La Sierra de la Albera es un macizo montañoso de los Pirineos que desde la firma del Tratado de los Pirineos en 1659 hace de frontera entre España y Francia en la parte que toca al Mediterráneo. Es un paraje singular por su geología, su flora y su fauna. Por eso es un lugar protegido y de especial interés comunitario. En estas montañas viven las últimas tortugas mediterráneas de la península, así como una raza de vaca autóctona, la «vaca de la Albera«, que vive en libertad en el bosque (vi algunas pastando entre los pinos subiendo al castillo de Requesens). También de estas montañas surgen decenas de fuentes de agua que abastecen las rieras de esta zona del Alt Empordà. Algunas de estas fuentes las podemos descubrir en el Camí de l’Aigua de Cantallops.
Cantallops es un pequeño pueblo a 2km de La Jonquera, en la vertiente sur de la Serra de l’Albera. El pueblo se concentra alrededor de una iglesia construída a partir de los restos de un castillo medieval. La principal fuente de riqueza es la agricultura y lo fue también la extracción de corcho de los alcornoques, como es típico en los pueblos de interior del Alt Empordà. Ahora tiene un aire más turístico, aunque sin llegar a las cotas de la vecina Costa Brava. El nombre Cantallops, que se puede traducir al castellano como «cantalobos«, podría dar a pensar que se trata de una tierra donde abunda este depredador, el lobo, pero el animal salvaje que más abunda aquí es el jabalí, y de hecho aquí se organizan muchas cacerías para cazadores de ambos lados de la frontera. El restaurante Can Tomàs, donde empieza y acaba el circuito que propongo aquí, exhibe trofeos, fotografías y recortes de prensa sobre grandes cacerías.
Y hablando del circuito, se trata de un recorrido lineal de algo menos de 5km contando la ida y la vuelta. Empieza y acaba en la Plaça del Fort (también llamada Plaça Major) frente al restaurante Can Tomàs mencionado antes, y llega hasta la Font del Clot de la Tina, en plena Serra de l’Albera, tras vencer un desnivel de unoa 160m. Como te puedes imaginar es muy sencillo y apto para hacer con niños y perros. Puedes llevar un bocadillo para comerlo en el Clot de la Tina, donde hay mesas y bancos. Por el agua no te preocupes porque por el camino hay fuentes. A la vuelta podemos entrar en el casco urbano de Cantallops y recrearnos en alguno de sus rincones.
Aquí tienes una recreación 3D del circuito para que te hagas una mejor idea del recorrido y del terreno por el que discurre. Pulsa en la pausa si empieza a reproducirse antes de que acabe de cargarse el fondo. Durante la reproducción puedes cambiar el punto de vista moviendo el ratón con el botón izquierdo pulsado, y también acercar y alejar con la rueda del botón. Pulsa en la tortuga o en la liebre para cambiar la velocidad de reproducción.
Podemos empezar en la Plaça Major como he comentado más arriba, o bien en el aparcamiento que hay entre la escuela y una pista de deporte, y donde está localizado este circuito más abajo al final del artículo. Si empezamos en la Plaça Major, donde también puede haber sitio para aparcar, salimos de la plaza hacia el Sur por el Carrer de Figueres, que si hemos llegado a ella en coche es por donde habremos venido. Luego cruzamos la Riera de Torrelles por el puente en dirección Este y pasamos por el aparcamiento que he mencionado antes. Aquí es donde empieza realmente el Camí de l’Aigua de Cantallops.
Desde aquí tomamos rumbo Norte por el Carrer de Sant Climent y pasamos frente a la escuela y el Ayuntamiento. A partir de allí la calle pasa a llamarse Carrer de Requesens, que coincide con el camino que lleva a ese núcleo de población y donde hay un castillo que aunque no sea histórico es muy recomendable de visitar para fotografiar. Dejamos atrás las casas del pueblo y un extenso campo nos permite tener una vista del centro de Cantallops a nuestra izquierda.
Seguimos calle arriba pasando por delante de las últimas casas de Cantallops.
Llegamos a un cruce con una calle que lleva de nuevo a Cantallops cruzando un puente hacia la izquierda. Es el Pont de Can Sobrepera. Tomamos esa calle y antes de llegar al puente bajamos por su izquierda hacia la Font de la Mel, al pie del mismo puente, pasando por al lado de una torre en ruinas. En la otra orilla de la riera se levantan los restos del Molí de Can Sobrepera.
Casi no vi la fuente, que es un pequeño caño que sale de la roca al lado de la riera. Y es que me llamó más la atención el pequeño salto de agua de la Riera de Torrelles que no la fuente.
Fue difícil hacer una foto aquí con las condiciones de luz que tenía, y que la luz saliera compensada debajo del puente, y más intentando una larga exposición a pulso. Para según qué fotos se agradece un día nublado.
Regresamos al camino, que desde aquí pasa a llamarse Camí Vell de Requesens, lo que realmente es. Antes de llegar al camino me entretengo con las texturas de una vieja puerta de madera quemada por el sol en Can Sobrepera.
Continuamos camino arriba. A los 800 metros desde la Plaça Major (o 600 desde el aparcamiento), el camino se bifurca. Hacia la derecha sube a Requesens. Nosotros seguimos por la izquierda, cerca de la riera. Unos 400 metros más adelante oímos ruido de agua a nuestra izquierda. Según el mapa del ICC (Institut Cartogràfic Català) se trata del Gorg de Peramala, y alguien ha debido tener la mala idea de poner un tubo de PVC para que pase el agua por él.
Unos 200 metros más adelante llegamos a otra bifurcación. Ahora toca continuar por la derecha, hacia arriba.
Al poco pasamos por otra zona donde el ruido del agua delata que ésta baja con velocidad entre rocas. Miramos un poco a nuestro alrededor en este típico paisaje de la Albera y vemos de nuevo la riera.
Esta zona suele ser muy castigada por los incendios. En 1986 hubo un gran incendio que arrasó entre 18.000 y 24.000 hectáreas (los datos son confusos), y en 2012 otro incendio llegó a las puertas de Cantallops. Cuando yo estuve haciendo estas fotos, a finales del 2014, aún se veían los árboles carbonizados de este último incendio en la carretera de La Jonquera a Cantallops.
Llegamos al Pas de les Bigues, donde tenemos que cruzar la Riera de Torrelles por encima de piedras.
Ahora la riera queda a nuestra derecha.
Seguimos cuesta arriba, y cruzaremos de nuevo la riera dos veces más hasta que, sobre el kilómetro 1,9 desde la Plaça Major, llegamos a un pequeño cruce señalizado. Hacia la izquierda sale un corto camino que lleva a la Font del Solanà.
El «Solanà» fue una de las primeras parcelas privadas de los bosques de Cantallops para la explotación del corcho, allá por el siglo XVIII. En 1907 los propietarios de aquel entonces urbanizaron esta fuente y le añadieron unos bancos y una mesa de granito para que la gente que llegaba paseando desde Cantallops pudiera tomarse un descanso. Y la verdad es que el lugar invita a tomarse un descanso.
Después de descansar reemprendemos el camino volviendo al cruce para continuar a la izquierda, riera arriba.
A los 100 metros pasamos otro cruce con una pista que sube por la izquierda y seguimos recto. Y 150 metros más adelante llegamos al Clot de la Tina, en un rincón sombrío a nuestra derecha.
En 1916 Salvador Casas y Antònia Llongueras construyeron este rincón en el bosque para disfrute de los que buscaban un lugar donde descansar a la sombra. Cruzamos y nos acercamos a la fuente.
Fíjate lo sombrío que es el lugar que incluso disparando a 1/20″, media décima de segundo, hay que subir el ISO a 1600 para que la foto quede bien expuesta.
Las fuentes de los alrededores de Cantallops se «adecentaron» para que pudieran ser usadas por los cazadores, los picapedreros y los trabajadores del bosque. La Font del Clot de la Tina fue urbanizada en 1916, pero con las inundaciones de 1986 y de 1989 quedó enterrada. Fue recuperada en 1997 gracias un grupo de jóvenes voluntarios que limpiaron todo el entorno.
Estamos en el ecuador del circuito. Ahora toca regresar por el mismo camino. No me cansaré de decir que el hecho de ir y volver por un mismo camino no quiere decir que el camino de vuelva vaya a ser aburrido fotográficamente hablando. De entrada vamos a ver las cosas desde otro punto de vista, y luego el tiempo habrá pasado, el sol se habrá movido y la luz vendrá desde otro sitio, creando nuevas oportunidades fotográficas. Como por ejemplo este cruce de la riera ya más abajo de la Font del Solanà y que mencioné muy por encima más arriba, pero que a la hora de verlo de bajada me motivó el que le echara una foto. ¿Por qué? Pues porque a la subida el agua quedaba en la sombra y ahora al sol, con lo que se veía claramente el fondo y eso hizo que quisiera fotografiar la transparencia del agua.
No hemos de olvidar que estamos en el Alt Empordà, tierra de tramontana, y aquí este viento del norte suele soplar con fuerza, creando formas caprichosas en los alcornoques que viven más expuestos al viento.
Una vista de un tramo rocoso que la Riera de Torrelles ahora que le da el sol de pleno.
Ahora un plano cenital de una poza de la Riera de Torrelles desde el Pas de les Bigues, a 1/8″ de exposición para suavizar la textura del agua. Mucho más bonita y espectacular ésta que la de Peramala.
Desde allí mismo una vista del camino de bajada.
Y otra del Pas de les Bigues y camino de subida, que también fotografié a la subida, pero que ahora se muestra bajo otra iluminación.
Las rocas de la Albera son principalmente granitos y pizarras. Un tramo de este camino discurre sobre suelo pizarroso, y el desgaste producido sobre la roca por el paso de gente provoca esta textura.
Llegamos a una de las bifurcaciones de subida, la que el otro camino cruzaba la riera por un puente. Me desvío un poco hace ese puente y hago una foto de la riera desde allí.
A la altura del Gorg de Peramala (donde el tubo de PVC) miro hacia atrás para ver la Albera bajo el cielo azul de invierno. Unas nubes parecen querer dibujar dos aves surcando ese cielo.
Por más abajo en el camino el espacio se abre en un lugar donde hay grandes bloques de piedra, del granito de la Albera.
Y tras un giro a la izquierda aparece Cantallops ante nuestra mirada. Al fondo a la izquierda, y semioculto por unos árboles en la orilla del camino, asoma el Montgrí.
Después de pasar la finca de Can Sobirós, cuando el camino a Requesens se nos ha incorporado por la izquierda, llegamos a una edificación abandonada, quizás una nave que nunca se acabó de construir. Allí al lado, a la derecha, unos almendros empiezan a florecer, y es que estamos a finales de diciembre.
Llegamos a la altura de la Font de la Mel y nos desviamos a la derecha para entrar en Cantallops por el Pont de Can Sobrepera.
Dentro del casco urbano de Cantallops vale la pena pasar por la plaza de la iglesia y las ruinas del castillo de Cantallops que hay justo al lado, así como acercarse al Pont de Can Quim Daviu que está detrás. Esta zona constituye el centro más antiguo de la población. Otra peculiaridad es que en época de navidades suelen vestir los árboles con jerseys de punto (sí, tal como lo estoy contando), y decorarlos con bolas también de punto.
Y hasta aquí este corto recorrido por la Sierra de la Albera. Si te interesa, te recomiendo hacerlo en invierno, o también en otoño o primavera. En verano me da la impresión de que puede hacer bastante calor, y los inviernos tampoco son muy fríos si hace sol y no sopla mucho viento, aunque a primeros de 1986 cayó una fuerte nevada que provocó la rotura de muchas ramas y árboles por el peso de la nieve y eso alimentó las llamas del gran incendio del 86. En cualquier caso, no vayas cuando sople fuerte la tramontana, sea la estación que sea, o se te hará muy complicado subir.
Cómo llegar al Camí de l’Aigua de Cantallops
Previsión meteorológica
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