En el año 1914 se empezó a construir una línea de ferrocarril en el valle del Bastareny promovida por Tomàs Nicolau i Prieto, propietario del aserradero de Berga. Este ferrocarril serviría para transportar madera desde los bosques Gisclareny hasta Guardiola de Berguedà. Debido a la dificultad del terreno y de la climatología, resultó ser una obra faraónica que se hizo a pico y pala. Las vagonetas subían desde Guardiola de Berguedà hasta el final de la línea tiradas por animales, y una vez cargadas de troncos las dejaban caer de vuelta a peso por la suave pendiente de la vía. La línea fue abandonada en los años 30 y casi desapareció por completo. En los años 60-70 se recuperaron unos tramos para poder realizar trabajos forestales por la zona, y finalmente en el 2009 se recuperó y reacondicionó todo el recorrido para poder ser disfrutado por los excursionistas. Es la Vía del Nicolau.
La Vía del Nicolau es un recorrido lineal de 11,3 km que parte de Sant Joan de l’Avellanet y desciende por el valle del río Bastareny hasta acabar en Guardiola de Berguedà. Lo suyo es hacerlo completo y que alguien nos deje en el punto inicial y nos recoja al final, pero si esto no es posible, una buena alternativa es seguir el circuito que voy a explicar aquí. Además, este circuito cubre la parte más interesante de la Vía del Nicolau.
Se trata de un itinerario circular de algo más de 7,5 km con origen y destino en Bagà, con muy poco desnivel y muy recomendable para hacerlo con niños, ya que se pasa por un puente colgante de 35 metros de longitud y un par de túneles, y esto motiva a los más pequeños. La primera mitad es de subida por la carretera de Gisclareny, por lo que hay que tener precaución con los niños, aunque no es una carretera muy transitada. No hace falta un equipamiento especial, con llevar calzado deportivo cómodo es suficiente. Como es zona de montaña y la Vía del Nicolau va por la cara umbría de la Serra de Gisclareny, en épocas en que refresca es recomendable llevar algo de ropa de abrigo. Yo hice el recorrido a primeros de diciembre del 2017 y nos nevó cuando cuando llegábamos al final. No hemos de olvidar el agua, y si queremos podemos llevar algo de comer, ya que por el camino pasamos por dos Zonas de picnic, una casi a la mitad del recorrido y otra al final, en Bagà.
Aquí tienes una recreación 3D del circuito para que te hagas una mejor idea del recorrido y del terreno por el que discurre. Pulsa en la pausa si empieza a reproducirse antes de que acabe de cargarse el fondo. Durante la reproducción puedes cambiar el punto de vista moviendo el ratón con el botón izquierdo pulsado, y también acercar y alejar con la rueda del botón. Pulsa en la tortuga o en la liebre para cambiar la velocidad de reproducción.
Empezamos nuestro recorrido en el bonito pueblo de Bagà, última localidad antes de entrar en el Túnel de Cadí. Podemos aparcar en la gran avenida de entrada al pueblo desde la carretera C-16. Una vez aparcado el coche seguimos por esta avenida hacia el centro de Bagà por el Carrer del Raval. Al llegar a la Plaça del Raval giramos a la izquierda entrando en la Plaça de Catalunya. Enfrente tenemos el Ayuntamiento, junto al cual hay un gran cartel con caminos y excursiones interesantes por la zona.
Por la calle de la derecha del Ayuntamiento llegamos a la iglesia parroquial de Sant Esteve, y si seguimos por la derecha acabamos con unas vistas la Serra de Gisclareny con la Roca Tirabal (1.453 m) en lo alto.
Continuamos por la calle hacia la derecha. Por esta zona de Bagà suele haber bastantes gatos que no se asustan al vernos.
Esta calle sigue el trazado de la muralla medieval de Bagà, de la que hoy en día sólo quedan una torre, parte de dos torres más y algún muro. De hecho a los pocos metros pasamos junto a la Torre de la Portella, la que está más completa, junto a un fragmento de la muralla y una puerta.
Seguimos por esta misma calle hasta que salimos del núcleo urbano de Bagà. Por delante tenemos la carretera de Gisclareny, que en este primer tramo es una agradable zona de paseo con bancos. Al fondo la Serra de la Moixa. De izquierda a derecha la Roca de la Moixa (2.048 m), que es la cima más alta de la sierra, el Cap de la Boixassa (1.819 m), el Pendís (1.851 m) y la Roca Tallada (1.667 m), ya en el Serrat dels Trulls.
Por detrás el pueblo de Bagà.
Cuando llevamos caminados unos 300 metros desde la última casa de Bagà, a nuestra derecha a lo lejos ya tenemos a la vista el Moixeró (2.090 m), en la Serra del Moixeró. Las puntas de roca y los árboles de la cima aparecen cubiertos de una fina capa de nieve.
Aquí abajo, a 800 metros de altitud, no hay nieve, pero el frío de la mañana ha cubierto todo con una fina capa de escarcha.
A nuestra izquierda hay un llano que oculta el río de nuestra vista. El sol de la mañana empieza a dar calor y vidilla a las criaturas silvestres como este pinzón vulgar (Fringilla coelebs) que picoteaba entre la hierba.
Más allá del llano, el mismo sol calienta y evapora la escarcha de la orilla izquierda del Bastareny mientras se va elevando en el cielo. Es casi un efecto de sublimación, paando el agua del estado sólido al gaseoso.
Desde la orilla derecha de la carretera nos observa un petirrojo (Erithacus rubecula), confiado por la distancia que nos separa, que es el ancho de la carretera. El petirrojo es uno de mis pajarillos favoritos.
A unos 900 metros de la última casa de Bagà la carretera desciende suavemente a la vez que un muro de piedra a nuestra izquierda proyecta su sombra sobre la carretera. El suelo está resbaladizo y hay que caminar con algo de precaución. Es un gustazo caminar por sitios así temprano por la mañana.
Al final de esta suave bajada la carretera cruza el río Grèixer, un afluente del Bastareny. Abajo a la izquierda, donde se unen los dos ríos, que no vemos, una imagen típica de invierno o de finales de otoño. Aquí no llega aún la luz del sol y el suelo está cubierto por una fina capa de escarcha.
El color rojizo del fondo de la derecha se debe a las inflorescencias de los abedules (Betula pendula).
Tras cruzar el Grèixer pasamos junto al Camping Bastareny, a nuestra derecha, y justo después cruzamos por encima de un gran tubo de acero que canaliza el agua de las montañas hacia la central hidroeléctrica de Pendís, a nuestra izquierda frente al cámping.
Las marcas rojas y blancas que vamos encontrando por la carretera nos recuerdan que estamos caminando por un sendero GR, concretamente un tramo compartido entre el GR-107 y el GR-150. El GR-107 es la antigua ruta cátara, por la que huyeron los cátaros a Francia entre los siglos XIII y XIV. También se le llama el Camí dels Bons Homes. El GR-150 es una ruta circular que rodea el Parc Natural del Cadí-Moixeró.
A nuestra izquierda el sol ilumina ya el bosque de pino silvestre (Pinus sylvestris) de esta parte de la sierra de Gisclareny. Llaman la atención la infinidad de nidos de procesionaria (Thaumetopoea pityocampa) que se extienden por todo el bosque y que la luz del sol hace destacar sobre el verde de los pinos. La procesionaria se ha convertido en una seria plaga en el Berguedà debido a la bonanza meteorológica de los últimos otoños. No se ve el bosque muy afectado pero si no se pone remedio lo estará en breve.
Por encima el azul del cielo empieza a reemplazar el blanco que teníamos a primera hora de la mañana.
Allí vemos también el famoso puente colgante de la Vía del Nicolau. Si desde aquí abajo da un poco de vértigo. ¿cómo será desde arriba?
Caminar por una carretera no suele ser muy distraído. Al ser los espacios más abiertos te sueles fijar más en las vistas y el paisaje y poco en los detalles, a diferencia de los senderos, en que todo te parece más próximo. Tiene que haber cosas muy llamativas para que te fijes en ellas, como esta hilera de nudos en el tronco de un árbol que me llamó la atención.
A unos 400 metros de cámping empezamos a ver delante nuestro la Serra del Cadí con una visible capa de nieve. A la izquiera el Puig Terrers (2.465 m) y a la derecha la Roca de la Moixa (2.052 m) y el Cap de la Boixassa (1.819 m), en la Serra de la Moixa.
A la izquierda el bosque de pino al borde de un precipicio sobre el río Bastareny.
Poco más adelante, a la izquierda de la carretera continuamos por un pequeño sendero al otro lado del guardarrail por el que podemos caminar más seguros, aunque en todo el rato que llevamos caminando desde Bagà nos habremos cruzado como mucho con 4 o 5 vehículos.
A unos 900 metros del cámping pasamos junto a la presa de Sant Joan, una pequeña presa donde se une al Bastareny el Torrent de Casot. De detrás parece que sale humo, pero es vapor de agua fruto del calentamiento de la escarcha matutina.
Pasada la presa llegamos a un ensanchamiento de la carretera donde es posible aparcar (nosotros no necesitamos aparcar, que vamos caminando). A la derecha sale la pista que se adentra en el Parc Natural del Cadí-Moixeró y que entre otros sitios de interés lleva al Adou del Bastareny, el lugar donde nace el río de una cascada entre las rocas. Otro día iremos allí.
Junto a esta especie de aparcamiento en la carretera de Bagà a Gisclareny, el sol calienta la hierba que hasta hace un momento estaba cubierta de hielo.
Seguimos por la carretera y cruzamos el río Bastareny por el Pont de Sant Joan, y justo ahí llegamos al Área Recreativa de Sant Joan, con mesas y barbacoas. A la derecha hay una fuente. Aquí aún no ha llegado la luz del sol y todo está helado.
Ahora empieza el tramo con más cuesta de todo el itinerario, aunque tampoco es una exageración. Ascenderemos unos 80 metros en 800 de recorrido. Seguimos por la carretera, y en cuanto salimos de la zona de sombra se nos abre una vista del valle del Bastareny.
La carretera nos va descubriendo más vistas del valle en una sucesión de curvas hasta llegar a un túnel cuando llevamos andados unos 850 metros desde el Pont de Sant Joan. Recto por el túnel sigue la carretera a Gisclareny, y a la izquierda se va a Sant Joan de l’Avellanet.
Nosotros seguimos hacia la izquierda, y unos 150 metros más adelante, cuando vemos el Área Recreativa de Sant Joan de l’Avellanet, encontramos el principio de la Vía del Nicolau a la izquierda de la carretera.
Dejamos por fin de pisar asfalto y empezamos a bajar por la Vía del Nicolau, en un primer tramo con una bajada algo pronunciada. De hecho unos espaciados escalones ayudan a bajar con seguridad.
Arriba a la derecha vemos el edificio principal del campamento de Sant Joan de l’Avellanet. Detrás está la iglesia románica del siglo XII.
En algunos de los pinos de ese primer tramo de la Vía del Nicolau encontramos nidos de madera colgados de las ramas.
Después de ese primer tramo el decenso se vuelve mucho más suave y con la misma pendiente ya hasta el final. Pasamos por una zona de sombra a la que aún no ha llegado la luz del sol y el suelo aparece cubierto de una finísima capa de hielo.
A unos 400 metros desde el inicio de la Vía del Nicolau encontramos un poste que nos recuerda dónde estamos. No recuerdo haberme cruzado con ningún otro camino hasta aquí, así que es difícil desorientarse.
A los 550 metros de principio la Vía del Nicolau sale del bosque para atravesar un barranco por una pasarela de madera.
Esta pasarela es como un balcón sobre el valle del Bastareny.
Abajo la carretera por la que vinimos y el río, oculto por la sombra de la sierra. Incluso por ello queda aún algo de escarcha en el Camp del Coix.
Al fondo destaca Sant Marc de Brocà (1.611 m) con su vistosa cresta de roca.
Pasada esta pasarela volvemos a entrar en el bosque, y llegamos a un lugar con una gran roca en medio del camino.
Cuando llegamos comprobamos que no sólo es una gran roca, sino un conjunto de ellas. Sospecho que están aquí después de que se dejara de usar la antigua vía férrea, porque el camino sortea las rocas por los dos lados y no parece que lo pudieran hacer las vagonetas.
Comentaba antes, con la foto de los nidos de procesionaria, que no parecía que este bosque estuviera muy afectado por la plaga, pero ahora desde más cerca sí que se aprecian los efectos de esta dañina oruga.
Pocos metros más adelante, tras un suave y corto repecho, avistamos otra barandilla de madera.
Se trata de otra pasarela como la de antes. Justo antes de llegar hay un pino cuyo tronco se retuerce exageradamente desde la base siguiendo una forma helicoidal.
La roca del barranco detrás de la pasarela parece muy inestable. Se desmenuza sólo con pasar la mano.
Parte de la roca desmenuzada ha ido cayendo y cubriendo la madera de la pasarela.
Tras esta segunda pasarela, de nuevo dentro del bosque esta vez entre altísimos pinos.
Por el camino podemos encontrar algunos troncos apilados en el margen, como solían hacer antes para cargarlos en las vagonetas.
Unos 400 metros después de la última pasalera llegamos a otra, la tercera.
Pero esta pasarela no supera un barranco como las anteriores, sino que acaba en un puente colgante.
Este puente colgante tiene una longitud de 35 metros, y justo antes de llegar a él hay un panel con las recomendaciones para pasarlo con seguridad. Recomiendan hacerlo de uno en uno, y no pasar si el viento supera una determinada fuerza. Justo antes de cruzar hago una foto del puente con encuadre inclinado para transmitir cierta sensación de inestabilidad.
La verdad es que el puente es bastante seguro, incluso a los que tenemos respeto a las altura como yo. Tal es así que a mitad de camino me atrevo a hacer una foto de las vistas del valle del Bastareny, con el cámping en primer término, Bagà asomando al fondo, y la Central Hidroeléctrica de Pendís abajo al lado del río.
Me doy la vuelta y en la pared de roca veo una pequeña cascada totalmente helada (aquí no toca la luz del sol en todo el día), y sobre el hielo trepa un ejemplar macho de acentor alpino (Prunella collaris). Intento hacerle varias fotos a pesar del balanceo del puente.
Aquí una vista del puente desde el otro extremo.
De nuevo en el bosque. El largo tiempo de abandono de la vía férrea permitió que crecieran árboles en medio del trazado, y más aún en pleno bosque de pino silvestre, especie de rápido crecimiento y gran rendimiento para las explotaciones madereras. Me imagino que cuando recuperaron el trazado en el año 2009 tuvieron que quitar muchos árboles de en medio del camino.
Unos 150 metros después del puente colgante pasamos junto a una vieja vagoneta del ferrocarril del Nicolau cargada de troncos tal como debían bajar por aquí hace un siglo. La vagoneta es bastante fotogénica, pero al estar en un lugar con fuertes contrastes de luz resulta difícil fotografiarla en el entorno que la rodea.
Y justo después de la vagoneta llegamos a un mirador con una magnífica vista Bagà y el valle de Bastareny.
A la izquierda vemos el cámping al pie del Roc de la Llena (1.482 m), el río Gréixer y el puente a su lado, y Sant Marc de Brocà (1.608 m) a la derecha. A la izquierda, al fondo de todo, cubierta de nieve y medio oculta por la nubosidad la cima de La Tosa d’Alp (2.535 m) en la Serra del Moixeró.
Se oyen cencerros, multitud de ellos. Con el teleobjetivo consigo ver de dónde viene tanto jaleo.
Mirando hacia la Serra del Moixeró veo que las nubes se están acumulando sobre las montañas, e incluso me parece oir algún trueno lejano. A la izquierda las Penyes Altes de Moixeró (2.276 m), a la derecha de nuevo La Tosa d’Alp (2.535 m), y en medio el Coll de Jou.
En el mirador hay un banco, por lo que aparte de deleitarnos con las vistas podemos descansar un rato. Yo aproveché para comerme mi bocadillo.
Una vez hemos descansado (o no) continuamos caminando por la Vía del Nicolau. De nuevo atravesando el bosque vamos viendo troncos amontonados en el margen derecho como se hacía antes para cargarlos en las vagonetas. Obviamente es una representación «museizada», ya que ya no hay vía férrea ni vagonetas.
A unos 200 metros del mirador llegamos a un puente de madera que cruza un pequeño torrente.
Y 100 metros más adelante avistamos el primer túnel.
El entorno del túnel parece una cantera, y una gran red protege la entrada del túnel de los derrumbamientos. Por encima nuestra las nubes van ganando terreno.
El interior del túnel carece de iluminación, y tampoco le hace falta. Nada más entrar, cuando la vista se acostumbra a la oscuridad, es posible ver la luz del otro extremo.
Aquí una vista desde el exterior de la otra boca del túnel.
El terreno aquí también es muy inestable y una alambrada a la derecha retiene eficazmente todas las pequeñas piedras que se desprenden del barranco y acabarían cubriendo el camino.
Una vista de la Serra del Moixeró desde este punto. Parece que el sol ya ilumina las cimas de la sierra, pero las nubes oscurecen las montañas más cercanas, como la Roca Tallada (1.666 m) y el bosque que se extiende a nuestros pies.
A unos 400 metros del túnel cruzamos otro torrente en un rincón sombrío del bosque. Es un rincón tan frío que el salto de agua del torrente justo debajo de la Vía del Nicolau se heló en los días anteriores y el agua líquida ha ido fundiendo la parte central de ese salto helado, quedando aún en pie una columna de hielo frente al débil chorro de agua. No encontré otra manera de fotografiarla debido a la abundante vegetación y lo difícil del terreno.
Nos vamos acercando más a Bagà a medida que las nubes nos sumen a nosotros en la oscuridad.
A 600 metros del túnel pasamos cerca de la piscifactoría de Bagà, que vemos abajo en esta foto, con el pueblo de Bagà detrás.
Por aquí los pequeños charcos del margen del camino están completamente helados. Empieza a caernos algún copo de nieve.
Tras una curva a la derecha vemos la entrada del segundo túnel.
Este túnel es prácticamente recto y más corto que el anterior, por lo que vemos la boca de salida antes de entrar en él.
Lo más destacado de este túnel es que lo que vemos en la salida es el mismo Bagà.
La Vía del Nicolau sigue su recorrido atravesando una zona de bosque no demasiado denso, perdiendo de vista Bagà momentánemante.
Unos 400 metros tras salir del segundo túnel llegamos a lo que parece el final de la Vía del Nicolau, desembocando en una carretera. Hacia la izquierda se va a la piscifactoría. Nosotros seguimos recto, que de hecho es la misma Vía del Nicolau, no se ha acabado, lo que este tramo es asfaltado. Cincuenta metros más adelante llegamos a un cruce. Nos desviamos a la izquierda en dirección al casco urbano de Bagà. Desde el cruce tenemos esta vista del tramo de la Vía del Nicolau por el que hemos venido.
Bajamos por el Passeig del Bastareny rodeando una bonita área recreativa arbolada con fuentes, bancos y mesas. Llegamos a una calle que conduce al centro medieval del pueblo.
Seguimos un poco más por el Passeig del Bastareny hasta quedarnos en mitad del puente que cruza el río Bastareny. Desde ahí vemos el viejo puente medieval.
Ésta es quizás la mejor época para fotografiar el puente medieval de Bagà, ya que el resto del año los árboles de alrededor dificultan la visión. Volvemos a la calle de antes. Allí monto el objetivo ultra gran angular en la cámara y hago esta foto del puente medieval, el río y la iglesia de Sant Esteve del siglo XIV.
Veo que en el área recreativa hay una especie de mirador con vistas a Bagà, así que subo allí a comprobar cuáles son las vistas.
El cielo se ve azul, pero encima nuestro está tapado y además chispea. Le falta color al pueblo. Bajo del mirador y me dirijo al Pont de la Vila, puente medieval de estilo gótico construido entre los siglos XIV y XV. También se le llama Pont de l’oratori porque hay una pequeña capilla sobre el pilar central.
Una vista de Sant Esteve de Bagà desde delante de la capilla, en mitad del puente. A la izquierda y en primer término el edificio de «La Baganense«.
Al final del puente hay unas escaleras por las que podemos bajar al río. Aquí una vista del puente y de La Baganense desde abajo.
Pasamos por el ojo del puente de la derecha y tenemos este plano contrapicado de La Baganense.
Volvemos arriba del puente y continuamos hacia la derecha. La Baganense es un antiguo molino harinero del siglo XVI que fue reconvertido a central hidroeléctrica a principios del siglo XX. Lleva cerrado y abandonado desde los años 60 del siglo pasado. Hago una foto rápido porque empieza a llover con más intensidad. El edificio de la izquierda es la vieja cerntral eléctrica y el de la derecha el antiguo molino, el Molí de la Vila.
Detrás del molino, arriba, aún está el mecanismo de la compuerta para controlar el flujo del agua. Parece que ahora es territorio de los gatos.
Nos dirigimos ahora hacia la iglesia de Sant Esteve. Desde allí tenemos esta vista del Pont de la Vila, La Baganense, el área recreativa bajo los árboles al otro lado del río, y la Vía del Nicolau como una línea casi horizontal entre los árboles del bosque por encima del tejado de La Baganense.
Hay muchas más cosas para ver en el pueblo de Bagà, pero llueve con más intensidad, está oscuro y no parece que vaya a parar de llover en un buen rato, así que emprendemos el camino de regreso al coche. Es más, a la altura del ayuntamiento, en la Plaça de Catalunya, las gotas de lluvia han dado paso a los copos de nieve y parece que quieren coger, como se aprecia en el suelo de la plaza.
Y esto es todo. Espero que te haya gustado este recorrido. La verdad es que es muy senciilo y muy recomendable para ir con niños en cualquier época del año. Si vas por el Berguedà no tienes excusa.
Cómo llegar a la Vía del Nicolau
Previsión meteorológica
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