El Montseny es un macizo montañoso de la cordillera Prelitoral que se sitúa entre Barcelona y Girona, concretamente en las comarcas del Vallès Oriental, La Selva y Osona. Lo constituyen tres conjuntos montañosos: el Pla de la Calma, el Turó de l’Home y Les Agudes, y el Matagalls. Por detrás del Pirineo y del Prepirineo, el Montseny es uno de los techos de Catalunya, un poco por encima de los 1.700 metros de altitud, y desde sus cimas se divisa gran parte del territorio, por no decir todo. También es visible desde gran parte de Catalunya.
Una gran parte del Macizo del Montseny corresponde al espacio protegido del Parc Natural del Montseny, establecido el año 1977. Un año más tarde la UNESCO lo declaró Reserva de la Biosfera, lo que nos da una idea de la gran importancia de este entorno, tanto en el aspecto natural y paisajístico como en el humano. Durante siglos el hombre ha interactuado aquí con el entorno aprovechando sus recursos de manera sostenible, ya sea con el pastoreo, con actividades forestales o recogiendo nieve y hielo para venderlo en las ciudades cercanas.
La orografía del macizo contribuye también a que sea un gran captador de agua. Su altura y ubicación entre el Mediterráneo y el Pirineo hace que sobre él descarguen la mayoría de borrascas que cruzan Catalunya y prueba de ello son los innumerables torrentes, fuentes y rieras del Montseny. El 80% del agua que se embotella en Catalunya (el 27% de toda España) procede del Montseny. Este relieve tan particular también provoca una mezcla de ambientes mediterráneos como los encinares de la vertiente de Tagamanent, eurosiberianos como los hayedos entre el Matagalls y Viladrau, y subalpinos como el abetal del Turó de l’Home. Por desgracia este relieve también es protagonista en desafortunados episodios como el accidente de un avión de pasajeros que se estrelló en 1970 en Les Agudes y en el que perdieron la vida 113 personas.
La amplia extensión del Montseny, más de 30 mil hectáreas, comprende 19 municipios. El acceso es muy fácil por las principales carreteras catalanas. Por el oeste se accede por la C-17, la carretera que va de Barcelona a Vic, por el norte por la C-25, la que va de Manresa a Girona, y por el sur por la AP-7, la Autopista del Mediterráneno, entre Barcelona y Girona. Para ir al corazón del Montseny lo mejor es entrar por Sant Celoni, en la AP-7. Desde aquí se puede cruzar todo el macizo por carretera de sur a norte, hasta Viladrau. Es una bellísima carretera por la que podemos subir al Turó del Home y atravesar los hayedos de Santa Fe del Montseny y Les Agudes. También es una carretera muy transitada durante los fines de semana, llegando al colapso en otoño o cuando nieva, por lo que en esos casos las autoridades cortan la carretera a la altura de Campins, donde facilitan aparcamiento y un servicio de autobuses que sube hasta Santa Fe de Montseny. Por cierto que en Campins, donde se puede decir que hay más restaurantes que casas, se come muy bien, pero recomiendo reservar mesa.
Otro acceso menos congestionado hacia el corazón del Montseny pero que implica un poco de rodeo es por Breda, el municipio más pequeño del Montseny (en Breda y en Riells i Viabrea también se come muy bien). Desde allí podemos ir hacia Arbúcies, donde se encuentra el Museu Etnològic del Montseny, y de Arbúcies hacia Viladrau. Antes de llegar a Viladrau nos desviamos hacia Santa Fe de Montseny, la misma carretera que llega hasta Sant Celoni pasando por Campins, pero en sentido contrario.
Cerca de Breda pero ya fuera del Montseny encontramos la pintoresca población amurallada de Hostalric, donde también hay muchas opciones de alojamiento y restauración y sirve de puerta de entrada hacia la Costa Brava.
Pero bueno, ya está bien de introducción. Creo que ya te he despertado el interés para ir a conocer el Montseny y es el momento de proponerte varias localizaciones, las que conozco personalmente. Existen muchas más que iré añadiendo a este artículo a medida que las vaya descubriendo, porque el Montseny es un lugar que no te lo acabas. Ya iré avisando. En rojo he puesto las rutas. Te recomiendo que amplíes el mapa por la zona de Santa Fe de Montseny, en el centro, ya que allí se concentran varias posibilidades.
Y ahora pasamos a los detalles de estas localizaciones.
Localización número 1: El Turó de l’Home
Empezamos la casa por el tejado, en lo más alto del Montseny, en el Turó de l’Home, que además se encuentra más o menos en el centro del macizo, en el municipio de Fogars de Montclús. Se accede por la carretera de Santa Fe de Montseny. Si venimos desde Sant Celoni, poco antes de Santa Fe hay un desvío a la izquierda con la pista que sube a la cima. Si venimos de Viladrau el desvío está un poco pasado Santa Fe. La pista no está en buen estado, al menos la última vez que subí en el 2009, y suele estar cortada cuando hay nieve. Tampoco llega hasta la cima del Turó de l’Home sino que acaba en un aparcamiento (sólo pueden continuar los vehículos autorizados). Desde ese aparcamiento tenemos que seguir caminando por la pista o subiendo por un sendero que sale de allí mismo y nos lleva por la carena del turó.
Al Turó de l’Home también se puede acceder andando desde Santa Fe de Montseny o más concretamente desde la Font de Passavets, por un sendero que une ese lugar con el Turó de l’Home y Les Agudes. El sendero atraviesa la Avetosa de Passavets, un singular abetal que hay en una ladera entre estas dos cimas. En el circuito «La primavera en el Montseny, del abetal de Passavets al Turó de l’Home» te muestro un recorrido no muy exigente para conocer el Turó de l’Home y la Avetosa de Passavets.
No te puedes perder este lugar. Si el día está muy claro, desde el Turó de l’Home tienes quizás las mejores vistas de casi toda Catalunya. Un reto es intentar reconocer todos los lugares y montañas que se ven desde allí. Y los atardeceres son preciosos.
Localización número 2: Santa Fe de Montseny
Santa Fe de Montseny, en Fogars de Montclús, es quizás el sitio más conocido del macizo del Montseny y por lo tanto el más visitado. Todo el mundo lo conoce por su idílico lago artificial (realmente un pantano) rodeado de hayas y castaños, que adquieren unos colores fantásticos en otoño. Este valle es conocido desde antiguo, ya que debe su nombre a la ermita románica de Santa Fe, construida sobre el siglo XIII en el mismo centro del valle.
A principios del siglo XX, un editor de Barcelona, Ramón de Montaner, compró el valle de Santa Fe a sus entonces propietarios, la familia Alfaras de Sant Celoni. El propósito de Ramón de Montaner era construir allí un hotel de lujo para acercar el Montseny a la alta burguesía catalana. A finales del siglo XIX la actividad económica de Barcelona favoreció el turismo de montaña en el Montseny. A eso también contribuyó la llegada del ferrocarril a Sant Celoni en 1860 y la aparición de las primeras guías excursionistas del macizo en el tercer tercio del siglo XIX. En 1912 la condesa Júlia de Montaner encargó las obras del hotel a Pere Domènech i Roura, hijo del célebre arquitecto modernista Lluis Domènech i Montaner, que a su vez era primo de Ramón de Montaner. El edificio era de estilo neomedieval, con torres y almenas, y se levantó al lado de la ermita de Santa Fe con bloques de granito obtenidos en el mismo valle.
Como no llegaba la electricidad al lugar, se construyó una presa cerca del hotel para obtener electricidad de la fuerza del agua de la riera de Santa Fe. Hoy se conoce como l’Estanyol, un pequeño pantano semi oculto por la vegetación.
Como esta presa resultó insuficiente para las necesidades de energía del hotel, se decidió construir otra mayor algo más abajo del valle. Las obras empezaron en 1920 y acabaron en 1935, dando lugar a un lago artificial perfectamente integrado en el entorno y que es lo que hoy conocemos como el Pantano de Santa Fe.
El hotel lo heredó el hijo de Júlia de Muntaner y Ricardo de Capmany y encomendó su gestión a los hermanos Riera, de Canet de Mar y amigos de la familia. El hotel tenía unas 70 habitaciones que se solían llenar en verano, y en total trabajaban en él unas 10 o 12 personas (en verano más) entre cocineros, camareras, mozos, leñadores y cuidadores de ganado. Durante la Guerra Civil el gobierno republicano convirtió el hotel en un hospital para soldados con enfermedades respiratorias. Acabada la guerra se tuvieron que hacer muchas obras para poder reabrir el hotel al público. Afortunadamente ayudó mucho que volviera a acudir al hotel la flor y nata de Barcelona así como industriales textiles de Sabadell y Terrassa. Los años 40 y 50 fueron muy buenos y no era raro ver Rolls Royces subiendo por la carretera de Sant Celoni.
A finales del siglo XX el hotel fue vendido a una sociedad aragonesa, propietarios también de la emblemática marca de cervezas Moritz, y que apenas invirtió nada en poner el hotel al día. De 70 se pasó a 10 habitaciones, y de hotel de lujo a Casa Fonda. En septiembre del 2009 el establecimiento cerró por jubilación los entonces arrendatarios y sin que nadie quisiera continuar el negocio. Al poco tiempo se volvió a alquilar y en verano del 2010 abrió al público, con el objetivo de devolver al Gran Hotel de Santa Fe de Montseny los esplendorosos momentos de antaño.
Muy cerca del hotel de Santa Fe y al lado mismo de la carretera de Sant Celoni se encuentra el Centro de Información de Can Casades, en una antigua casa de veraneo de principios del siglo XX. Allí podemos obtener información del Parque Natural del Montseny así como de las innumerables rutas y actividades que se pueden realizar allí. Detrás de Can Casades hay un WC público, y enfrente y al pie de 3 enormes sequoias hay una zona de picnic con mesas y fuente, ideal para comer algo o descansar después de una jornada de senderismo por Santa Fe. Si no llevamos comida tenemos la opción de ir al restaurante del Hotel de Santa Fe o a l’Avet Blau, detrás de Can Casades. Este restaurante tiene una agradable terraza exterior.
Podemos aparcar delante mismo de Can Casades, junto a la carretera, pero este sitio es pequeño y se llena muy pronto. Saliendo de la carretera hacia el Hotel del Santa Fe hay también una zona de aparcamiento más grande, pero que se llena igual y abundan los coches aparcados en el camino junto al hotel o la ermita. El aparcamiento del restaurante l’Avet Blau es sólo para clientes del restaurante, pero hay otra zona de aparcamiento pasado el restaurante. A pesar de ser bastante grande es tanta la gente que sube a Santa Fe en ciertas épocas del año que incluso ésta es insuficiente y se aparcan coches a ambos lados de la carretera entre la pista del Turó de l’Home y la Font de Passavets, llegando a colapsarse la carretera cuando se encuentran coches circulando en ambos sentidos. Por ello las autoridades han habilitado otro aparcamiento en Campins y cierran desde allí el acceso a Santa Fe por carretera a vehículos particulares. Un bus lanzadera nos lleva desde este aparcamiento hasta Santa Fe. Y si queremos ir en transporte público, también disponemos de varias posibilidades.
Por último advertir que en la zona de Santa Fe hay poca o nula cobertura de telefonía móvil. Sólo hay un poco en las inmediaciones de la presa del pantano al ser éste el lugar más abierto.
Como puedes imaginar después de todo lo que he explicado, la principal atracción de Santa Fe es el pantano, para muchos un lago donde se reflejan los colores del cielo y de los bosques que lo rodean. El pantano y su entorno son una delicia para los amantes de la fotografía en general y de naturaleza en particular. No es raro encontrarse allí con talleres de fotografía o quedadas fotográficas en cualquier época del año, ya que es un lugar donde es más fácil fotografiar los cambios estacionales de la naturaleza, el verde intenso en primavera y verano, los amarillos, ocres y rojos del otoño, y los grises y blancos del invierno. Y tanto fotografía de paisaje como macro, por lo que conviene llevar el equipo al completo, incluido el trípode. A continuación te presento tres circuitos alrededor del pantano de Santa Fe en distintas épocas del año.
A finales de la primavera todos los árboles caducifolios que rodean el pantano de Santa Fe, como hayas y castaños, ya han acabado de brotar y convierten todo el camino de Can Casades hasta el pantano en un túnel verde intenso. Sólo unos pocos rayos de sol consiguen atravesar en espeso manto de hojas de este bosque y llegan a las florecillas que dan color a los lados del camino. Éste es el recorrido más corto y sencillo (menos de 3 km) alrededor del pantano, y uno de los que hace más gente, pero no por ello es menos recomendable. Empieza a la altura del Hotel de Santa Fe y rodea el pantano en sentido contrario al de las agujas del reloj para volver al punto de partida junto a la ermita de Santa Fe. La verdad es que el recorrido es mucho más tranquilo de lo que pudiera parecer al ver tanto coche en las zonas de aparcamiento.
Creo que la estación del año que más fotógrafos saca a los bosques es el otoño, y es que el otoño aporta una serie de ingredientes que nos encantan a los que nos gusta la fotografía. El principal es el color. Las diferentes especies vegetales tienen diferentes tonalidades de verde, pero en el fondo es todo verde. Sin embargo en otoño algunas pierden la hoja y otras no, y entre las que la pierden, unas empiezan antes y otras después, y las hojas adquieren diferentes colores, desde amarillos vivos hasta rojizos o granates. Las fotos de bosques de diferentes especies de árboles en otoño son como un mosaico de color.
El siguiente ingrediente es el ambiente, que normalmente encontramos dentro de los bosques. Del manto de hojas secas que yacen en el suelo emergen piedras y rocas, en muchas ocasiones cubiertas de musgo de un verde intenso. Los helechos a veces constituyen un puente entre las hojas del suelo y las rocas cubiertas de musgo. Los riachuelos y pequeñas cascadas nos atrapan y nos hacen perder mucho tiempo buscando la toma perfecta, pero es un tiempo que casi siempre tiene su recompensa. Es el hábitat de los duendes y otras criaturas fantásticas, por lo que todo ello contribuye a crear un ambiente de cuento de hadas. Si además hay niebla, ya no saldremos del bosque, no porque no sepamos salir, sino porque no querremos hacerlo.
El último ingrediente son lo que yo llamo los frutos del otoño. Madroños, castañas, moras, escaramujos… Son pequeños frutos silvestres que nos rodean en el bosque, cuyos colores, brillos y texturas hacen que nos fijemos en sus detalles. Y algo que no es un fruto pero es representativo del otoño son las setas, con sus mil formas, tamaños y colores, y que siempre nos retan a descubrir el máximo de setas diferentes que podemos encontrar cada vez que salimos al bosque.
Este circuito es una variante del anterior, algo más largo (casi 5 km) pero igual de sencillo. Empieza más allá del Avet Blau, junto a la Font del Frare, y baja hacia el pantano por la orilla izquierda de la riera de Santa Fe. Tras rodear el pantano en el sentido de las agujas del reloj, el recorrido acaba junto al Hotel de Santa Fe.
Invierno es la estación triste. Todo es gris y frío. El bosque se ha despojado de sus hojas y ya no es tan cerrado y misterioso como en otras espaciones del año. La luz del sol llega al suelo y se multiplica en el blanco de la nieve. Todo es como en blanco y negro, de no ser porque un cielo limpio de invierno es el más azul que podemos encontrar en todo el año. El agua no fluye, está inmobilizada formando caprichosas esculturas, y la humedad ambiente cristaliza sobre los helechos y las hojas que cubren el suelo desde el pasado otoño. A pesar de que el bosque parece inactivo, dormido, la nieve nos puede revelar que existen criaturas que no vemos y que dejan sus pisadas a nuestro alrededor, pero lo hacen cuando nosotros no estamos. Esto último sólo lo podemos ver si somos de los primeros en llegar al Montseny después de una nevada.
Este circuito es el mismo que en anterior, y nos sirve para comprobar cómo cambia todo de otoño a invierno. En muchos casos parece que estemos en lugares diferentes.
No siempre el pantano de Santa Fe muestra este aspecto tan idílico, sino que debido a su poca capacidad, a veces a la escasez de lluvia, y otras veces a labores de mantenimiento que implican vaciar el pantano, podemos encontrarnos Santa Fe con un aspecto desolador, que lo es más aún en invierno. En el siguiente circuito recorremos el curso de la riera de Passavets hasta el pantano de Santa Fe en un invierno tras un verano y un otoño muy secos.
Este recorrido es una variante del anterior, más largo, de casi 6,5 km, porque sube hasta la Font de Passavets y el sendero que sube hacia el Turó de l’Home. En lugar de ir desde l’Avet Blau a la Font del Frare tomamos un sendero adyacente que lleva hacia la Font de Passavets. Allí hay otro aparcamiento pequeño ya que es el inicio de la ruta al Turó de l’Home y Les Agudes. La riera de Passavets es la misma riera de Santa Fe, pero cambia de nombre a la altura de la Font del Frare. Cuando hice este recorrido coincidieron las obras de mantenimiento del pantano con una época de sequía, por lo que tanto la riera como el pantano tenían muy poca agua. En otras épocas del año baja más agua a la altura de Passavets, con lo que se pueden fotografiar algunos saltos de agua. Pero a pesar de encontrarme el entorno en este estado, el Montseny siempre es el Montseny.
Localización número 3: el castillo de Montsoriu
En la parte más oriental del macizo del Montseny, entre Arbúcies y Sant Feliu de Buixalleu, y sobre una colina de 632 metros de altitud se alza el castillo gótico más importante de Catalunya, el castillo de Montsoriu. Si has subido al Turó de l’Home has tenido que verlo. Desde él también hay unas magníficas vistas del Turó de l’Home (la primera foto de este artículo) y del resto del entorno que rodea el castillo.
Los documentos ya hablaban de él en el año 1002. Tras varias vicisitudes y algunos terremotos el castillo entró en declive a finales del siglo XV aunque siguió siendo protagonista de diversos episodios bélicos. A mediados del siglo XIX ya sólo quedaban algunos trozos de muralla un par de torres. A lo largo del siglo XX hubo varios intentos de restaurarlo impulsados por las entidades excursionistas, que organizaban frecuentes subidas al castillo. Finalmente gracias a las diferentes propuestas del Museo Etnológico del Montseny en Arbúcies entre 1981 y 1987 y sobre todo por la creación del Patronato del Castillo de Montsoriu en 1994, empezaron los trabajos de restauración en 1995, con el objetivo de devolver al castillo su aspecto de la época gótica con algunos elementos de otras épocas como la capilla prerrománica o la torre de contrafuerte. Desde el año 2011 ya es posible visitarlo aunque las obras aún no han terminado.
Al llevar más de mil años en lo alto de la colina, el castillo de Montsoriu ha alimentado muchas leyendas entre los habitantes de las masías y pueblos del entorno. La que más me gusta es la de la Bruja Guillerma y que tiene lugar en la Torre de les Bruixes (torre de las brujas), muy cerca del castillo.
Existen varias rutas de ascensión al castillo de Montsoriu desde diferentes lugares, como Arbúcies o Breda. La que hice yo y que comparto en este artículo es la más sencilla, subiendo al castillo por la pista principal de acceso y descendiendo a través del bosque de alcornoques que aún hoy se explota, pero ya cada vez menos. La industria del corcho fue muy importante en la comarca de La Selva, que es donde se encuentra el castillo de Montsoriu.
Localización número 4: el Bosc de les Agudes y la riera de Breda
Aunque lo pueda parecer, este bosque no tiene nada que ver con Les Agudes del Montseny sino que se encuentra en Breda, en la parte más oriental del macizo del Montseny, y muy cerca de Montsoriu. De todos modos tampoco es que esté muy lejos de Les Agudes. No se trata de un bosque tan bonito y salvaje como los que rodean Santa Fe de Montseny sino que el Bosc de les Agudes, al situarse en una zona más poblada, es un ejemplo de aprovechamiento forestal sostenible.
En este recorrido atravesamos el Bosc de les Agudes saliendo de la ermita románica de Sant Llop de Viabrea y contactamos con la riera de Breda en dos puntos, uno de ellos es la Font de la Pintoresca, un rincón al que hace más de 100 años que acuden los vecinos de Breda que quieren disfrutar de la tranquilidad del bosque y el murmullo del agua.
Localización número 5: el Pla de la Calma
Y dejo para el final el Pla de la Calma, el tercer miembro del macizo del Montseny. Se trata de una altiplanicie en la parte más occidental del macizo, en plena comarca del Vallès Oriental. Al ser un terreno no tan montañoso ni tan alto como el resto del Montseny ha sido muy aprovechado por el hombre, sobre todo para actividades agrícolas y ganaderas, por lo que el bosque ha sido sustituído por prados y brezal. Aún sin ser un lugar muy alto, el Pla de la Calma es muy despejado y desde allí hay muy buenas vistas de todo el alrededor, sobre todo al atardecer dada su orientación al oeste. Desde el Pla de la Calma se puede llegar al Matagalls por el collado de Collformic o al Turó de l’Home y Les Agudes por el collado de Sant Marçal.
El circuito que propongo en este artículo para aprovechar esta localización incluye el ascenso al Turó de Tagamanent (1.056 m), en cuya cima hay las ruinas de un castillo y una iglesia románica. A lo largo del recorrido pasamos por un par de masías, una de ellas reconvertida en restaurante y la otra en casa-museo. Ya en el Pla de la Calma y si estamos con fuerzas podemos prolongar el camino por el GR-5 hasta el Puig Drau, en punto más alto del altiplano con 1.345 metros de altitud.
Y hasta aquí todo lo que conozco del Montseny. Soy consciente de que es una ridícula parte de este extenso parque natural, pero dado que no vivo muy lejos prometo seguir ampliando mi conocimiento y plasmarlo aquí. De momento, si no conoces el Montseny, aquí ya tienes bastante por donde empezar.
Previsión meteorológica
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