Nuestra geografía nos ofrece infinidad de lugares que, sin ser conocidos y ni tan siquiera bonitos, valen la pena visitar para disfrutar de un momento de paz y serenidad en un entorno natural. En el rincón más occidental de la comarca del Alt Empordà nace el río Arnera, del que ya he hablado en el circuito de las Gorgues de l’Arnera, unas calas ampurdanesas lejos del mar. Este río, al poco de nacer y tras serpentear entre diversos picos de en torno a los 1000 metros de altura, se toma un respiro a la altura de Tapis, en un lugar a la sombra del Serrat de les Parets donde mana un agua fría todo el año. Un lugar que llaman La Font Fresca, donde incluso en verano el agua sale a sólo 10ºC.
El itinerario que propongo aquí es muy cortito, lineal por pista de tierra de poco más de 3 km entre la ida y la vuelta, y apto para todo el mundo. No hace falta un equipamiento especial, sólo llevar calzado cómodo y algo de ropa de abrigo si vamos en invierno. Por el agua tampoco hay que preocuparse, ya que vamos a visitar una fuente. Como he insinuado al principio no es un lugar bonito, al menos para mí, pero resulta relajante pasear desde Tapis hasta la Font Fresca en una mañana de invierno, sobre todo antes de devorar un arroz de montaña y un estafado de jabalí en el restaurante Can Mach de Tapis, que ya mencioné en el circuito Tapis y la Riera dels Horts, por los alcornocales del Empordà. En aquella visita a Tapis no fue posible porque no hubo tiempo, pero en ésta a la Font Fresca de Tapis sí que reservamos mesa en el restaurante para redondear lo que fue un gran día de desconexión de la vida en la ciudad.
Aquí tienes una recreación 3D del circuito para que te hagas una mejor idea del recorrido y del terreno por el que discurre. Pulsa en la pausa si empieza a reproducirse antes de que acabe de cargarse el fondo. Durante la reproducción puedes cambiar el punto de vista moviendo el ratón con el botón izquierdo pulsado, y también acercar y alejar con la rueda del botón. Pulsa en la tortuga o en la liebre para cambiar la velocidad de reproducción.
Empezamos el itinerario de hoy en el amplio aparcamiento de Tapis, justo en la entrada al pueblo hacia la derecha si venimos de Maçanet de Cabrenys. Es tan grande el aparcamiento como todo el pueblo, y eso quizás es debido a la fama del restaurante. Nada más salir del coche ya podemos disfrutar de unas preciosas vistas del Alt Empordà, que se extienden hasta el mismo Cap de Creus y la bahía de Roses, en el extremo oriental de la comarca.
Salimos del aparcamiento y cruzamos hacia la Plaça Major. Una vieja y desvencijada puerta de madera en una casa de la plaza parece reivindicar su origen.
Al final de la Plaça Major giramos a la izquierda pasando por delante de la iglesia románica de Sant Briç, del siglo XII o XIII. La fachada oeste parece haberse quedado sorprendida de nuestra llegada.
Sant Briç tiene una entrada muy discreta en la fachada sur. En esa fachada la espadaña también tiene un discreto reloj de sol.
Seguimos hasta el final del callejón, que va a parar a la parte de las cocinas del restaurante Can Mach. Desde bien temprano un delicioso olor a caldo inunda este rincón de Tapis, y es que la cocina del restaurante no para. Una ventana en ese rincón también parece querer reivindicar con orgullo su origen.
El callejón continúa hacia la derecha, pasando por delante de la antigua casa de Can Mach, que hoy es el hostal. Y llegamos a la carretera. Tapis está tocando la frontera con Francia, y el hecho de disponer de una carretera en buenas condiciones y con curvas atrae a muchos moteros del otro lado de la frontera que vienen a echarse unas curvas con vehículos que no estamos acostumbrados a ver en nuestro país. Y obviamente el Can Mach, con sus platos tradicionales catalanes, es el lugar que eligen para rematar sus salidas. En la explanada de enfrente del restaurante vemos un extraño triciclo y dos motos con sidecar que parecen llegados de un salón internacional de motocicletas.
En la orilla de la carretera tomamos el camino que sale casi paralelo a ella por la derecha. Es el camino de Tapis al Casal del Ruiz. La carretera queda un poco elevada aquí, y la sombra que aún cubre el camino a estas horas del mediodía (las 12:30 ya) no ha permitido que se deshaga el hielo de los charcos.
Pasada la primera curva del camino tenemos a nuestra derecha una muy buena vista de todo el núcleo de Tapis.
El camino va descendiendo progresivamente atravesando una zona boscosa de la umbría del Serrat de les Parets. No encontré nada interesante que fotografiar hasta que llegué al río Arnera, tras recorrer 1,3km desde el aparcamiento de Tapis. En ese punto hay un camino que sube a la izquierda, otro recto que cruza el río por un puente, y otro que sale por la derecha y que es el que lleva a la Font Fresca.
Obviamente seguimos por este camino, el de la derecha, que nos conducirá a la fuente tras recorrer 200 metros. El camino se acaba allí, en una zona más o menos amplia donde a la derecha está la fuente, frente a ella una mesa redonda de piedra donde poder hacer picnic, y a la izquierda el río Arnera.
Cuando estuve allí había un joven llenando bidones de agua de la fuente y cargándolos en un coche, así que mientras acababa me acerqué al río a echar unas fotos de la corriente. Resulta curioso ver cómo se apilan las hojas de los árboles contra las piedras del río empujadas por la corriente.
Un poco más abajo también había un pequeño salto escalonado de agua entre unas rocas.
De haber podido habría quitado la rama que cruza por delante del salto de agua, pero no pude llegar hasta ella. De vuelta a la Font Fresca, la persona que estaba llenando bidones acaba de marcharse, por lo que ya puedo fotografiar la fuente. No se trata de una fuente bonita, y de hecho se encuentra en bastante mal estado. Parece que alguien ha querido tapar un agujero con un manojo de hojas y un palo clavado en él, para facilitar que el agua saliera por el caño y así poder llenar mejor bidones y garrafas. Suele bajar bastante gente a coger agua de esta fuente.
Tras disfrutar de la paz de este lugar (supongo que en verano tiene que estar más concurrido) y de probar el agua, que sale casi helada, nos disponemos a regresar a Tapis por el mismo camino que hemos venido. Llegamos al puente que cruza el Arnera, y desde él contemplamos el río ahora que empieza a estar iluminado por la luz del sol. Primero miramos río abajo.
Y luego nos damos la vuelta y miramos río arriba, desde donde oimos el ruido de algún salto de agua cercano.
Como allí está el cruce de caminos de antes, subí un poco por el que remonta el río a ver si veía el salto de agua, pero al poco el camino se va separando del río y la vegetación dificulta la visión, por lo que regresé al cruce y desde él tomé está foto con el camino de Tapis a la derecha y el de la Font Fresca a la izquierda.
Ya de vuelta a Tapis me voy fijando en algunos detalles curiosos de la naturaleza, como las hojas de hiedra que se vuelven rojizas por el frío.
En el borde del camino las viejas raíces de árboles y arbustos configuran grotescas y hasta monstruosas caras.
A 500 metros de Tapis, detrás nuestro destacan los 980 metros de altura del Cornell.
Y hacia adelante el sol de abre hueco entre las ramas de los árboles.
Llegamos ya a Tapis con ganas de comer en el restaurante.
Antes de comer sin embargo descansamos un poco en la terraza tomando una cerveza. Al sol no se está tan mal, y aunque tampoco hemos andado mucho, se agradece un poco de relax. Y qué mejor relaz que contemplar desde aquí la sierra del Bac Grillera y la Mare de Déu del Fau asomando a lo lejos a la izquierda.
Los moteros franceses ya han acabado de comer y regresan a casa a los mandos de sus extrañas máquinas..
En Can Mach no se puede comer con prisas, y hay que tomarse su tiempo entre plato y plato. Y no puedo evitar publicar en este artículo un par de fotos de lo que comí, aunque estén hechas con un móvil con una cámara que no está a la altura. En primer lugar un delicioso arroz caldoso de montaña.
Y de segundo el jabalí estofado, con una carne sabrosa y que se deshace en la boca. Lo que se ve en la foto es la fuente que nos pusieron para dos y que no pudimos acabar.
Mientras comíamos los segundos, pasadas las 4 de la tarde, aún llegó para comer un numeroso grupo de cazadores que llenó él solo un salón. Como ya dije al principio, aquí la cocina no para, y es muy fácil que se te haga de noche. Los amplios ventanales permiten ver el progreso de la luz a medida que cae la tarde, y si hace falta puedes salir a tomar alguna foto, como ésta del Cap de Creus igual que la que tomé desde el aparcamiento al llegar, pero ahora con una luz más cálida. Se aprecian con más claridad las casas y apartamentos de Roses.
Como es invierno y además estamos rodeados por montañas, el sol se pone pronto, cuando estamos por los cafés. La tonalidad de la luz que entra por los ventanales nos advierten de ello, y salimos a inmortalizar el momento.
Tras el café vienen los chupitos, y después la cuenta. Ha salido bien de precio para lo bien que hemos comido. Una vez fuera del restaurante, aun queda un poco de luz en el cielo.
Ha sido una jornada satisfactoria en todos los sentidos. No hemos disfrutado de espectaculares vistas ni hemos visto cosas de destacable belleza, pero hemos caminado tranquilamente, hemos respirado aire fresco, hemos comido muy bien, y encima hemos disfrutado de un bonito atardecer. ¿Qué más podemos pedir?
Cómo llegar a la Font Fresca de Tapis
Previsión meteorológica
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