El territorio del Penedès tiene una extensa historia. Poblada ya desde la Edad de Bronce e incluso antes, se tiene constancia de la existencia de viñedos desde el siglo IV a.C. Los romanos dieron impulso a la viticultura implantando las villas agrícolas que hoy en día son las masías vitivinícolas. También gracias a que la Via Augusta atravesaba toda la comarca los vinos producidos aquí se extendieron por todo el Imperio Romano. Hoy en día la viña y la elaboración de vinos y cavas son la principal riqueza del Penedès. En el siglo XIX y principios del XX los productores de vino más adinerados convirtieron sus masías en auténticas mansiones. De entre ellos, una señora compró una vieja masía en ruinas del siglo XI, el Mas de la Muga, y mandó construir un castillo con torres bien altas para poder ver desde ellas su pueblo natal, Bellvei. Y así la masía se convirtió en el Castell de La Muga.
En este fácil y corto recorrido circular de poco más de 5km visitaremos el Castell de La Muga desde el Hospital del Vendrell, atravesando el Bosc de Les Comes y descubriendo árboles interesantes por el camino. Hay muy poco desnivel, por lo que puede hacerse con niños aunque con precaución en la zona de las ruinas. Conviene llevar calzado cómodo de senderismo (no hace falta que sea alto) para afrontar mejor los tramos con terreno rocoso o moverse por las ruinas del castillo, y también agua ya que no hay fuentes. A ser posible también conviene seguir el track con Wikiloc o cualquier otro GPS de senderismo, ya que gran parte de los tramos del recorrido no están señalizados y el Bosc de Les Comes está atravesado por un sinfin de senderos que pueden desorientarnos. En cuanto a la época del año, se puede hacer en cualquiera. Yo la hice en pleno mes de agosto y gracias a que gran parte es a la sombra de los árboles no pasé mucho calor.
Aquí tienes una recreación 3D del circuito para que te hagas una mejor idea del recorrido y del terreno por el que discurre. Pulsa en la pausa si empieza a reproducirse antes de que acabe de cargarse el fondo. Durante la reproducción puedes cambiar el punto de vista moviendo el ratón con el botón izquierdo pulsado, y también acercar y alejar con la rueda del botón. Pulsa en en el + y en el – bajo la barra de reproducción para cambiar la velocidad.
El circuito empieza y acaba en el Hospital del Vendrell, junto a la carretera N-340. Dejamos el coche en el aparcamiento del hospital. Si está lleno hay una explanada en la entrada del aparcamiento, o si no al fondo del aparcamiento, detrás del hospital, podemos desviarnos a la derecha y vamos a parar a una pequeña explanada fuera del recinto que es por donde regresaremos. Aparquemos donde aparquemos nos dirigimos a la entrada del recinto del hospital (no al edificio) pasada la cafetería. Ya en la carretera y a los pocos metros encontramos a la izquierda un sendero que se adentra en el bosque.
Aunque pueda parecer un lugar donde la gente echa basuras, ése es el camino, y a poco que nos alejemos del hospital ya no encontraremos desperdicios.
Vamos ganando altura poco a poco, y a nuestra derecha podemos ver parte de El Vendrell, capital del Baix Penedès.
El camino se va ensanchando y alisando cada vez más hasta convertirse en una pista.
Cuando llevamos unos 500 metros desde que dejamos la carretera del hospital y justo cuando se acaba la cuesta encontramos a nuestra izquierda un sendero que entra en el bosque.
Es el Bosc de Les Comes, y podemos seguir por ese sendero o tomar otro más adelante también a la izquierda. El bueno es el segundo. Por error yo salí por el primero y eso que iba siguiendo un track, y cuando me di cuenta atajé a través del bosque hasta volver al sendero correcto. Este bosque está atravesado por un sinfín de senderos y es muy fácil perderse.
A pesar de la maleza el sendero es muy evidente y uno puede pensar que va por el buen camino.
Poco más adelante de este punto me di cuenta de que me iba alejando del track sin saber por qué. Así que retrocedí hasta aquí y me desvié a la derecha junto a ese montón de piedras, quién sabe si puestas ahí a propósito. Tras unos pocos metros a través del bosque el GPS me confirmó que había llegado al camino correcto justo al salir a un claro.
Proseguimos por este camino sobre terreno rocoso. La luz del sol de agosto se va abriendo paso entre las nubes. Está bajo porque es temprano por la mañana para evitar las horas de máxima insolación.
Seguramente porque el suelo aquí es una gran roca que no crecen los árboles como en el Bosc de Les Comes a la izquierda y el de Mas Canyís a la derecha.
Entre tanta roca en el suelo cuesta distinguir una mariposa del género Hipparchia perfectamente camuflada.
Afortunadamente ella me ve y antes de pisarla sale volando y se posa unos metros delante mío y me mira de frente moviendo las alas marcando territorio.
En algunas zonas es muy evidente la erosión de la roca caliza por parte del agua de lluvia.
En algún tramo de este camino la vegetación es un poco más espesa, pero sin llegar a considerarse bosque. Hay que seguir pendiente del GPS porque no se ve claro por dónde va realmente el camino.
Salimos a otro claro.
Me llama la atención una zona donde la roca presenta multitud de agujeros, lo que me hace pensar que tenga un origen marino.
Cuando llevamos unos 500 metros bordeando el Bosc de Les Comes volvemos a adentrarnos en él.
Unos 100 metros más adelante me llama la atención un pino muy alto y no muy frondoso que en el extremo de una de sus ramas tiene una enorme bola que acumula más hojas que en todo el pino.
Se trata de una «escoba de bruja«, una marformación del pino causada por una bacteria llamada Phytoplasma pini.
Pocos metros más adelante el camino de bifurca. Por ambos caminos acabaremos llegando al mismo sitio (esto me recuerda los laberintos de los pasatiempos). Yo elegí el de la derecha.
Este camino va a parar a la urbanización La Baronía del Mar. Seguimos por la calle a la derecha y luego recto hacia arriba en dirección a unos depósitos de agua.
Al llegar al primer depósito seguimos por un camino hacia la izquierda en dirección al segundo depósito.
El camino se estrecha al entrar en el bosque detrás del segundo depósito. Al fondo podemos ver el Castell de La Muga.
Tras un suave giro a la izquierda volvemos a ver el castillo a nuestra derecha.
Unos 100 metros más adelante el camino desemboca en otro pasadas unas grandes piedras. El camino que viene por la izquierda era la otra opción en la bifurcación del Bosc de Les Comes antes de llegar a la urbanización.
Pasadas las piedras seguimos hacia la derecha. El camino traza una amplia pero cerrada curva a la derecha. Desde allí vemos Bellvei y al fondo el macizo de Montserrat.
Tras esta curva a la derecha y la siguiente a la izquierda, tenemos ante nosotros el Castell de La Muga.
Llegamos a lo que intuyo es la parte trasera del castillo, que como he explicado al principio no es un castillo con función militar sino que su función era residencial, es un castillo sin defensas. La altura de una de las torres impone.
A partir de este punto voy a explicar mi secuencia de exploración del Castell de la Muga. Eres libre de seguir la misma o de ir a tu aire, siempre con las precauciones requeridas para moverse por un sitio en ruinas y que se puede caer en cualquier momento.
En lugar de seguir por el camino subo hacia el castillo por un sendero entre los árboles y los matorrales. Allí veo las otras dos torres que quedan en pie.
Y a la derecha la tercera torre, con una curiosa combinación de piedra y ladrillo en su construcción. No queda casi nada el muro o pared que unía ambas torres cilíndricas en esta fachada del castillo.
Paso por la izquierda rodeando un poco la otra torre cilíndrica y subo a otro lado del castillo donde hay una puerta pequeña.
Un poco más a la izquierda hay otra puerta ocupada casi por completo por un arbusto. Al final se ve la torre cuadrada.
Y llegó el momento de entrar… y de montar en la cámara el objetivo ultra gran angular para poder abarcar el máximo de campo de visión. Entro por la primera puerta. El interior de esta parte del castillo es una montaña de cascotes. Me acerco a la que yo llamo «la torre de la princesa».
No es fácil moverse sobre los cascotes. Al otro lado la torre gemela a ésta y la puerta por la que he entrado.
Cuentan los vecinos que se escuchan ruidos extraños y algunos hablan incluso de apariciones fantasmales. No hay muchos datos de la historia del lugar. Se ha encontrado cerámica de origen íbero en la zona y sobre el siglo XI aquí había una masía fortificada relacionada con el castillo de Castellet. La última remodelación que corresponde a lo que queda ahora, fue en el siglo XIX. También fue noticia que en el año 2003 se encontró aquí el cadáver de un hombre en avanzado estado de descomposición, al parecer asesinado por miembros de una banda de prostitución y tráfico de drogas. Se quiera o no, aquí tienen que haber pasado muchas cosas.
Como en la zona de las dos torres no hay nada más, bajo hacia la torre cuadrada. Allí hay más paredes en pie.
Aquí un plano nadir del interior de la torre cuadrada. Faltan las escaleras y parte del techo (o suelo) de la torre.
Pasada la torre bajo a otro nivel inferior. La vegetación se cuela por todas partes y hay profusión de pintadas en los muros.
Hay otra puerta más grande. Quizás fuera la puerta principal.
Salgo por esta puerta. Desde fuera sí que tiene pinta de ser la entrada al castillo.
Un «simpático» grafitti en uno de los muros al lado de esta puerta.
La verdad es que considero una irresponsabilidad y un acto de incivismo los grafittis en edificios históricos o en entornos naturales, pero la verdad es que a sitios totalmente abandonados o moribundos como éste les dan algo de vida, siempre que representen algo y no sean simples garabatos.
Regreso al interior para volver al lugar de las dos torres.
Hay algunos mensajes con poco sentido en los muros.
Llego al lugar de las dos torres cilíndricas y me imagino las vistas sin poder subir a ninguna de ellas.
Salgo por la puerta por donde entré y hago otra foto del castillo como la que hice al principio pero ahora con el objetivo ultra gran angular.
A la que me retiro unos metros, los enormes pinos son capaces de ocultar todo el castillo.
Decido abandonar el Castell de La Muga por el mismo sitio por el que accedí, por detrás y a través de la maleza. Hago un contrapicado (casi un nadir) al pie de las dos torres cilíndricas, que caben en el campo del ultra gran angular.
Ya en el camino empiezo a rodear el castillo por el otro lado.
Paso junto a la presunta puerta principal, pero a nivel del camino, más abajo, y me reencuentro con el simpático grafitti.
Otra foto un poco más lejos en el camino.
Y otra foto del conjunto, esta vez con el objetivo todoterreno y desde el campo de enfrente del castillo.
Una vez explorado el Castell de La Muga proseguimos por el recorrido. Podemos continuar por el camino, o como hice yo, a través del bosque de enfrente del castillo. Para eso se sube desde aquí hacia el castillo para llegar a la fachada de la puerta por la que entré al principio y salí al final, y nos adentramos en el bosque por un sendero dejando atrás el castillo.
Pocos metros más adelante descendemos un poco por un terraplén a la derecha hacia un camino más abajo.
Allí a la derecha vamos al camino del Castell de La Muga y a la izquierda nos adentramos de nuevo en el bosque. Seguimos por la izquierda. Aquí algún desalmado que se desplaza a este bosque a verter escombros.
El sendero traza un inútil bucle dentro del bosque para en 150 metros llegar casi donde estábamos antes, pero descubriendo de golpe ante nuestros ojos un colosal pino que aparece semi-reclinado en el suelo (de haber ido por el camino lo hubiéramos ido viendo desde lejos). Se trata del Pi de La Muga. Para fotografiarlo bien vuelvo a cambiar el objetivo de la cámara y monto el ultra gran angular.
Lo rodeo para verlo entero. El árbol se apoya con una larga rama en el suelo. Si estuviera de pie sería visible desde bastante lejos.
Desde el lado del camino y con la cámara cerca del suelo no se aprecia tanto la longitud del tronco, pero sí la curvatura que le hace parecer un bonsai, pero en tamaño gigante.
Aquí otra foto desde otro lado y un poco más lejos.
Y otra foto más con lo poco que se ve desde aquí el Castell de La Muga, abajo a la izquierda.
Si las formas del Pi de La Muga revelan que debió tener una vida muy dura, las heridas y cortes en el tronco indican que aún podría haber sido más grande de lo que es ahora.
Visto y fotografiado el Pi de La Muga seguimos por el camino hasta una carretera asfaltada que va de Bellvei a La Baronía del Mar, cruzamos dicha carretera y nos adentramos en la vegetación por un sendero entre algunos escombros.
El sendero desciende a través de un bosque de pino no muy denso y por un suelo rocoso, donde se ven flechas rojas que señalan en dirección opuesta a la que vamos.
De vez en cuando también hay alguna señal amarilla, que creo que es la correcta. Las flechas rojas igual son de alguna prueba deportiva que se realizó tiempo atrás.
No muy lejos del camino, hacia la derecha, se encuentra la Cantera de La Muga. De hecho estamos en la parte superior de la misma, en la Muntanya de Francisquet. En algún tramo del sendero se aprecian unos surcos excavados en la roca del suelo como si fueran rodadas de carros. No he encontrado documentación, pero no me extrañaría que éste fuera algún antigo camino de transporte de mercancías.
Tras unos 400 metros de descenso por este sendero llegamos a una carretera que va a la cantera.
Seguimos por esa carretera hacia la izquierda. No tardamos en ver una barrera que cierra la carretera al tráfico, y al fondo el Pou de La Muga.
El pozo se encuentra al otro lado de la carretera de Bellvei a La Baronía de Mar, que nos volvemos a encontrar. En el interior suele haber basura.
Continuamos por la carretera hacia la izquierda de donde veníamos, como si regresáramos al Castell de La Muga.
Unos 50 metros más adelante nos desviamos a la derecha por un sendero que apenas se ve. Hay que estar atento.
Nada más entrar en este camino me llama la atención el suelo tapizado de liquen en las zonas que quedan a la sombra.
El camino es llano y bastante limpio.
Aparte de pino y lentisco, por este bosque también abunda el espino negro (Rhamnus lycioides).
Cuando llevamos unos 100 metros por este bosque hemos de estar atentos a la continuación del sendero, que lo hace bajando una especie de escalón a la izquierda. Si pasamos este punto sin darnos cuenta y seguimos por lo que parece ser el camino, nos estaremos apartando del recorrido.
Poco más adelante llegamos a un pequeño claro en el bosque. Seguimos por la izquierda.
Hasta en este sitio tan apartado encontramos escombros y basura, como este parachoques de coche a la izquierda del camino.
Las señales de este sendero son en color azul.
Atravesamos un claro antes de entrar de nuevo en el Bosc de Les Comes.
Un muro de piedra en uno de los lados del camino es señal de que antiguamente esto eran campos.
Al pie de este muro, en el suelo, veo un montón de caparazones de caracol de tierra de diferentes tamaños. Algo debió de acabar con la vida de todos ellos, y de eso debe hacer algún tiempo porque los caparazones están muy descoloridos.
Seguimos siempre las marcas azules.
A unos 500 metros desde que dejamos la carretera de La Baronía de Mar nos encontramos con dos árboles de grandes dimensiones, un pino y una encina, conocidos aquí como «el pino y la encina de Les Comes«.
Dado el poco espacio y el gran tamaño de los árboles conviene montar de nuevo en la cámara el objetivo ultra gran angular. Aprovechando un gran tronco caido en el luego busco un encuadre dramático, aunque el exceso de luz del sol y las abundantes sombras no apreciar las tortuosas ramas de estos árboles.
Aquí una toma de esta enorme encina solitaria entre tantos pinos.
Las ramas de la encina se extienden a lo largo y ancho de este pequeño rincón del Bosc de Les Comes.
Las ramas del pino y de la encina se llegan a tocar sobre nuestras cabezas.
Incluso más allá.
Otra foto dándole un poco más de protagonismo al pino, que la encina ha acaparado toda mi atención hasta ahora.
Entre los matorrales de detrás de la encina veo unas cuantas botellas vacías tiradas. ¡Qué gran falta de respeto con el medio! ¿Tanto cuesta seguir cargando con las cosas que llevamos aunque ya no las necesitemos hasta encontrar el lugar apropiado para deshacernos de ellas?
Vistos el pino y la encina de Les Comes, seguimos camino arriba.
Entre las ramas de un árbol veo moverse un pájaro que no llego a identificar. Él me vigila de reojo.
Más o menos a 50 metros del pino y la encina de Les Comes tenemos que estar atentos a un pequeño sendero que sale a la derecha del camino. No está indicado pero al ladoy entre los matorrales hay una especie de pozo tapado con una losa circular que sirve de referencia.
Se trata de un atajo. Si nos lo pasamos y seguimos por el sendero de las marcas azules llegaremos a una pista y tendremos que retroceder por ella hasta el final de este atajo. Si encuentras el pozo, desvíate por el atajo. El camino aquí no es muy claro, más bien es intuitivo. Saltamos por encima de ramas y troncos que han cortado recientemente.
Unos 100 metros más adelante llegamos a la misma pista que mencionaba en el párrafo anterior.
Cruzamos la pista y seguimos recto por el sendero. Si nos saltamos el atajo tendremos que buscar este cruce en la pista y desviarnos a la izquierda por el sendero.
El sotobosque es muy espeso pero el sendero es fácil de seguir. Creo que estos senderos son bastante utilizados por los cazadores.
Por el suelo del camino veo una estilizada avispa negra con algo de rojo en el abdomen y que no consigo identificar.
Por si no nos hemos datos cuenta antes por los cartuchos que hay tirados a lo largo del camino, una señal clavada en un pino nos recuerda que nos hallamos en un coto de caza. La señal ya debe tener un tiempo aquí porque la corteza del pino ya cubre un borde.
Más adelante ya no hace falta interpretar símbolos. El mensaje es claro. En principio no hay ningún peligro si no estamos en época de caza… ni oímos disparos.
Entre unos 400 y 500 metros de la pista encuentro a los lados del camino ramas de lentisco (Pistacia lentiscus) cortadas.
El lentisco es un arbusto muy común en la maquia y en los bosques mediterráneos, desde el Garraf hasta Alicante. Al tratarse de una planta de la flora autóctona no tengo entendido que se hagan podas. El lentisco tiene muchos usos ornamentales y también farmacéuticos, y su recolección requiere autorización, por lo que sospecho que estos brotes de lentisco han sido cortados de forma clandestina. A lo largo del camino también he ido viendo gomas que se utilizan para hacer ramos con los brotes cortados. El lentisco está verde todo el año, llueva mucho o haya sequía. Ver matas rojizas entre tanto verde son señal de que las han cortado y las han abandonado allí mismo.
A unos 650 metros de la pista el camino se funde con una pista en un amplio cruce. Delante vemos unos viñedos. Cómo no, estamos en el Penedès.
Y la uva de este viñedo está casi a punto de ser vendimiada.
Allí mismo hay un pozo escondido entre olivos y lentiscos. Es muy parecido al Pou de La Muga.
Volvemos al cruce anterior y seguimos ahora por la pista a la vez que entramos en el término municipal del Vendrell y avistamos el polígono indutrial Les Mates.
Cuando salimos del bosque vemos la parte de atrás del Hospital del Vendrell, donde hemos empezado el recorrido. Nos desviamos a la izquierda por una pequeña explanada que se usan como aparcamiento los que se lo conocen.
Y hasta aquí este corto pero intenso recorrido por un rincón poco conocido del Penedès per lleno de cosas interesantes que ver, conocer y fotografiar. Espero que te haya gustado y desde aquí te animo a explorarlo.
Cómo llegar al Castell de La Muga
Previsión meteorológica
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