La Vall de Boí (o Valle de Bohí en castellano) es un pequeño valle pirenaico situado en el extremo noroccidental de Catalunya, en la provincia de Lleida. Corresponde a la cuenca alta del río Noguera de Tor, afluente del Noguera Ribagorçana. De hecho el valle comprende también los valles de dos afluentes del Noguera de Tor, el Sant Nicolau y el Sant Martí. El hecho de estar rodeado por montañas que superan de largo los 2.000 metros de altitud y que la única carretera de acceso se arreglara a mediados del siglo XX ha permitido que la Vall de Boí conserve en perfecto estado y hasta nuestros días su rico patrimonio arquitectónico, natural y cultural. Prueba de ello es que el conjunto de iglesias románicas del valle fue declarado Patrinomio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000, y la tradición de las Fallas del Pirineo, que se celebra aquí y en otros lugares próximos de Francia, Aragón y Andorra, fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en el 2015.
Qué es la Vall de Boí
Administrativamente la Vall de Boí es un único municipio de casi 220 km² de extensión con poco más de 1.000 habitantes repartidos en 10 núcleos de población. La densidad de población no llega a los 5 habitantes por km², muy baja debido a lo montañoso del territorio. Hace mil años toda la Vall de Boí estaba dominada por el castillo de Boí, y hasta 1845 todos los pueblos del valle tenían su propio ayuntamiento. La Ley Municipal de ese año obligaba a todos los núcleos de población de menos de 30 vecinos a organizarse en entidades superiores. Eso hizo que el valle se dividiera en dos municipios, Barruera y Durro, y en 1965 ambos se fusionaron para constituir el municipio de Vall de Boí, con «capital» en Barruera. Y si bien la actividad económica tradicional de la Vall de Boí han sido la ganadería y la silvicultura, actualmente se puede decir que vive prácticamente del turismo.
Qué ver en la Vall de Boí
El conjunto románico de la Vall de Boí es quizás el tesoro más valioso del valle. Son un conjunto de iglesias románicas repartidas por todo el valle y que se caracterizan por la unidad de su estilo arquitectónico. Todas ellas fueron construidas entre los siglos XI y XII siguiendo los modelos provenientes del norte de Italia, el románico lombardo, que se caracteriza por la funcionalidad de sus construcciones, el cuidadoso trabajo de la piedra, los esbeltos campanarios de torre, y la decoración exterior de arcos ciegos y bandas lombardas. Esta iglesias no sólo cumplían una función religiosa sino que también tenían un papel importante en la sociedad medieval como lugares de reunión y de refugio del pueblo. Este función solcial se evidencia en la utilización de sus esbeltos campanarios de torre como elementos de comunicación y vigilancia. También hay que destacar las pinturas murales románicas de Sant Climent y Santa Maria de Taüll y de Sant Joan de Boí, conservadas en el Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC). Los horarios y precios de las entradas para visitar las iglesias se pueden consultar en la web del Centre del Romànic de la Vall de Boí. La iglesia de Santa Maria de Taüll es la única de visita gratuita, pero vale la pena visitar al menos la de Sant Climent (hay abonos para verlas todas) por el video mapping de las pinturas en su ábside.
Las Fallas son una tradición festiva que se celebra en muchos pueblos del Pirineo en torno al solsticio de verano, generalmente alrededor del día de San Juan. Están documentadas desde el siglo XI y reciben su nombre de la falla, una especie de antorcha construida con leña atada a un palo y que los jóvenes solteros bajan encendida y cargada al hombro desde un lugar en lo alto de las montañas, el faro. La noche de las fallas, los jóvenes descienden por la montaña al pueblo y recorren sus calles espantando con el fuego de sus fallas a los malos espíritus. Al final deposinda las fallas en una gran hoguera.
Qué hacer en la Vall de Boí
La otra riqueza de la Vall de Boí es la naturaleza. Casi todo es montaña y un 38% del territorio del municipio está cubierto por bosque. Hay una extensa red de caminos que comunica todos los pueblos del valle (hasta no hace muchos años se iba andando de un pueblo al otro), pero lo que destaca por encima de todo es el Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, un impresionante espacio natural con más de 200 lagos rodeados por cimas de más de 3.000 metros de altitud. Es un lugar con infinidad de posibilidades en actividades de montaña como senderismo, trekking (travesía), escalada, etc. Se accede por la Vall de Sant Nicolau y por el Estany de Cavallers. Desde Boí hay un servicio de taxis 4×4 que nos sube hasta el Planell d’Aigüestortes ya que el acceso en vehículo privado está prohibido. Puedes consultar rutas y actividades en la web de turismo de la Vall de Boí.
Relacionado también con la montaña está el esquí. La Vall de Boí tiene la estación de esquí más alta del Pirineo, Boí Taüll Resort. Dispone de pistas de esquí alpino entre los 2.020 y 2.751 metros de altitud, y en noviembre del 2018 fue nombrada como la mejor estación de esquí de España en los World Ski Awards.
Por último destacar otra actividad en la Vall de Boí, ésta más relajante: el turismo termal. Al norte del valle y a 1.470 metros de altitud encontramos el santuario y balneario de Caldes de Boí. Se trata del balneario más grande del Estado español, con sus 37 fuentes de aguas medicinales de diferentes composiciones y temperaturas (entre 4ºC y 56ºC) y 24 hectáreas de superficie. Sus aguas ya eran usadas por los romanos y actualmente cuenta con 2 hoteles y un centro termal de estética y belleza, además del santuario y una planta embotelladora de agua.
Cómo llegar y dónde dormir
Como has podido ver, la Vall de Boí tiene oferta turística para las 4 estaciones del año. En este artículo te voy a organizar una exploración completa para un fin de semana. Como sé es que es mucho contenido para tan poco tiempo, te recomiendo dedicar un puente y así no condensarlo todo en sólo dos días. Es lo que hice yo. Aunque yo creo que lo mejor es pasar allí más días, como una semana o más, para vivir y no sólo explorar la Vall de Boí.
Gracias a la amplia oferta turística también hay una amplia oferta de alojamientos, principalmente en Barruera, Boí, Taüll y sobre todo en Pla de l’Ermita, que está al pie de la estación de esquí. Se puede reservar en los principales portales web del sector, aunque también hay alquileres de particulares. Y en cuanto a comer, la oferta de restauración es amplia y variada, y también hay tiendas de comestibles si prefieres cocinar tú, principalmente en Barruera y en el Pla de l’Ermita.
El acceso por carretera es fácil por la N-230. Pasado Pont de Suert llegamos a un desvío a la derecha que indica a Vall de Boí por la L-500. A partir de ahí vamos subiendo poco a poco por el valle. En el siguiente mapa he marcado en azul los puntos de interés, en rojo las excursiones a pie que tengo publicadas aquí, y en negro el lugar que recomiendo para reservar alojamiento, en el Pla de l’Ermita, donde hay hoteles, apartamentos, restaurantes y a fin de cuentas todo lo necesario para reponer fuerzas después de las actividades.
El primer día lo dedicaremos a recorrer parte del valle de sur a norte visitando todos los pueblos y casi todas las iglesias románicas de la Vall de Boí. Haremos noche en el Pla de l’Ermita, y al día siguiente acabaremos de recorrer el resto del valle incluyendo visitas a Aigüestortes y Caldes de Boí. Y ahora vamos al lío.
Día 1
Cóll y Saraís
La carretera L-500 es la arteria principal de la Vall de Boí, A unos 7 km del desvío desde la N.230 llegamos al desvío a Cóll , el primer pueblo de la Vall de Boí. La estrecha carretera serpentea cuesta arriba a lo largo de poco más de 2 km hasta llegar a la iglesia románica de la Assumpció de Cóll (antiguamente Santa Maria). Hay sitio para aparcar justo al lado.
El pequeño pueblo de Cóll, de 32 habitantes, está un poco más adelante.
Se puede llegar a Cóll siguiendo por la carretera o por un camino que sale junto a la iglesia.
El núcleo de Coll es monumento declarado bien cultural de interés nacional. No tengo fotos de él, pero sí de la iglesia de l’Assumpció desde otros ángulos.
Regresamos a la L-500 y seguimos valle arriba, pero a escasos 400 metros llegamos a otro desvío a la derecha que conduce a Saraís, el núcleo más pequeño de la Vall de Boí. De hecho el pueblo está abandonado y sus 9 habitantes viven en dos casas muy próximas al desvío. Una de ellas, Casa Arnalló, una casa de payés que ofrece alojamiento rural. Desde allí se puede subir caminando a las ruínas del viejo pueblo, a menos de 2 km del puente del Noguera de Tor. Allí se encuentran también las ruinas de la iglesia románica de Sant Llorenç de Saraís, que no forma parte del patrimonio de la UNESCO por su lamentable estado. Desde el puente de Saraís también se puede subir caminando hasta Barruera y de allí hasta Boí por el Camí de l’Aigua, con un total de 8 km. De hecho el camino completo son 27 km desde Pont de Suert hasta Caldes de Boí.
El Salencar de Barruera
Unos 2,5 km más arriba por la L-500 llegamos al Pantano de Cardet, más conocido localmente como el Salencar de Barruera. El lugar pasa desapercibido desde la carretera por la vegetación y porque no está muy señalizado, pero créeme, vale la pena parar. Se trata de un espacio natural muy interesante por la fauna y la vegetación.
Cuando llegamos a la orilla del pantano no podemos contener el «¡oooh!».
Desde allí tenemos una vista general del valle desde abajo, con Barruera en la otra orilla del pantano, Boí un poco más atrás a la derecha, y Taüll asomando un poco más arriba y a la derecha.
Cardet
Nada más regresar a la L-500 desde el Pantano de Cardet y en dirección a Barruera llegamos al desvío a Cardet, de unas características similares al desvío a Cóll. En poco más de 1 km llegamos a la entrada del pequeño pueblo de Cardet, pudiendo aparcar a la derecha junto a los contenedores de basura. A pesar de que sólo hay censados 9 habitantes el pueblo se suele llenar en verano y por ello se ve bien cuidado.
A continuación de la plaza y al final de la calle llegamos a la iglesia románica de Santa Maria de Cardet.
Por una estrecha calle a la derecha nos podemos acercar a la parte de atrás de la iglesia. Allí el camino continúa hacia Barruera, que vemos abajo a la izquierda entre los árboles. También podemos ver Taüll arriba a la derecha entre las montañas.
El camino por la derecha nos lleva a la entrada de Cardet.
Barruera
De vuelta a la L-500, tras tan sólo 1,2 km llegamos a Barruera, la capital del municipio de la Vall de Boí. El pueblo está en un llano del valle junto al río Noguera de Tor. En torno a la carretera se disponen varios comercios, cafeterías, alojamientos, la Oficina de Turismo y hasta una gasolinera. El núcleo urbano de este pueblo de 231 habitantes está un poco desplazado a la izquierda. A la derecha encontramos la iglesia románica de Sant Feliu de Barruera.
Si hay sitio podemos aparcar en la misma carretera. De ahí sale el Carrer de la Esglèsia, que a modo de camino nos acerca a la iglesia. Aquí vemos la parte trasera de la misma desde este camino.
Si seguimos por esta calle/camino nos encontramos con un puente colgante que cruza el Noguera de Tor.
Al otro lado del río, cruzando el puente, nos encontramos con el Camí de l’Aigua. Hacia la derecha podemos ir a puente de Saraís pasando por el Salencar de Barruera, y a la izquierda podemos ir a Boí y llegar hasta el balneario de Caldes de Boí.
Durro
Desde Barruera iremos a Durro por la carretera que sale de la L-500 por la derecha justo después de la gasolinera. La estrecha carretera asciende a los largo de poco más de 3km por el Barranc Gros hasta llegar al núcleo de Durro. Añadir que a finales del verano los pastores suelen reunir los diferentes rebaños de ovejas que han pastado en las montañas desde la primavera y los bajan a Barruera por esta carretera, por lo que es posible encontrarse en ese momento con cientos de ellas bloqueando el camino, como me pasó a mí.
Las fotos no dan fe del zarandeo del coche mientras pasaban las ovejas a nuestro alrededor. Eso sí, me dejaron los laterales bien pulidos y brillantes.
Al llegar al pueblo aparcamos donde podemos, generalmente al final de la misma carretera. Como los demás, Durro es un típico pueblo de montaña con casas de piedra. Desde la carretera parte la calle principal, que atraviesa todo el pueblo y que acaba en el camino que va a la iglesia de Sant Quirc de Durro. Pasadas unas pocas casas y desde una placeta a nuestra derecha vemos la iglesia de la Nativitat de Durro.
Cabe destacar que en el viaje de Barruera a Durro empezaban a acumularse nubes oscuras sobre nosotros, como se aprecia en esta foto y en las siguientes de Durro. Si bajamos a la Plaça Major podemos acercarnos a la iglesia, que como todas las de la Vall de Boí tienen el cementerio justo al lado. En el caso de la Nativitat de Durro hay dos cementerios, uno frente a la fachada de la iglesia y otro detrás de la misma, que es el de la siguiente foto.
Durro, con 97 habitantes censados, queda un poco apartado de lo que es el valle en sí. El nombre de Durro tiene origen vasco. Proviene de ad urru, una mezcla de latín (ad, preposición latina) y euskera (urru, lejos en castellano) que significa hacia lo lejos, y que haría referencia a la peculiar localización del pueblo respecto al resto del valle. De hecho este aislamiento ha permitido que el núcleo urbano mantenga intacta la estructura urbana medieval. De hecho el núcleo urbano de Durro también es un monumento declarado Bien Cultural de Interés Nacional.
Sant Quirc de Durro
Una vez salimos de Durro por la calle principal, llegamos a la ermita románica de Sant Quirc de Durro tras poco más de kilómetro y medio por una pista que podemos hacer caminando o en coche. Estamos a casi 1.500 metros de altitud.
Desde allí tenemos unas muy buenas vistas de la Vall de Boí. Hacia la salida del valle vemos abajo el principio del Salencar de Barruera y el pequeño pueblo de Cardet por encima.
A continuación hacia la derecha vemos Barruera.
Y más a la derecha y más cerca el pueblo de Durro.
Frente a la iglesia se encuentra el faro de Durro, el lugar donde prenden fuego a las falles de Durro. Por detrás vemos la continuación de la Vall de Boí valle arriba y asomando por el centro de la foto el pueblo de Erill la Vall.
Se oyen truenos y amenaza tormenta aunque no todo el cielo está cubierto por las nubes. Así es la meteorología en la montaña.
Erill la Vall
Regresamos a Barruera y seguimos valle arriba. En poco más de 3 km llegamos al desvío a Erill la Vall. Subimos hacia el pueblo y dejamos el coche en el amplio aparcamiento que hay en la entrada. El nombre de Erill parece tener su origen en las palabras iberovascas ili-ili o iri-iri, que significaría pueblo-pueblo. En iberovasco antiguo, una palabra repetida venía a ser como un aumentativo de ésta, con lo que el nombre de Erill la Vall haría referencia a la importancia de este pueblo en la Edad Media, pero que ahora sólo tiene 95 habitantes censado.
Al igual que los demás pueblos de la Vall de Boí, Erill la Vall se caracteriza por sus casas y calles de piedra. De hecho su casco antiguo también es bien cultural de interés nacional.
En el centro del pueblo encontramos la iglesia románica de Santa Eulàlia d’Erill la Vall.
Junto a la iglesia y frente a la fachada, el cementerio del pueblo.
En Erill la Vall se encuentra el Centre d’Interpretació del Romànic de la Vall de Boí, donde podemos consultar los horarios de visita y comprar las entradas para las diferentes iglesias que queramos visitar o un combinado de varias. Se accede pasando por detrás de la iglesia de Santa Eulàlia.
Cerca de la Plaça de l’Esglèsia encontramos el Hotel l’Aüt, que tiene un restaurante donde se come bastante bien. Es el único en el que no me pusieron mala cara cuando pedí mesa para dos un domingo a las 14:30 y sin reserva. Estaba igualmente lleno como los otros, pero nos dijeron que esperáramos mientras nos preparaban una mesa. Por un callejón entre los dos hoteles, éste y el Hostal de la Plaça llegamos al mirador d’Erill la Vall. Desde allí tenemos una magnífica vista de la Vall de Sant Martí con Boí en primer término y algo de Taüll más arriba.
Boí
Volvemos a la L-500 y seguimos hacia el norte. Más o menos a 1 km de la incorporación la carretera cruza el río Noguera de Tor y justo después nos desviamos a la derecha por la carretera de Taüll. En unos 800 metros llegamos a Boí. Seguimos unos metros más y dejamos el coche en el aparcamiento municipal a la derecha poco antes de llegar a la iglesia. Desde el aparcamiento tenemos una buena vista de Erill la Vall.
Boí, con 225 habitantes censados es el tercer núcleo más poblado de la Vall de Boí y aquí también encontraremos alojamientos, restaurantes y comercios. El aparcamiento público queda un poco por debajo de la iglesia románica de Sant Joan de Boí. Bajo el porche de la entrada vemos una de las pocas muestras conservadas en Catalunya de pintura románica mural de exteriores.
Como de costumbre, frente a la fachada de Sant Joan de Boí el cementerio.
Por la parte de atrás de Sant Joan de Boí hay una elevación desde la que tenemos esta vista de la iglesia y el entorno. Junto a este lugar y tocando la carretera está la Plaça del Treio, de donde salen los taxis que suben a Aigüestortes.
Hacia la izquierda y sobre una formació rocosa casi tan alta como el campanario de la iglesia vemos el Monument al Pastor.
El casco antiguo de Boí se conforma alrededor de esta estructura rocosa. Accedemos a él atravesando la única puerta que se conserva de la muralla medieval, un poco más arriba de Sant Joan de Boí.
Pasada la muralla, a la derecha tenemos la Casa del Parc de Boí, donde podemos informarnos sobre el Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici.
Taüll
Y acabamos esta completa primera jornada de exploración de la Vall de Boí en Taüll, el núcleo más poblado del valle (272 habitantes censados) y que alberga el principal exponente e icono del románico de la Vall de Boí, la iglesia de Sant Climent de Taüll. El amplio aparcamiento de Taüll está tan solo a 2,6 km del de Boí, por lo que llegamos sin que apenas se haya calentado el motor del vehículo. Justo en la entrada del aparcamiento vemos un gran mural que reproduce el ojo del famoso Pantocrátor de Sant Climent de Taüll. Si nos acercamos a él vemos que está hecho con huevos de madera decorados a mano, obra de la artista ucraniana Oksana Mas.
La entrada del aparcamiento está frente a la fachada de Sant Climent. Desde ahí tenemos esta vista del pueblo de Taüll, que queda un poco más arriba de esta iglesia.
A un lado de la iglesia el pequeño cementerio.
Sant Climent de Taüll destaca por la altura y esbeltez de su campanario. Al fondo de esta foto el pico de l’Aüt (2.532 m).
Por la calle que pasa por detrás del ábisde de Sant Climent nos podemos acercar al pueblo de Taüll, que está dividido en dos barrios por el Barranc de Remediano. El barrio que va desde Sant Climent al barranco se llama La Guinsa.
Desde allí vemos los tejados de Taüll con el campanario de Santa María de Taüll asomando por encima de ellos y l’Aüt de fondo.
Tras cruzar el barranco entramos en el otro barrio de Taüll, Lo Barri. Al final de la calle nos plantamos frente a la otra iglesia románica de Taüll, Santa Maria.
La visita a esta iglesia es la única que es gratuíta. En el interior podemos contemplar las copias de las pinturas murales de esta iglesia, ya que las originales se encuentran en el Museo Nacional de Arte de Catalunya junto al resto de murales románicos de la Vall de Boí.
Como el resto de pueblos de la Vall de Boí, las construcciones de Taüll son las típicas de montaña, con gruesas paredes de piedra y tejados de pizarra.
A pesar del boom turístico, las nuevas construcciones de Taüll siguen los cánones del municipio. En esta foto también podemos ver algunos de los taxis del servicio que lleva turistas a Aigüestortes.
La visita a Sant Cliement de Taüll incluye la subida al campanario. Así vemos a los visitantes desde el pueblo.
Dada la importancia de Taüll como centro turístico, el pueblo tiene una gran oferta de alojamientos y de restauración, así como comercios, principalmente del sector deportivo. Saliendo de Taüll por la L-501 en dirección al Pla de l’Ermita, al lado de la primera curva hay un pequeño aparcamiento, y en el lado opuesto a éste tenemos la cervecería Tribulosi, con las mejores vistas de Sant Climent, Taüll y l’Aüt.
Si no hace demasiado frío podemos disfrutar del atardecer y de una buena cerveza en su terraza. Incluso cenar un poco y esperar la noche, cuando iluminan las dos iglesias románicas de Taüll.
Hago ahora un inciso para comentar la historia que rodea la primera foto del artículo, la de Taüll bajo un arcoiris. Resulta que el día que fuimos a Aigüestortes (no todos los sitios los visité en el mismo orden que lo publico aquí) estuvo lloviendo (y nevando por encima de los 1.800 metros) desde muy temprano. Justo en el momento en que salimos del Pla de l’Ermita empezaron a abrirse claros y un arcoiris se apareció frente a nosotros en la carretera. Aparté el coche donde pude, en un arcén más o menos amplio, y salí a fotografiar el cielo con ese arcoiris, al menos lo que se veía de él desde ese punto. A los pocos segundos oir frenar el bus de línea al lado de mi coche. Pensé que igual había aparcado en su parada. Me acerqué al bus y el conductor abrió la puerta delantera y me hizo señas. Cuando llegué a su altura me dijo que desde la carretera de delante de Sant Climent de Taüll, o sea enfrente de la cervecería, el arcoiris se veía completo sobre la iglesia y el pueblo. Así que le dí las gracias, seguí su consejo y bajé hasta el aparcamiento de delante de la cervecería para hacer la preciosa foto con la que he abierto el artículo.
Y hecho el inciso continúo con la explicación. Si finalmente hemos decidido alojarnos en el Pla de l’Ermita, sólo tenemos que seguir 1,8 km por la L-501 para llegar a esta urbanización y descansar de esta agotadora jornada. Allí también hay restaurantes, bares y cafeterías para cenar, para la última copa, y para el desayuno del siguiente día. El Pla de l’Ermita, con un censo de 100 habitantes, es una urbanización con una amplia oferta hotelera y de apartamentos. También hay tiendas, principalmente dedicadas al sector del esquí y la montaña y donde ofrecen material y servicios como monitores de esquí o excursiones guiadas. También hay una zona deportiva para el verano, con piscinas, pistas de tenis y zonas recreativas para los más pequeños. La carretera L-501 acaba unos 8 km más arriba en la estación de esquí de Boí Taüll.
Día 2
Ruta 1: A Sant Quirc de Taüll desde el Pla de l’Ermita
Empezamos la segunda jornada de nuestra exploración con un paseo de buena mañana para estirar las piernas. Frente al Pla de l’Ermita y orientada hacia el fondo del Valle de Sant Martí, o sea hacia el de Boí, se encuentra la ermita románica de Sant Quirc de Taüll. El recorrido, de poco más de 1 km entre la ida y la vuelta, parte de un pequeño aparcamiento que hay en la entrada del Pla de l’Ermita junto a la carretera, pero podemos acceder a él desde otros puntos cercanos de la misma urbanización. A mitad de camino encontramos un mirador desde el que podemos ver Taüll y al fondo Erill la Vall.
Poco más adelante llegamos a la sencilla ermita románica de Sant Quirc de Taüll, orientada también hacia el fondo del valle.
Cerca de la ermita hay una fuente y una pequeña zona de pic-nic con barbacoas.
Ruta 2: A Aigüestortes por la Ruta de la Nutria
Si visitas la Vall de Boí tienes que subir a Aigüestortes sí o sí, ya sea andando o en uno de los taxis que salen de Boí, aunque lo mejor es hacerlo a pie. El camino remonta el curso del río Sant Nicolau desde su desembocadura en el Noguera de Tor hasta el altiplano de Aigüestortes. Es la Ruta de la Nutria.
Para llegar al río Sant Nicolau salimos del Pla de l’Ermita y bajamos hasta la carretera L-500, justo al lado del río Noguera de Tor, y seguimos por ella hacia el norte. A unos 1,3 km llegamos a un aparcamiento a la izquierda de la carretera. Es el aparcamiento de La Farga. La Ruta de la Nutria empieza en la Palanca de la Molina, a donde se llega tras unos 800 metros por la carretera que sube a la derecha, frente a este aparcamiento. Allí hay otro aparcamiento al que hay que tienes que llegar temprano si quieres encontrar sitio. El recorrido completo desde aquí son unos 15 km. Otra posibilidad es dejar el coche en este primer aparcamiento e ir caminando a la Palanca de la Molina por el Camí dels Enamorats, con lo que añadimos 1,5 km más al recorrido. Este camino sale al otro lado de la carretera junto al puente que cruza el Sant Nicolau poco más arriba del aparcamiento.
Nada más empezar el camino cruzamos el río Sant Nicolau y subimos hacia la Palanca de la Molina por la orilla derecha. Justo antes de cruzar el río y debajo del puente se encuentra la Font del Ferro (Fuente del Hierro) con sus característicos depósitos férricos donde cae el agua.
Desde la Palanca de la Molina la Ruta de la Nutria sigue a orillas del Sant Nicolau, primero por la orilla izquierda y luego por la derecha. Atravesamos bosques y llanos y pasamos junto a la ermita presuntamente románica de Sant Nicolau de Boí, a 1.668 m de altutud.
Poco más adelante llegamos al Estany de Llebreta.
Seguimos río arriba y pasamos junto a la Cascada del Sant Esperit. Hay un mirador para fotografiarla bien de frente.
Un poco más arriba podemos ver esta perspectiva con el Estany de Llebreta al fondo.
Estamos a mitad de camino hasta el altiplano de Aigüestortes. Mucha gente llega cansada hasta aquí y da la vuelta después de ver la cascada, pero si aún tienes fuerzas vale la pena seguir. Arriba te encontrarás un lugar idílico a 1.825 m de altitud donde las aguas del Sant Nicolau fluyen tranquilamente entre tortuosos giros, lo que da nombre a Aigüestortes.
Pero tranquilo, que si no te ves capaz de recorrer los 15 km de la ruta pero quieres subir al Planell d’Aigüestortes puedes hacerlo con los taxis 4×4 que suben desde Boí y te dejan en el mismo altiplano. Desde arriba puedes hacer otras rutas, como el paseo por Aigüestortes o la ruta al Estany Long, a casi 2.000 metros de altitud.
Caldes de Boí
De vuelta a la L-500 después de Aigüestortes, seguimos hacia el norte, y tras 2,6 km llegamos a Caldes de Boí. Hay un amplio aparcamiento pasada la rotonda de entrada al Balneario, justo también donde acaba la carretera L-500. Si llevas alguna botella vacía en el coche conviene cogerla para probar las aguas de Caldes de Boí. Al lado mismo del aparcamiento encontramos la Font dels Capellans. Cruzamos la carretera y nos dirigimos al Balneario, que está al otro lado del río Noguera de Tor. A la izquierda hay unos jardines que son el punto de partida para recorrer las diversas fuentes dando un paseo. En los jardines hay un estanque donde nadan plácidamente una pareja de cisnes.
En total hay unas 37 fuentes o manantiales con aguas de diferentes composiciones y que manan a diferentes temperaturas, entre 4ºC y 56ºC. Algunas de ellas, las más interesantes desde el punto de vista mineromedicinal, están desviadas hacia el interior de la estación termal, pero el resto las encontraremos debidamente señalizadas a lo largo del paseo. De todas ellas yo destacaría la Font del Bou, que mana a 36ºC. El agua de esta fuente se filtra durante 80 años a través de las diferentes capas graníticas de la montaña llegando a una profundidad de 3.000 metros. En ese lento proceso se va mineralizando. Su alta proporción en silicio le da propiedades depurativas, ayudando a eliminar la acumulación de grasas y resíduos del organismo. Es un agua diurética, pura y digestiva, recomendada por su bajo contenido en calcio, por lo que también evita la formación de cálculos y cristales en el riñón. Es la única fuente de la que se embotella y comercializa agua bajo el nombre de Aigua de Boí, y fue declarada de utilidad pública el 20 de diciembre de 1887.
Pasada la estación termal llegamos al Barranc de la Sallent, que baja a través del bosque hacia el Noguera de Tor.
A medida que bajamos junto al arroyo, se le van uniendo las aguas que vienen de otros sitios. Parece que brote agua de todas partes.
Poco antes de llegar al río Noguera de Tor pasamos junto a una gran cascada monumental con una figura de un rebeco arriba. Es el Brollador de l’Isard (Manantial del Rebeco), muy apropiado rodeado de tanta montaña.
A su lado encontramos un estanque con nenúfares sobre cuyas hojas se suelen posar ranas.
Con suerte también podemos ver allí alguna rata de agua, que a pesar del nombre son mucho más bonitas que sus parientes de alcantarilla.
Acabado el paseo de las fuentes pasamos frente al Hotel Caldes, hacia cuyo patio interior se desvió la primera fuente utilizada para tratamientos termales, la Font de les Termes Romanes, que mana a 49,4ºC y es rica en silicio.
Las ruinas de las termas romanas se encuentran en el bosque a pocos metros detrás del patio del antiguo balneario. Anexo al hotel y al otro lado del patio se encuentra el Santuari de la Mare de Déu de Caldes de Boí. construido a mediados del siglo XVIII donde ya había una capilla medieval dedicada a la misma Virgen. Ambos edificios constituyen el primer balneario «moderno» de Caldes de Boí a mediados del siglo XIX.
Cuenta la leyenda que a finales del siglo XIV un pastor de Boí observó que un toro del rebaño todas las mañanas desaparecía y se perdía montaña arriba. El pastor lo siguió y, mirando hacia donde lo hacía el animal, descubrió, en una cavidad del tronco, una imagen de la Virgen.
Estany de Cavallers
Para acabar este denso artículo seguimos hacia el norte por la continuación de la carretera L-500, ahora más estrecha y con curvas muy cerradas. A unos 4,6 km más arriba de Caldes de Boí llegamos al aparcamiento superior del Pantà de Cavallers, a 1.724 m de altitud a la altura del cauce del Noguera de Tor.
Este aparcamiento es muy pequeño y suele estar lleno, por lo que en caso de no encontrar sitio hay otro aparcamiento más grande en la carretera 900 metros antes. Desde el aparcamiento superior sube un sendero que lleva a un mirador desde el que podemos ver el Noguera de Tor.
Subimos hacia la presa por la pista que continúa desde el mirador. Una vez arriba, desde allí parten interesantes rutas por esta parte alta de la Vall de Boí. La más conocida es la Ruta de la Marmota, que va desde la presa al Refugi Ventosa i Calvell frente al Estany Negre, a 2.220 m de altitud. La ruta es de 9 km ida y vuelta y un desnivel de 480 m, pero concentrados en la mitad de recorrido, por lo que es de dificultad moderada.
Antes de la construcción del embalse en este lugar se encontraba el Estany de Cavallers, el lago del que nace el río Noguera de Tor que recorre toda la Vall de Boí. Hoy el lago es notablemente más grande que antes. Así se ve desde el centro de la presa. Por la orilla de la derecha el camino de la Ruta de la Marmota.
El lago está rodeado de colosos de granito que llegan a los 3.000 metros de altitud. Por detrás de ellas está la Vall d’Aran.
Desde el centro de la presa también tenemos esta vista de la Vall de Boí.
Y ahora sí, cuando ya hemos llegado a lo más alto del valle podemos dar por concluída esta exploración de la Vall de Boí en un fin de semana. Sólo nos queda volver a casa con el buen recuerdo de este escondido valle lleno de tesoros. Como dije al principio, si puedes alargar la estancia a 3 días o una semana mucho mejor, porque la Vall de Boí es mejor vivirla sin prisas, al ritmo que marca la montaña.
Previsión meteorológica
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estupundo reportaje fotografico , es un lugat idilico y me lo conozco como la palma de la mano , pues e tenido la suerte de estar ahi mismo veraneando 15 dias cada año ,, unos 20 años aproximadamente eso si de crio hasta los 28 o 29 años y ese lugar es fantastico y fresquito , hay e llegado a ver lagos helados en el mes de julio casi na , y pescar truchas a mano en fin un lugar espectacular ..
Qué gusto leerte y más cuando acabamos de venir de allí. No hay palabras que expliquen nuestra estancia de una semana en el balneario, lo conozco desde los 15 años porque mi padre acabó el análisis de las últimas 18 fuentes termales e íbamos cada verano en los años sesenta del siglo pasado.
Gracias por el regalo de este final de semana tan bien explicado y tan bellamente fotografiado.
Volveremos pronto a un apartamento rural en Coll, que aún no conocemos.
Hasta siempre!
Pues a mí me alegra leer tu comentario. Muchas gracias!