La semana pasada te mostré algunas de las pozas o gorgs del río Brugent en Les Planes d’Hostoles, comarca de La Garrotxa en Girona, y resulta que en Catalunya tenemos otro río Brugent algo más al sur, en la comarca del Alt Camp en Tarragona. Lo cierto es que brugent en catalán significa «rugiente», y algo que tienen en común ambos ríos aparte del nombre es que son ríos que circulan por valles rocosos y que tienen un caudal muy variable en función de las lluvias, y claro, cuando llueve mucho el río «ruge». Y el que los vecinos de ambas zonas no fueran muy originales a la hora de poner nombre a su río propició la coincidencia.
En el caso del río Brugent del que hablo en este reportaje, el último «gran rugido» que se le recuerda es el del 10 de octubre del 1994, en un día de Santo Tomás, y por eso a aquel fenómeno se le llamó Aiguat (tromba) de Sant Tomàs. Cayeron 600 litros por metro cuadrado en el pueblo de Farena, entre otros lugares de las comarcas afectadas, y el río Brugent salió de madre alterando el entorno y llevándose por delante el puente de acceso a la localidad de La Riba. En este blog hay vídeos de cómo rugía el Brugent aquel día.
Pero bueno, cuando el Brugent no ruge es un río manso que da vida a muchos rincones naturales que vale la pena visitar y disfrutar, y uno de ellos es el Toll de l’Olla (Charco de la Olla), una profunda poza al pie de un salto de agua de unos 15 metros de altura, y que constituye un oasis en este rincón tan abrupto de las Montañas de Prades.
Una de las gracias del Toll de l’Olla es que sólo se puede acceder caminando desde el pequeño pueblo de Farena, al que se llega por una sinuosa, estrecha y peligrosa carretera de 14km desde La Riba. Eso hace que no sea un lugar tan frecuentado como otras pozas del Brugent. El circuito que propongo aquí es un recorrido circular de algo menos de 6km, en principio fácil porque no hay mucho desnivel, aunque lo que categorizado como de dificultad moderada porque el acceso a la «playa» del Toll de l’Olla no es sencillo. La ida es por el camino conocido como Camí de la Solana, y la vuelta por el camino del Mas d’en Toni, un recorrido algo más largo y completo que el de los que van sólo al Toll de l’Olla. Conviene llevar calzado cómodo y adherente, agua, y toalla si vamos a bañarnos en el río. También podemos llevarnos algo para comer allí, ya que seguramente no seremos los únicos. Yo estuve un domingo de primeros de junio del año pasado y si bien había bastante gente, no era agobiante. Aún así, para disfrutar mejor del lugar, aconsejo ir en día laborable o a malas en sábado.
Aquí tienes una recreación 3D del circuito para que te hagas una mejor idea del recorrido y del terreno por el que discurre. Pulsa en la pausa si empieza a reproducirse antes de que acabe de cargarse el fondo. Durante la reproducción puedes cambiar el punto de vista moviendo el ratón con el botón izquierdo pulsado, y también acercar y alejar con la rueda del botón. Pulsa en la tortuga o en la liebre para cambiar la velocidad de reproducción.
Como he comentado más arriba, la carretera TV-7044 que va de La Riba a Farena se puede considerar como peligrosa por lo estrecha que es y la cantidad de curvas sin visibilidad que tiene, aunque ahora está bastante arreglada (yo la hice por primera vez hace más de 30 años cuando no había ni quitamiedos). Se llegan a hacer eternos los 14km del recorrido, aunque lo positivo es el paisaje que vemos a lo largo del trayecto. De todos modos es mejor estar atentos a la carretera y no al paisaje si no queremos llevarnos algún susto. Al llegar a Farena aparcamos el coche en el margen izquierdo de la carretera, en una zona que han habilitado como aparcamiento hará un par de años. Antes había que dejar el coche en cualquier lado de la carretera, que es muy estrecha.
Pues bien, nada más salir del coche seguimos carretera abajo en dirección a Capafonts, el pueblo de Farena ya lo visitaremos a la vuelta. En los primeros metros de carretera encontraremos a los lados unos enormes cerezos, que en función de la época del año en que vayamos los veremos en un estado o en otro. Cuando yo fui tenían la fruta en plena maduración.
Da la casualidad que mi anterior reportaje, el de las pozas de Les Planes d’Hostoles, lo acabé con dos fotos de cerezas madurando en el árbol y éste lo empiezo igual. Y es curioso que estas cerezas fotografiadas en junio del 2016 están aún amarillas mientras que las otras, de mayo del 2017, están bien rojas. Independientemente de que se trate de diferentes variedades de cerezo, las de Farena las probé y estaban bien ricas aún siendo amarillas.
Enseguida dejamos atrás el pequeño núcleo de Farena.
Poco más adelante, al llegar a una verja que cierra un campo aparentemente abandonado, dejamos la carretera por un sendero que sale a la derecha y que pasa por detrás del muro de piedra que rodea ese mismo campo. Aquí empieza el Camí de la Solana, con marcas amarillas y blancas del sendero PR-C 20, con el que comparte parte del trazado.
Nada más poner los pies por ese camino se me cruzó una serpiente de color verde de aproximadamente un metro de longitud. Fue tan rápida que no me dio tiempo de coger la cámara para fotografiarla. Seguramente se trataba de una culebra bastarda (Malpolon monspessulanus), una especia venenosa pero que es inofensiva para los humanos (no nos puede clavar los colmillos si nos muerde), así que no te tienes que preocupar si te encuentras alguna. Es posible que ella desaparezca antes de que la veas. Atrás queda Farena a medida que el sendero se va adentrando en el monte.
Dejamos atrás el muro del campo abandonado y entramos en zona boscosa de la solana de la Mola de la Roquerola. Parece que han empedrado el suelo del camino.
A 100 metros de la verja tenemos esta vista de Farena, donde se ven más casas que en la anterior, y hasta las campanas de la iglesia románica de Sant Andreu.
El sendero va subiendo poco a poco sin acabar de penetrar en el bosque.
A 400 metros de la verja llegamos a un cruce en el que abandonamos el PR-C 20, que sigue a la derecha hacia arriba. Nosotros continuamos recto, hacia el Mas d’en Toni. A partir de ahora las marcas que habrá que seguir son las amarillas.
El camino sale del bosque y pasa entre unos campos de cultivo, que los vecinos de Farena llaman freginals.
Notamos bastante actividad de abejas en las flores de alrededor del camino, así que caminamos sin movimientos bruscos para no enfadarlas. A los pocos metros veo un cajón de colmena al lado de un muro de piedra.
Y un poco más lejos y a la sombra de unos pinos, unos cuantos cajones más llenos de colmenas. Eso explica que haya tanta abeja por esta zona. En cualquier caso si no nos acercamos a esas colmenas no pasa nada.
Seguimos subiendo poco a poco por al lado de estos campos o freginals.
En ellos maduran las almendras.
Otra vista de Farena, ahora desde este punto.
Dejamos atrás los campos de cultivo y el sendero entra ahora en una zona algo más salvaje o descuidada.
Más o menos a 1km de la verja llegamos a un barranco, cerca ya del punto más alto del recorrido. Aunque parezca que el camino se acaba, al final gira a la derecha, donde hay una vaya para impedir el paso de vehículos (motos o bicis es lo único que pueden llegar hasta aquí).
Pasado ese punto llegamos entramos en una zona boscosa. Me llama la atención un grupito de alcachofillas (Rhaponticum coniferum) al lado del tronco de un pequeño pino talado.
Cruzamos el barranco de Peraon (curioso nombre que parece venir del catalán per a on, en castellano «por dónde») en el punto más alto del circuito. A partir de ahora todo será llano o bajada.
Un árbol nos saluda efusivamente.
El sendero llanea entre pinos jóvenes bastante descuidados y que no nos permiten demasiadas vistas.
En algún tramo el suelo se inclina siguiendo la base rocosa de la montaña y cuesta un poco caminar con el pie plano.
Hay bastantes pinos caídos entre los matorrales. Como no los retiren y no limpien el sotobosque, esto es combustible para los incendios forestales.
Enfrente, al otro lado del valle, los bosques conocidos como Obacs del Vendrell.
De nuevo parece que el camino ha sido pavimentado en una época remota.
Y de nuevo la estratigrafía de la roca da forma al camino. La verdad es que esta parte del camino es bastante aburrida, al menos los últimos 600 metros, desde que cruzamos el barranco de Peraon.
A unos 900 metros del barranco empezamos a oir vocerío y llegamos a un cruce del que sale un sendero que baja hacia la izquierda. Lo tomamos y enseguida vemos gente y lo que parece una poza del río Brugent.
Bajamos con mucho cuidado porque hay bastante pendiente, la tierra del camino está muy suelta, y no hay donde sujetarse. Es fácil resbalar. Ya vemos mejor el río y el camino del otro lado.
Seguimos bajando y tomamos otra foto de esta parte del río en que el agua fluye sobre la roca formando pequeñas piscinas. Hacia la izquierda ya se intuye el Toll de l’Olla.
Llegamos por fin a las rocas y buscamos por dónde bajar al Toll de l’Olla. Se oye gente pero no se la ve porque tienen que estar abajo.
Tras intentarlo por un lugar que parece la continuación del sendero por el que he bajado, desisto porque parece muy complicado ya que se baja por una empinada grieta entre las rocas que parece ser el cauce de un torrente seco. Al final decido bajar por una gran roca plana inclinada que va de la parte superior del Toll de l’Olla hasta la «playa», una zona con piedras donde la gente instala sus toallas y que parece una cala. Debido a la inclinación de la roca y a que en algunas zonas está muy desgastada, casi pulida, las botas no se agarran como deberían, así que tengo que bajar casi sentado y con los pies haciendo de freno clavando punteras en la roca. Veo gente que sube y baja por la roca descalzos o con zapatillas, y a mí me resbalan las botas si intento ponerme de pie. Quizás es que soy un poco torpe para moverme por estos terrenos. Aquí la roca vista ya desde abajo. La gente no aprenderá a cuidar el patrimonio natural, no…
Una ninfa de los arroyos (Limenitis reducta) no parece tener problemas para aguantarse en la roca, a diferencia de lo que me pasa a mí. De todas maneras, si se resbala puede echar a volar.
Y por fin llegamos al Toll de l’Olla. Para hacer una foto en condiciones hay que cruzar hasta la otra orilla, o mejor situarse en el agua cerca de la otra orilla. Por suerte no cubre mucho.
El hecho de que haya bastante gente por los alrededores me obliga a tomar las fotos con planos cerrados, o utilizar la vegetación para ocultar algún bañista que se acerca al borde de la roca. Y eso que había poca gente en el agua porque estaba helada. Después de comer los bocatas allí y comentar con otros excursionistas la belleza del lugar, vuelvo a meterme en el agua a hacer alguna foto más aprovechando que no hay nadie sobre la roca.
También hago un par con disparo múltiple a baja velocidad.
Ahora emprendemos la segunda fase del recorrido. Cruzamos el río Brugent y grimpamos un poco hasta subir al bosque de encima del Toll de l’Olla. Nos tenemos que agarrar a ramas y raíces de arbustos para poder subir, pero es más fácil subir que bajar por aquí, y yo diría que hasta más fácil que subir la roca por la que bajamos al Toll de l’Olla. Además la mayoría de la gente que viene a pasar el día al Toll de l’Olla lo hacen por aquí. Arriba nos cruzamos con un camino que hacia la izquierda lleva a Farena y al Mas d’en Toni. Nosotros seguimos por la derecha. Este camino, que enseguida se convierte en sendero, va por la orilla sur del Brugent entre árboles y matorrales, y no está tan cuidado como el otro porque es que el usan algunos de los visitantes que buscan algo más de intimidad, o que no se atreven a bajar al Toll de l’Olla. A unos 250 metros del Toll de l’Olla llegamos al Toll de la Pastera.
Ahí el estrecho sendero se separa del río y en unos pocos metros desemboca en un camino que rodea un campo abandonado en Lo Pla del Mas d’en Bella, a la altura de una cabaña en estado ruinoso.
En 150 metros este camino muere en la pista del Mas d’en Toni, al que se va por la derecha. Nosotros regresamos ya a Farena hacia la izquierda. Rodeamos el Pla del Mas d’en Bella por el lado sur, y a los 250 metros más o menos pasamos el desvío que lleva desde allí al Toll de l’Olla, por el camino que nos cruzamos después de la grimpada. A partir de aquí el camino llanea primero por el bosque de los Obacs del Mas d’en Toni y después por el de los Obacs del Vendrell. Me habían comentado que por esta zona suelen florecer orquídeas en primavera, así que me voy fijando en la vegetación de la orilla del camino. La primera flor que me llama la atención, y que no es una orquídea, es la Prunella hastifolia.
Cerca hay otra planta que se parece mucho a ésta pero que tiene las flores algo más grandes y claras y las hojas algo más lanceoladas, que creo que es Prunella grandiflora, comunmente conocida como azafate de la reina o morenilla española.
Poco más adelante me encuentro otra florecilla azul de forma curiosa y que tampoco es una orquídea, la Polygala calcarea, comunmente conocida como lechera amarga.
Doy por sentado que no voy a encontrar ninguna orquídea de las que dicen que hay por aquí, y me encuentro otra planta con florecillas azules, Chaenorhinum origanifoulim, que a pesar de la forma curiosa de sus flores y su impronunciable nombre, tampoco es una orquídea.
A unos 1,1km del camino al Toll de l’Olla el camino se bifurca. De hecho traza una curva a la derecha mientras que sale un sendero recto. Da igual por dónde vayamos porque 50 metros más adelante iremos a parar a la carretera de Capafonts o Camí de la Cadeneta, concretamente a una curva cerrada con un poco de sitio para dejar coches, los coches de algunas de las personas que hemos encontrado bañándose en el Toll de l’Olla o que iban para allí y nos hemos cruzado por el camino. Nosotros seguimos a la izquierda, hacia abajo. La carretera va bajando hasta que divisamos Lo Castellot, la roca de Farena, donde estuvo el castillo.
Justo cruzar el río Brugent, a la derecha encontramos unas escaleras de madera que interrumpen el guardarrail. Un poste vertical nos invita a seguir ese camino para ir a Farena, y nosotros le hacemos caso. A unos 20 o 30 metros nos desviamos a la derecha para visitar la Font Calenta, que supongo que debe dar agua caliente aunque yo no me atreví a meter la mano porque olía muy mal aquella zona.
Volvemos al sendero y seguimos en dirección a Farena. Unos 40 metros más adelante llegamos a un camino o más bien una calle que sube al núcleo de Farena entre unos enormes y frondosos árboles. Llegamos a un bello rincón del pueblo donde tomamos un respiro sentados en un banco.
Subimos por un estrecho y empinado callejón a la derecha donde hay una fuente. Arriba nos encontramos con otro bello rincón con otra calle que sube en escalera.
Subimos por estas escaleras y llegamos al Carrer Major (Calle Mayor). Desde allí tenemos esta vista hacia abajo.
Aquí la calle un poco más arriba, en una foto tomada en abril del 2013.
Recorremos esta corta «calle mayor» hasta el final, y tras un giro a la izquierda, llegamos a la Plaça Nova (Plaza Nueva). En un rincón de esta plaza está la Font de la Roca Monera, que es una pared vertical de roca que hay detrás del pueblo, al otro lado del río Brugent, donde suelen ir muchos escaladores.
Farena no es el típico pueblo de casas de piedra. Durante bastantes años muchas de sus casas han estado cerradas y amenazando ruina. Recientemente (calculo que desde que arreglaron la carretera de La Riba) han sido compradas por gente que vive en Tarragona o en Reus, las han arreglado y las han convertido en su segunda residencia. Vienen aquí los fines de semana y las vacaciones de verano en busca de la tranquilidad de este rincón de las Montañas de Prades. Por eso tampoco vamos a encontrar mucha gente por las calles como en cualquier otro pueblo donde la vida social se hace en la calle. Aquí la gente viene a descansar.
Tomamos la calle que sube por la derecha frente a la casa rural del Mas d’en Toni. Pasamos junto a una monumental fuente de piedra que queda a nuestra derecha, en una pared de una casa. Suele haber diferentes plantas y helechos en los huecos de las piedras. Pasada la fuente torcemos a la derecha y pasamos frente al restaurante Brugent, de comida casera y tradicional (conviene reservar). Comí en aquella visita que hice hace más de 30 años y recuerdo que estaba bastante bien. Supongo que ahora habrá mejorado al venir más gente. Pasado el restaurante torcemos a la izquierda y poco más adelante de nuevo a la derecha, al pie de una calle con escalones que es el Carrer dels Templers (Calle de los Templarios), aquí en una foto de abril del 2013.
Subimos por esta calle, que acaba en la iglesia románica de Sant Andreu de Farena (s.XII), y al lado uno de los pocos muros que quedan del castillo de Farena, de la Orden del Temple.
Una vez visto todo esto sólo nos queda bajar el Carrer dels Templers, seguir bajando por la calle a la derecha y desde la plaza de la entrada a Farena ir al aparcamiento donde hemos dejado el coche.
Y aquí se acaba el circuito de hoy. Como ves no es muy largo y es bastante sencillo salvo la bajada y la subida del Toll de l’Olla, donde sólo hay que tener cuidado de no resbalar. Un recorrido ideal para primavera o verano, aunque en otoño también puede tener su encanto, así como en invierno cuando el pueblo y su entorno se cubren de nieve.
Por último
Recuerda ser respetuoso con el entorno y con los demás. Los lugares idílicos dejan de serlo cuando los destrozamos. Es tan sencillo como seguir los siguientes consejos:
- Aparca donde esté permitido y sin impedir el paso a otros vehículos, personas o animales. A tí no te gustaría que te bloquearan el paso.
- No muevas piedras, arranques plantas o molestes o dañes a los animales, aunque sean insectos. Si están ahí por algo será.
- No hagas pintadas ni grabados en rocas ni en cortezas de árboles. No tiene ningún sentido.
- No grites ni hagas demasiado ruido. Si a tí te molesta, a la fauna más.
- Recoge tus desperdicios, incluídas colillas y pañuelos de papel, y tíralos en los lugares adecuados, y si no hay pues en tu casa. Pesan y ocupan menos a la vuelta que a la ida.
Si todos hacemos esto tan simple encontraremos estos lugares como si acabaran de ser descubiertos.
Cómo llegar al Toll de l’Olla
Previsión meteorológica
- Texto y fotos con licencia Creative Commons BY-NC-ND 4.0 International. Puedes compartir libremente si citas al autor, si no obtienes ningún beneficio económico, y si no realizas ninguna modificación. Y si además me lo dices, me harás muy feliz. 🙂
Muy bien explicado todo!!! He de decir que hace unos dias he estado allí. Basura por todos los lados, coches mal aparcados en la carretera y grupos de sudamericanos en el gorg con la música sonando a todo trapo. Si no fuera por esta lacra, ese lugar seria una maravilla. Una pena que el ayuntamento de la Farena no haga nada al respecto. Un saludo.
Sí, es una pena. Yo también me lo encontré con mucha gente «acampada» para pasar el día. Gritos, música alta… ¿Tanto cuesta disfrutar de estos lugares con respeto al entorno y a los demás?
Hermosas fotos, me dieron muchas ganas de visitarlo. Me guardo el artículo para mi próxima escapada 😉
Saludos!
Gracias. Es un sitio muy bonito, aunque tendría que llover un poco porque ahora baja muy poca agua.