acabe de cargarse el fondo. Durante la reproducción puedes cambiar el punto de vista moviendo el ratón con el botón izquierdo pulsado, y también acercar y alejar con la rueda del botón. Pulsa en la tortuga o en la liebre para cambiar la velocidad de reproducción.
Nuestro recorrido empieza y acaba frente a la iglesia de Santa María de Alpens. Podemos aparcar el coche frente a la misma plaza de la iglesia. Si vienes de Sant Quirze de Besora tienes que salir de la carretera por la izquierda en el segundo paso de peatones de Alpens. Si vienes de Berga es el primer paso de peatones y te tienes que desviar a la derecha. Si no quieres meterte por el pueblo, tienes un aparcamiento junto a ese paso de peatones, al otro lado de donde tienes que desviarte, y si no hay otro antes de entrar en Alpens viniendo de Sant Quirze de Besora, bajando a la izquierda.
Una vez situados frente a la puerta de la iglesia, bajamos por el callejón que hay a mano derecha, que corresponde a un tramo del sendero GR-1 que pasa por Alpens. Este sendero cruza todo el norte de la Península Ibérica desde Sant Martí d’Empúries en el Alt Empordà hasta Fisterra en Galicia.
En la primera bifurcación seguimos por la derecha.
El día es espléndido y la primavera está en plenitud.
Saliendo ya de Alpens llegamos a un cruce donde parece que se acaba la calle. Recto continúa el GR-1, y nosotros bajamos hacia la izquierda.
Pasamos junto a una casa que parece inacabada, pero que nos llama la atención por las miradas que nos lanzan unas piedras que hay sobre el muro de la verja.
Junto al jardín de esta casa se encuentra la Font Bona, donde hay unos antiguos lavaderos restaurados.
La verdad es que esta casa tiene cosas que no dejan indiferente. como esta claraboya a base de botellas, y posiblemente también una iluminación nada discreta para navidades.
Superada ya esta casa el camino se aleja de Alpens en dirección sur y sureste hacia la depuradora que limpia las aguas residuales de la población antes de verterlas a la riera Gavarresa.
Pasamos por la depuradora cuando llevamos 800 metros desde la iglesia, y nosotros seguimos camino abajo.
Cuando llevamos 1km desde la iglesia llegamos a una bifurcación. Seguimos por el camino de la derecha, el que se acerca a la riera Gavarresa.
El camino atraviesa un pequeño bosque a la altura de la masía de La Vall (queda a la ziquierda) y pasa más adelante por un claro con una balsa y con la riera al otro lado.
En una curva del camino, saliendo ya del todo del bosque, me llama la atención una mariposa revoloteando sobre unas florecillas blanquecinas. La mariposa en cuestión es una doncella punteada (Melitaea cinxia).
Tras esta curva viene otra a la izquierda, y en el kilómetro 1,6 desde la iglesia de Alpens cruzamos la riera Gavarresa por el Pont de La Vall, en uno de los puntos más bajos de todo el recorrido. Tras cruzar la riera el camino empieza a subir atravesando una zona boscosa. En uno de los pocos claros de este bosque puedo ver a lo lejos la que creo es la ermita de Santa Margarida de Vinyoles.
Hay algún tramo de este camino más durillo que otros.
Cuando llevamos caminados 500 metros desde el Pont de La Vall subiendo casi sin parar pasamos por el Pla del Carlí (Llano del Carlista), y dejamos de subir. Aquí una vista hacia atrás.
El 9 de julio de 1873 el pequeño pueblo de Alpens fue escenario de una feroz batalla durante la tercera guerra carlista. Imagínate el pueblo, que tenía unos 500 habitantes, de noche, rodeado por unos 1.000 soldados del bando carlista. Mientras tanto por el sur acechaba una columna republicana de 1.200 soldados. El general carlista Savalls hizo creer a las tropas del brigadier Cabrinetty que se retiraban del pueblo, provocando que los republicanos entraran aquella noche, confiados, y los carlistas, que estaban escondidos en las afueras, se les echaron encima acorralándolos en el pueblo. Fue una lucha cuerpo a cuerpo y casa por casa hasta que cayó muerto Cabrinetty y se rindieron los soldados del gobierno (en la plaza de la iglesia hay un monumento que lo conmemora). Y todo esto lo cuento porque creo que el nombre de Pla del Carlí debe venir de entonces.
Pues bien, tras el Pla del Carlí el camino vuelve a cruzar unos 100 metros de bosque con apenas subida, y finalmente llegamos a otro claro, el del Pla del Pal. En este claro se extiende un prado con flores azules y otras amarillas.
Pero aún no hemos visto nada, porque en cuanto el camino traza una curva a la derecha, lo que veo me hace soltar una exclamación.
Para mí ésta es una de las mejores fotos que pude hacer en este itinerario, o personalmente la que más me gusta. A cada paso que avanzaba salía un composición diferente que me obligaba a disparar.
Se trata de Cerdanyons, uno de esos apriscos y establos que mencionaba en el primer párrafo de este reportaje, un lugar donde encontraban cobijo los pastores con sus rebaños en sus largos viajes de transhumancia. Al acercarnos nos cruzamos con un camino, que creo conduce al Molí de Cerdanyons.
El día es tan radiante que los verdes se ven muy verdes, el azul del cielo muy azul, las nubes muy blancas, y las sombras muy marcadas.
Seguimos aproximándonos a Cerdanyons. De nuevo a cada metro que avanzo sale una foto diferente.
Desde arriba de esta pequeña rampa tenemos esta vista del camino por el que hemos cruzado el Pla del Pal.
Frente a la edificación grande de Cerdanyons hay lo que parece ser un cobertizo en muy mal estado de conservación.
Frente a ambos, la casa grande y el cobertizo, hay un espacio cercado. Y delante del mismo hay un área con cientos de flores de manzanilla. Me gusta jugar con la profundidad de campo y el enfoque selectivo cuando veo un campo de flores como éste.
Ahora una foto desde el camino de entrada a Cerdanyons.
Para días con una luz como ésta es aconsejable montar el filtro polarizador o CPL en el objetivo para matar los brillos y dar más volumen a las nubes. Yo la verdad es que no me gusta poner nada delante del objetivo, tengo la impresión de que es como poner un obstáculo aunque sirva para obtener mejores fotos. Y por eso todas estas fotos están hechas sin filtros. En cualquier caso ya me gusta cómo quedaron los brillos, que de hecho son los que se veían a simple vista. Usar un CPL hubiera sido para mí como falsear lo que estaba viendo.
Proseguimos nuestro recorrido y nos alejamos de Cerdanyons. No podemos evitar seguir mirando atrás y hacer una foto cada pocos metros.
Me resultó extraño no encontrar amapolas en estos prados tan extensos. De hecho tampoco se veían flores de otros tipos.
El camino penetra en una zona de árboles y pasa junto a otro claro, el Pla Magre, éste más pequeño.
Pasado este claro, el camino vuelve a adentrarse en el bosque.
Sobre el kilómetro 3 del recorrido, o 600 metros después de pasar por Cerdanyons, el camino empieza a descender suavemente.
A los pies de los árboles de este bosque abundan las florecillas azules, aparte de algunas heces de vaca. Seguramente es la descomposición del nitrógeno de este abono natural lo que da este color tan azul.
Como no queremos meter los pies donde no es debibo, no podemos evitar caminar mirando el suelo. En algunas partes del camino sorprenden montoncitos de tierra como si fueran entradas de hormigueros, pero al acercarnos comprobamos que no lo son. Se trata de galerías de abejas mineras, o andrenas.
Y no sólo hay abejas mineras en el suelo del camino, sino también unas avispas del tamaño de hormigas y con el abdomen rojizo que volaban casi estáticas a pocos centímetros del suelo.
Cuando hace 1,3km que pasamos por Cerdanyons llegamos al Barranc de la Font dels Cerdans, el punto más bajo del circuito. Un camino sigue hacia abajo hacia la izquierda. Nosotros seguimos recto, empezando la subida. Esta foto está tomada ya desde ese punto del camino mirando hacia atrás, hacia el cruce. Nosotros hemos venido por la izquierda. El camino de la derecha es el que sigue bajando por el barranco.
La cuesta empieza suave en un primer tramo que sigue el curso del torrente del barranco.
Al final de esta foto el camino traza una curva brusca a la derecha y la cuesta se endurece. En 300 metros de camino subimos 45 de desnivel hasta llegar a la Roca Romaní, un pequeño llano rocoso sobre el que hay unas ruinas.
Avanzamos un poco más por el camino y subimos a la roca para acercarnos a las ruinas y hacerles algunas fotos. No queda claro qué había aquí. En alto y muy lejos de cualquier sitio y de campos de cultivo para pensar que fuera una masía. Lo más seguro es que se tratara de una majada, refugio para pastores y rebaños.
Seguimos por el camino, que se aleja de la Roca Romaní con suave bajada.
Pero esta suave bajada es sólo una ilusión, porque el camino vuelve a ser cuesta arriba a través del bosque. De vez en cuando hay un pequeño claro que permite el crecimiento de plantas con flores, y que sobre ellas se posen mariposas como esta Colias Croceus (safranera de l’alfals en catalán).
Ya sólo queda el último tramo de subida, el más fuerte, que gana 25 de altura en poco más de 100 de camino y 3 curvas de 180º. Y llegamos al Pla de Les Collades, punto donde nuestro camino se encuentra con el Camí Central, la vía pecuaria que recorre media Catalunya de sur a norte desde Poblet hasta la Cerdanya. Por este camino también entraron en Alpens las tropas de Cabrinetty aquella fatídica noche de julio de 1873.
Seguimos por el Camí Central hacia la derecha. Más o menos cuando estamos en el centro del llano miramos hacia el oeste obteniendo la siguiente vista, con la Roca del Capellà y el Puig Corner destacando al fondo en el centro.
Detrás nuestro están las ruinas de Les Collades, posiblemente una masía. Aunque parece muy entero, el edificio principal está en muy mal estado y parece que se vaya a caer en cualquier momento.
Un poco más arriba y hacia detrás se ve lo que podría ser un establo o una cuadra.
Dejamos atrás estas ruinas y seguimos hasta el siguiente punto, el Perotet. Aquí una mirada retrospectiva del camino mientras subimos.
El Perotet, aunque tiene aspecto de abandonado, parece estar bastante bien conservado, mejor incluso que Cerdanyons.Por sus pequeñas dimensiones me da la impresión que debía servir de refugio a los pastores transhumantes.
Delante tiene lo que podría ser un modesto jardín, y desde allí hay esta vista del Pla de Les Collades. La foto es una composición panorámica a partir de dos disparos. A la izquierda, detrás de Les Cabrasses, el Montseny.
Pasamos por al lado del Perotet llegando al punto más alto de este itinerario, y a partir de aquí empieza el camino de bajada.
También a partir de este punto el camino deja de ser de tierra y pasa a ser de cemento, lo que lo hace más duro e incómodo para caminar, al menos para mí. Aquí una panorámica de dos fotos del lugar.
El camino va bajando suavemente entre un bosque de pinos, muchos de los cuales presentan nidos de oruga de procesionaria y también los devastadores efectos de este insecto que el cambio climático está convirtiendo en una plaga, ya que las altas temperaturas de los últimos otoños retrasan su hibernación y mientras ésta no llega devoran hojas de pino dejando los árboles pelados. Si los pinos se quedan sin ninguna hoja suelen acabar muriendo. Aquí una foto llegando al Pla de la Teuleria, a 500 metros del Perotet.
En el llano destaca el rojo de una solitaria amapola entre tanto verde.
Poco más adelante, a 700 metros del Perotet y 5,9km desde que empezamos el circuito llegamos a El Graell. Lo primero que vemos es su balsa. Al fondo del todo hacia la derecha la tenue silueta de Bellmunt, y más o menos detrás de la montaña que se ve en el centro y medio tapado por las nubes, el Puigsacalm.
En el otro lado del camino, junto a los árboles del bosque, hay una estructura de madera deteriorada en una zona excavada que no tengo ni idea de qué podría ser. Quizás esté relacionado con la antigua tejería o lugar donde se fabrican tejas (teuleria en catalán).
El Graell es una de las casas solariegas más importantes de Alpens y de todo el Lluçanès. Existen documentos de 1497 que ya hablan de ella, y en ella se alojaron el infante Don Alfonso, hermano del pretendiende Carlos, y su mujer Doña Blanca en la víspera de la Batalla de Alpens, el 8 de julio de 1873. Uno de sus edificios más singulares es el pajar (pallissa en catalán). Construido a principios del siglo XX, es uno de los más grandes y mejor conservados de Catalunya.
A su lado está la capilla de Sant Joan del Graell, que se empezó a construir en 1714 bajo el gobierno del 121 presidente de la Generalitat Josep de Vilamala y se acabó en 1719 bajo el gobierno del rey Felipe V. De hecho una inscripción de 1719 en el dintel inferior de la capilla resume el cambio político tras la guerra: «FEU EDIFICAR FRANCISCO AGUSTI GRAELL PAGES LA IGLESIA ~ AVE MARIA SIN PECADO CONCEBIDA».
Seguimos por el camino y dejamos atrás El Graell. En esta panorámica de dos fotos se puede ver la zona del Graell por donde hemos venido, con el Collet del Migdia al fondo, donde los pinos no lucen el verde intenso que debería lucir un mes de mayo por culpa de la procesionaria.
Avanzo unos metros y no puedo dejar de mirar para atrás.
Cuando hemos perdido de vista el Pla del Graell, vemos otra solitaria amapola en la orilla del camino. La verdad es que no se ven muchas flores en estos campos.
Llegamos a un pequeño llano, el Pla Menut (menut es pequeño en catalán).
Oimos un intenso croar de ranas que parece venir de una balsa que hay a la izquierda, justo al lado de un cruce de caminos. Cuando nos acercamos deja de oirse el croar, y cuando nos quedamos quietos el sonido vuelve y parece venir de otro punto cercano. Pero si nos acercamos a él deja de oirse de nuevo. Finalmente nos agachamos y en el suelo, junto a nuestros pies, encontramos esto.
Se trata de una ranita meridional (Hyla meridionalis, reineta meridional en catalán) que nos vigilaba escondida y en silencio. A pocos centímetros encontramos otra más valiente.
Mientras tanto, algo más arriba, un bombílido sorbe el néctar de las florecillas sin dejar de volar. Aunque parezca una abeja por su aspecto, se trata de un inofensivo díptero, una mosca. Por eso se le llama también mosca-abeja.
Seguimos por el mismo camino en dirección a Alpens. Pasado el Pla Menut, el siguiente paraje es el Cap de la Costa del Graell. Aquí podemos ver alguna variedad de flor más. En la siguiente foto, si te fijas, arriba a la izquierda hay un insecto volando y mirándonos cara a cara. A semejanza del bombílido de antes, en este caso es un sírfido, otro díptero que imita en este caso a las avispas para defenderse de los depredadores. La verdad es que no lo ví cuando hice la foto.
Más o menos a mitad de este claro ya vemos a nuestra derecha el pueblo de Alpens. Llevamos caminados casi 7km.
Unos 300 metros más adelante tenemos esta vista. Al fondo el Santuari de la Mare de Déu dels Munts, a 1.060 metros de altitud.
A la izquierda hay un robledal que en esta época estrena hojas de un vivo verde claro. Bajo este manto de color verde destaca el tono oscuro de sus troncos y ramas.
Una de las especies vegetales que más me impresiona el cambio que experimenta en primavera es el majuelo o espino blanco (Crataegus mongyna). En invierno es un espinoso arbusto con bayas de color rojo oscuro, y en primavera es un majestuoso arbusto cubierto de hojas y florecillas blancas.
Por encima nuestro asoma la cabeza un ternero de mirada curiosa. No nos quita ojo de encima aunque su madre pasa por delante para reclamar su atención, como diciéndole «anda, deja estar a esos humanos y sigue comiendo». Curiosamente el lugar donde se encuentran se llama Collet del Vedellar, literalmente colladito del ternero.
Llegamos a la carretera de Berga sobre el kilómetro 8,1 de nuestro circuito. A partir de allí continuamos a la derecha por la acera, con Alpens a nuestros pies y Els Munts al fondo a la izquierda.
Alpens vivió un periodo álgido entre los siglos XVII y XVIII gracias a las industrias de la lana y la textil. Antes de 1638 ya tenía un gremio, y en 1765 tenía 10 fábricas de lana y 15 telares. Durante esa época se trazaron muchas de las calles actuales del pueblo y se construyeron muchas de las casas que aún perduran. Actualmente es conocido por el encuentro internacional de forjadores que organizan cada dos años, del que llevan ya 13 ediciones. Muestras de estos encuentros las encontramos en las calles con picaportes, farolas, barandas y rejas, y en algunos lugares obras de mayor entidad, como la que encontramos en la carretera junto a unos de los aparcamientos que mencioné al principio. Se trata de la escultura La Dansa Alpensina, de la 11ª edición, que homenajea la danza tradicional de Alpens.
Seguimos caminando por la carretera hasta llegar al Casino d’Alpens, al final del pueblo a la derecha. Es momento de una merecida recompensa en la terraza en forma de cerveza o cualquier otra bebida y algo para picar. Mientras me tomo mi cerveza me fijo que en el árbol que hay sobre mi mesa no para de entrar y salir un herrerillo (Cyanistes caerulus) por un agujero del tronco. Me dispongo a fotografiarlo pero he de reconocer que es muy difícil pillarlo, ya que en cuanto asoma la cabeza por el agujero se detiene apenas un segundo y luego echa a volar. Tenía que ser yo tan rápido como él. Tras muchos intentos éste es el resultado (tiene pinta de agotado, y es que no paraba de hacer viajes).
Cuando hemos descansado lo suficiente salimos del Casino d’Alpens. Frente a él tenemos una preciosa muestra del paisaje de la comarca de Osona, con la masía de La Vall abajo a la derecha. Nuestro itinerario pasaba por detrás de ella antes de cruzar la riera Gavarresa por el Pont de La Vall.
Bajamos hacia la derecha pasando frente a otra llamativa escultura de forja, que representa a la Colla dels Diables d’Alpens y que es una obra colectiva de la 10ª edición del encuentro internacional de forjadores.
Al llegar a la placeta cogemos la calle de la derecha, que pasa por delante de la Fonda d’Alpens, y que va a parar a otra pequeña plaza. Una vez allí tomamos la calle que baja hacia la izquierda pasando por debajo de un arco. Al otro lado del arco nos encontramos detrás de la iglesia de Santa María y del Ayuntamiento. Frente a éste, un espacio del centro del pueblo lleno de huertos.
Seguimos recto para cerrar el circuito pasando por el callejón que hay a la derecha de la iglesia, pero antes echamos una última mirada hacia atrás para recordar este tranquilo rincón.
Y hasta aquí este extenso reportaje, el más extenso en Fotohiking hasta ahora, aún habiéndome dejado muchas fotos por hacer. Espero que te haya picado la curiosidad y vayas a Alpens a recorrer estos caminos ganaderos y hacer las fotos que yo no he hecho. La primavera es la mejor época.
Cómo llegar a los caminos ganaderos del Lluçanès
Previsión meteorológica
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