En el extremo norte de Navarra, en pleno Valle de Baztán, existe un rincón donde se encuentra uno de los mejores bosques atlánticos de Europa: el Parque Natural del Señorío de Bértiz. Las abundantes lluvias y las frecuentes nieblas crean un ambiente propicio para dar vida a leyendas ancestrales, como la de que las lamias o sirenas que habitan en sus bosques son las que protegen todo el valle. Tanta humedad se recoge en arroyos que excavan infinidad de regatas en el lecho del bosque, y va a parar al río Baztán (Bidasoa). Es posible que la niebla y los espíritus hayan infundido temor en la población durante generaciones permitiendo que el bosque se conservara casi intacto hasta nuestros días.
El Valle de Bértiz ha sido una finca privada desde finales del siglo XIV hasta finales del XIX, siempre con una explotación de sus recursos controlada, al margen de la que experimentaban otros territorios fuera del Señorío, y sólo hacia el final de esta época, tras unos cambios frecuentes de propietarios, sufrió una explotación más desordenada. A finales del siglo XIX la adquirió la familia Ciga-Fernández, que reconstruyeron algunos elementos arquitectónicos, arreglaron caminos y recuperaron el bosque. A su muerte a mediados del siglo XX, Don Pedro Ciga cedió en testamento el Señorío a la Diputación Foral de Navarra con la exigencia de conservarlo sin variar sus características naturales y dedicarlo exclusivamente para fines recreativos, educativos y científicos. En 1984 fue declarado Parque Natural.
Siempre he querido visitar un hayedo envuelto en niebla, y cuando estuve explorando el Valle de Baztán elegí precisamente el Señorío de Bértiz como el lugar ideal para conseguir mi propósito. El Parque Natural del Señorío de Bértiz está recorrido por varios senderos. El itinerario que elegí es circular, de poco más de 12km y con no mucho desnivel acumulado, aunque la mayor parte de éste desnivel se vence al principio. Consiste en un primer tramo de subida por el sendero conocido como Irretarazu, que atraviesa el bosque y cruza un sinfín de regatas por pequeños puentes de madera, y un segundo tramo de bajada por parte del sendero de Aizkolegi, bordeando la regata de Ayansoro.
Casi todo el recorrido es por bosque atlántico muy húmedo, y por ello hay que tener especial precaución de no resbalar al pasar por los puentes de madera que cruzan las innumerables regatas del tramo del Irretarazu. Si vas con niños o simplemente no quieres caminar tanto, hay dos puntos en el recorrido donde se puede acortar bastante pasando por la Fuente del Suspiro y reduciendo así unos 5 o 2 kilómetros dependiendo del punto que elijas. De todos modos el itinerario que muestro aquí es el completo. El lugar es realmente precioso en otoño, época en la que lo visité y de la que son las fotos que acompañan esta artículo, aunque creo que por sus características también puede ser adecuado para verano como lugar para evadirse del calor.
Aquí tienes una recreación 3D del circuito para que te hagas una mejor idea del recorrido y del terreno por el que discurre. Pulsa en la pausa si empieza a reproducirse antes de que acabe de cargarse el fondo. Durante la reproducción puedes cambiar el punto de vista moviendo el ratón con el botón izquierdo pulsado, y también acercar y alejar con la rueda del botón. Pulsa en la tortuga o en la liebre para cambiar la velocidad de reproducción.
La entrada al Parque Natural del Señorío de Bértiz está en Oronoz, al otro lado del río. Bajando del puerto de Otsondo veo el mar de niebla que cubre Amaiur, de donde sólo asoma el monolito por encima de ella. En Elizondo la niebla ya lo cubre todo y dificulta un poco la visibilidad en la carretera. Deseo que no se disipe hasta llegar a Oronoz, pero a medida que me acerco a mi destino se va aclarando, aunque afortunadamente aguanta lo suficiente cuando dejo el coche en el aparcamiento del Parque Natural.
Desde el aparcamiento empezamos a caminar en dirección norte para acceder al origen de todos los senderos. De hecho allí están la caseta de acogida, el centro de información, con WC y fuente y una zona de picnic con barbacoa. Desde este punto tomamos el sendero a Aizkolegi, hacia la derecha. Empezamos a caminar por esta pista asfaltada bajo una niebla no muy densa que no nos impide ver con claridad al menos hasta 100 metros por delante nuestro.
Más o menos a 500 metros del Centro de Información nos encontramos a nuestra izquierda con una recreación de una carbonera. En un panel informativo nos explican toda la historia y el proceso de obtención de carbón. Tomamos el sendero que sube por la izquierda, que es el de Irretarazu. Ahora empieza la cuesta más fuerte de todo el circuito, pero sólo serán unos 700 metros en que subimos unos 85.
Empezamos suave los primeros metros hasta llegar a unas ruinas de lo que era un cercado para recoger las ovejas. A partir de ahí la cuesta es más pronunciada. A medida que subimos la niebla que nos envuelve se va haciendo más densa, y nos cala los huesos.
No es fácil fotografiar un ambiente con niebla y que nos quede tal como lo vemos. La cámara tenderá a exponer más claro de lo que realmente es, por lo que nosotros vamos a tener que subexponer un poco , unos -2/3EV, bien ahora o bien cuando revelemos la foto.
Poco más arriba encontramos en el suelo un gran tronco podrido cubierto de musgo, lo que nos anima a hacer unas fotos resaltando el contraste del verde del musgo con el rojizo de las hojas secas y de fondo el gris de la niebla.
Seguimos avanzando unos metros más y encontramos otro tronco, éste cubierto por setas xilófagas del género Trametes, posiblemente de la especie Trametes versicolor (no soy un experto).
Hacemos un plano cenital del mismo tronco.
Detrás del tronco encuentro una pequeña tela de araña abandonada que la humedad del ambiente ha convertido en una especie de joya de brillantes.
Tras este pequeño respiro seguimos subiendo por el bosque a través de la niebla hasta llegar a un antiguo almacén de castañas. Las siguiente fotos están tomadas mirando hacia atrás, no hacia la cuesta.
Aquí se acaba la subida fuerte, y la que sigue ya es más llevadera. La niebla parece tener un efecto mágico sobre el bosque. En lugar de aparecer todo blanquecino y confuso, los verdes del musgo y de los helechos cobran vigor sobre el tono rojizo de las hojas caídas en el suelo.
El sendero prosigue entre cadáveres de árboles yaciendo en el suelo.
La humedad de la niebla se convierte en gotas de agua en cuanto condensa en las hojas y ramas de los árboles.
Mientras estoy tomando esta foto oigo a mi izquierda un ruido seco entre los matorrales. ¿Será una lamia del bosque? No, las lamias son como sirenas, sin piernas, seres que viven en las corrientes de agua. Entonces, ¿será otra de las criaturas de las ancestrales leyendas vascas? Me vuelvo rápidamente hacia el lugar de donde viene el ruido y veo salir un corzo a toda velocidad que cruza el sendero detrás mío y desaparece en el bosque entre la niebla. Imposible tomarle una foto.
Seguimos avanzando por el sendero de Irretarazu. Aquí la niebla ya no es tan espesa y los árboles, aunque han perdido ya gran parte de las hojas, siguen manteniendo algunas verdes. Las siguientes fotos sí que están tomadas mirando hacia adelante, ya que apenas hay cuesta.
En algún punto del bosque se ve una pequeña cabaña abajo en el barranco.
Los grandes troncos de árboles muertos siguen pareciéndome muy fotogénicos, estén aún en pie o caídos en el bosque.
Aunque la niebla ya no es muy espesa, es muy fácil perderse de vista.
Cuando apenas hemos caminado 2,5 km desde el aparcamiento llegamos a la Regata de Bornalegi. Aquí vemos alguna hayas trasmochas. Las dos fotos siguientes están hechas mirando hacia atrás en busca de una mejor luz.
Parece que la niebla se abre y los rayos del sol empiezan a colarse entre los árboles. Voy a intentar fotografiarlos.
En esta foto he subexpuesto al máximo, -2EV, y he situado parte del sol detrás del haya para reducir aún más la luz. En la siguiente intento captar los colores de las hojas de los árboles tocadas por los rayos del sol, también subexponiendo a -2EV y dejando al sol fuera del plano.
Desde el otro lado de la regata le hago esta foto a una haya tramocha iluminada por unos haces de luz del sol. También he subexpuesto a -2EV.
A partir de ahora va a ser un continuo de cruzar regatas mientras seguimos ganando altura muy poco a poco. En uno de los puntos entre regata y regata en que el bosque es menos espeso el sol ya empieza a iluminar el sendero aunque la niebla aún no se ha marchado del todo.
Sin embargo las regatas quedan a la sombra, y la elevada humedad de las mismas hace que parezcan selvas.
Puedes hacerte una idea de lo oscuros que son estos rincones viendo que la foto ha sido disparada con media décima de segundo de exposición, bastante alta, y con un ISO de 1600. Y el hecho de pasar de un lado al otro de la regata también pasamos de la oscuridad a la luz, lo cual podemos aprovechar para obtener un fondo oscuro como en la foto de esta tela de araña iluminada por el sol.
En la segunda mitad de noviembre las hayas de esta parte del bosque de Bértiz aún conservan gran parte de sus hojas de color verde, como se puede comprobar en este plano nadir del bosque. Ya no queda rastro de niebla.
Sobre el kilómetro 3,4 llegamos al primer punto de acortamiento de este itinerario. Se trata del sendero Iturburua, que baja por nuestra derecha hacia la Fuente del Suspiro, en la Regata de Otalzu. Si bajamos por él acortaremos unos 5km.
Aquí cerca me llama la atención un tronco muerto, aún en pie, que tiene setas xilófagas del género Ganoderma a diferentes alturas. Estas setas se utilizan mucho en medicina tradicional oriental.
Por el otro lado veo que el tronco tiene una hilera de agujeros que parecen hechos por algún animal, seguramente un pájaro carpintero buscando comida.
Más adelante encontramos otro tronco con Ganoderma de colores más vivos.
Ahora viene un tramo por el que vamos a estar cruzando regatas sin parar a través de puentes de madera bien acondicionados. Sólo hay que tener precaución en no resbalar si hay barro.
Ahora que ha desaparecido la niebla podemos jugar con el sol y su luz cuando estamos en el lado de la regata donde llega el sol.
En esta última foto he probado un plano contrapicado situando el sol bastante bajo para que llegue la luz a la vegetación.
Me detengo un momento en el bosque porque escucho el sonido seco de un pájaro carpintero picando en un tronco. El sonido parece venir de lejos porque soy incapaz de determinar su dirección dando vueltas sobre mí mismo. Cuando me dispongo a seguir caminando me doy cuenta de que un petirrojo me observa desde una rama.
Incluso se atreve a bajar al camino delante mío para observarme más de cerca.
Seguimos cruzando regatas y jugando son luces y sombras.
Recuerda que para obtener esta forma de estrella en el sol hay que cerrar mucho el diafragma y tratar de semiocultar el sol con alguna rama para que sólo asome una pequeña parte.
Sobre el kilómetro 5,5 del circuito llegamos al segundo punto de acortamiento, el del sendero del Suspiro, que baja por la Regata de Otalzu. Por aquí se acortan unos 2 km. Nosotros seguimos por el sendero de Irretarazu. Medio kilómetro más adelante llego a un claro del bosque con un tronco caído procedente de una tala. En la base del tronco hay un grupo de setas que fotografío en plano contrapicado. Suerte de la pantalla abatible de la cámara, porque si no sería imposible hacer esta foto encuadrando y enfocando con el visor.
Cuando me levanto de hacer la foto oigo ruido entre los árboles, por la parte alta del bosque, y veo pasar corriendo un par de corzos. De nuevo imposible hacerles fotos.
Poco más adelante llegamos al punto más alto y también la mitad del recorrido, y empezamos la segunda mitad en suave descenso y cruzando más y más regatas.
En esta última regata han cortado los árboles que cortaban el sendero. Por esta zona ya empiezan a amarillear las hojas de las hayas, ya no son tan verdes.
Sobre el kilómetro 7,7 pasamos por al lado de una enorme haya trasmocha. En la foto no se aprecia, pero el diámetro en la base es notable.
Y poco más adelante nos encontramos con un gran árbol muerto cuyo tronco, aún en pie, tiene forma humana y parece querernos decir algo.
A la altura del kilómetro 8 cruzamos la última regata -¡por fin!-, la de Ayansoro. Lleva un poco de agua.
Alrededor del kilómetro 8,6 nuestro el sendero, el de Irretarazu, se incorpora al de Aizkolegi. Hacia la izquierda se sube a la cima del monte Aizkolegi, el punto más alto del valle, donde hay un palacio modernista abandonado y unas magníficas vistas de todo el Valle de Bértiz. Son 7 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, así que tenlo en cuenta si te estás planteando subir. Nosotros vamos a seguir bajando por la derecha, o recto, según se mire.
En la base del tronco de un árbol, aún vivo, encuentro este grupo de setas un poco pasadas que fotografío casi desde el suelo gracias de nuevo a la pantalla abatible.
Otra de las bondades del otoño es que el sol no suele subir muy alto y es fácil encontrarlo a una altura propicia para fotografiarlo frente a nosotros.
Sobre el kilómetro 9,4 se nos incorpora por la derecha el Sendero del Suspiro, por el que hubiéramos llegado de haber tomado cualquiera de los dos puntos de acortamiento del recorrido que he mencionado más arriba. Podemos bajar a ver el Suspiro, que no está lejos, pero no me preguntes cómo es o si vale la pena porque no bajé.
Trescientos metros más abajo, en una curva a la izquierda encontramos lo que parece una fuente a la izquierda del camino y una pequeña explanada con dos bancos de madera para descansar a la derecha, junto a una enorme haya trasmocha.
En el kilómetro 10 se nos incorpora por la izquierda el sendero de Plazazelai. Nosotros seguimos por la derecha y cruzamos el Ayansoro por un puente. El lugar es sombrío y fresco, y el musgo y la hiedra cubren el hierro y el hormigón del puente.
No sé si es porque el Valle de Baztán es un territorio de brujas o qué, pero me asomo en el puente para mirar el arroyo, y lo que veo es una bruja. ¿La ves tú también?
Aquí la pista está pavimentada hasta el final del recorrido. Aprovecho esta circunstancia y las hojas caídas en el suelo para hacer una foto desde el mismo sin tener que acostarme, aprovechando de nuevo la pantalla abatible.
La luz del sol de la tarde saca lo mejor de los colores de las diferentes especies de árboles en otoño.
Llama mucho la atención el rojo de las hojas de los robles americanos que hay en esta parte del Señorío de Bértiz.
Tras 11 kilómetros y medio uno ya está cansado y con ganas de llegar al final. Sin embargo aún quedan energías para fotografiar la luz tan bonita del otoño al atardecer.
Tras pasar por la carbonera donde empezaba el sendero de Irretarrazu, a nuestra izquierda sale un camino que lleva al Jardín de Bértiz, que creo que la visita es de pago. Podemos ir por él y llegar hasta las cocheras para luego volver al sendero, o seguir recto por el sendero, por el mismo camino por el que vinimos al principio. Yo fui hacia el jardín y las cocheras, aunque no tienen interés.
Finalmente llegamos al aparcamiento del Parque Natural del Señorío de Bértiz. Más o menos en el centro hay un cedro monumental, y cuando llego coincido con un rodaje a la sombra de dicho cedro.
Y hasta aquí el circuito que muestro hoy. La verdad es que fotográficamente hablando cundió mucho a pesar de que muchas fotos pueden parecer repetitivas, sobre todo las de la primera parte. Pero las miras con detenimiento y encuentras tantas particularidades en cada una de ellas que no eres capaz de descartar unas en beneficio de otras. En fin, espero que visites el Señorío de Bértiz y que me expliques qué tal la experiencia.
Cómo llegar al Señorío de Bértiz
Previsión meteorológica
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Madre del amor hermoso!!!
Se nota que tu estación favorita es el otoño y que disfrutas afotando!!!
Creo que son las mejores fotos que has publicado, estabas inspirado, eh?
Fotográficamente hablando, es el mejor post en este Blog.
Congrats!!!
Gracias por compartir.
😉
La verdad es que recorrer un bosque con niebla era una de las cosas que perseguía desde hacía tiempo. Ahora a por otras.
Muchas gracias por comentar!! 🙂